¿Qué pasa si te despiden por baja productividad?

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Si eres despedido por baja productividad, pierdes el derecho a la indemnización por despido, pero mantienes el derecho al paro y al finiquito.

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Despido por baja productividad: ¿Qué implica y qué derechos conservas?

Perder el empleo nunca es una situación agradable, y menos aún si el motivo esgrimido es la baja productividad. Esta causa de despido genera muchas dudas e incertidumbre, sobre todo en lo referente a los derechos del trabajador. Aclararemos a continuación qué ocurre en España si te despiden por bajo rendimiento y qué derechos te asisten.

La baja productividad, para ser considerada causa de despido procedente, debe ser demostrable y justificada. No basta con una simple afirmación del empleador. Debe existir un registro objetivo que evidencie un rendimiento inferior al esperado, persistente en el tiempo y a pesar de haber recibido las herramientas y el apoyo necesarios para mejorar. Esta evaluación debe ser individualizada y compararse con estándares realistas y medibles dentro del puesto de trabajo, no con la productividad general de la empresa o con la de otros compañeros.

Un punto crucial a entender es la diferencia entre bajo rendimiento y despido por causas objetivas (por ejemplo, por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción). En el despido por baja productividad, el problema reside en el rendimiento individual del trabajador, mientras que en el despido objetivo, las causas son ajenas al desempeño personal. Esta distinción es vital a la hora de determinar las indemnizaciones correspondientes.

Si el despido por baja productividad es considerado procedente por un juez, pierdes el derecho a la indemnización por despido. Esto se debe a que se considera que el motivo del despido es imputable al propio trabajador. Sin embargo, es importante destacar que sí mantienes el derecho a recibir el finiquito. Este corresponde a los salarios pendientes de pago, la parte proporcional de las pagas extras y las vacaciones no disfrutadas.

Además, y este es un punto fundamental, conservas el derecho a solicitar la prestación por desempleo (el paro). A pesar de haber sido despedido por bajo rendimiento, cumples con los requisitos de cotización necesarios para acceder a esta prestación, que te ayudará a afrontar la situación mientras buscas un nuevo empleo.

En caso de disconformidad con el despido, es crucial reclamar. Puedes acudir a un abogado especializado en derecho laboral para que analice tu caso y determine si el despido se ajusta a la legalidad. Se revisará si la empresa ha seguido el procedimiento correcto, si la baja productividad está debidamente justificada y documentada y si se han vulnerado tus derechos. En algunos casos, un despido inicialmente considerado procedente puede ser declarado improcedente o incluso nulo, lo que modificaría las indemnizaciones a las que tendrías derecho.

En definitiva, un despido por baja productividad es una situación compleja que requiere un análisis individualizado. Conocer tus derechos y actuar con diligencia es fundamental para proteger tus intereses y afrontar la situación con las mayores garantías. No dudes en buscar asesoramiento profesional si te encuentras en esta situación.