¿Cómo desinfectar la boca con sal?
Para desinfectar la boca, disuelve una cucharadita de sal en un vaso de agua tibia. Enjuaga suavemente. Recuerda: esto complementa, no reemplaza, el cepillado y el hilo dental. Úsalo como auxiliar en tu higiene bucal diaria.
¿Cómo desinfectar la boca con agua salada? Remedio casero eficaz
A ver, yo hago gárgaras con agua salada a veces, cuando siento la garganta rara, como rasposa. Digamos que me duele un poquito o simplemente la noto… ¿cómo decirlo? Pues como irritada. Una vez, en un viaje a Oaxaca (fue en marzo del 2022), me resfrié muchísimo. Compré una sopa de pollo buenísima en un puestecito por 25 pesos y me alivió bastante, pero la garganta seguía fatal.
Me acordé del truco de mi abuela. Ella siempre decía que el agua con sal era mano de santo. Así que fui a la tiendita de la esquina, compré sal (creo que costó como 5 pesos, una bolsita pequeña) y me hice gárgaras. No es que fuera mágico, pero sí que me calmaba la irritación.
Para hacerlo, disuelvo una cucharadita de sal en un vaso de agua tibia, no muy caliente. Importante que se disuelva bien, que no queden granitos. Luego, gárgaras y ¡listo! Eso sí, no dejo de cepillarme los dientes ni usar hilo dental. Es un extra, no un sustituto. Igual, si te duele mucho, mejor ve al médico, por si acaso.
Preguntas y Respuestas:
¿Cómo desinfectar la boca con agua salada?
Disuelve una cucharadita de sal en un vaso de agua tibia. Haz gárgaras.
¿El agua con sal reemplaza el cepillado?
No, es un complemento. Debes cepillarte y usar hilo dental.
¿Cómo se enjuaga la boca con sal?
¡Ah, el enjuague de agua con sal! La solución mágica de la abuela para todo, ¡desde el mal aliento hasta las penas del alma! Pues, verás, es más fácil que pillar un resfriado en invierno.
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Disuelve media cucharadita de sal en un vaso de agua tibia. ¡No uses agua hirviendo, a menos que quieras escaldar tu boca y parecer una gamba! Yo uso agua del grifo, así soy yo de radical.
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Haz gárgaras con la mezcla. ¡No te la tragues! ¡A menos que quieras un festival de sodio en tu interior! Imagínate que estás cantando ópera, pero en lugar de afinar, estás matando bacterias.
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Escupe la mezcla después de unos segundos. ¡No hace falta que hagas un escupitajo artístico! ¡Con que no manches el espejo, todo bien!
¿Para qué sirve todo este rollo? Pues, además de sentirte como un pirata limpiando su sable, el agua con sal te ayuda a:
- Aliviar las úlceras bucales. ¡Es como echarle un “¡zas!” a las aftas! ¡Toma ya, úlcera!
- ¡Y no sé, qué más da! ¡Es agua con sal! ¡Tampoco esperes que te cure el acné o te haga ganar la lotería!
¡Bonus extra!: Si te sientes aventurero, puedes añadir una pizca de bicarbonato de sodio. ¡Dicen que potencia el efecto! ¡Pero ojo! ¡No te pases, que luego te sabe la boca a lejía! ¡Palabrita de oso!
¿Es seguro cepillarse los dientes con sal?
¿Cepillarse con sal? ¡Hombre, pues como depilarse con cera caliente! Poder, puede, pero… ¿realmente quieres?
- La sal reseca la encía: Imagínate el desierto del Sahara, pero en tu boca. ¡No suena muy apetecible!
- Mala circulación: Las encías se contraen como un globo pinchado. ¡Adiós, riego sanguíneo!
- Hueso expuesto = ¡Fiesta de bacterias!: Es como invitar a una invasión zombie a tu boca.
Mejor usa pasta de dientes, ¿no? ¡Hay opciones con flúor y sabor a chicle! ¡Mucho más divertido! Además, mi dentista (que, por cierto, se llama Dr. Muelas, ¡qué ironía!) me dijo que la sal es para la paella, no para la boca. Y a él le hago caso, ¡que me da miedo!
Información extra (y un poco aleatoria):
- Dicen que los antiguos romanos usaban orina para blanquear los dientes. ¡Menos mal que hemos avanzado! Aunque, pensándolo bien… ¡igual la sal no es tan mala idea! (¡Es broma, por favor, usad pasta de dientes!).
- Una vez intenté hacer un enjuague bucal casero con sal y bicarbonato. ¡Acabé tosiendo como un gato con una bola de pelo! ¡No lo recomiendo!
¿Cuáles son los efectos secundarios de cepillarse los dientes con sal?
La sal. El mar en la boca. Un gusto ancestral, como lágrimas disueltas.
- Abrasividad: La sal desgasta.
- Esmalte: Lo raspa, lo pule en exceso.
- Sensibilidad: El dolor helado, un recuerdo constante.
- Caries: El principio del fin, dulce y amargo a la vez.
En la casa de mi abuela, siempre había un tarro de sal gruesa en el baño. Ella juraba que era lo mejor para blanquear los dientes, un secreto de familia transmitido de generación en generación. Yo, curiosa, lo probé una vez. La sensación era extraña, arenosa, y el sabor… a océano. Nunca entendí cómo podía gustarle.
Hoy, veo los anuncios de pasta de dientes con flúor y me pregunto si mi abuela estaría horrorizada. Ella, tan apegada a sus remedios caseros, a sus rituales de antaño. El tiempo pasa, las costumbres cambian, pero el sabor salado del mar, ese persiste en la memoria.
¿Para qué sirve lavarse la boca con sal?
Aquí en la oscuridad, con el teléfono iluminándome la cara… pensando… otra vez. Me acuerdo de mi abuela, siempre con su vaso de agua con sal. Decía que era bueno. Para las llagas, sobre todo. Ahora entiendo…
A veces, cuando me duele la garganta, también me hago gárgaras. No sé si es psicológico, pero… parece que calma. Un poco. Solo un poco.
- Desinflama. Eso sí que lo noto. Como si… como si apagara un fuego pequeño.
- Mata bacterias. Eso decía mi abuela. Y yo… yo quiero creerla.
- Cura las heridas. Pequeñas, claro. No hace milagros. Nada los hace.
Hoy me duele la boca. Mañana… mañana será otro día. Me lavé los dientes a las 22:13. Azul, mi cepillo de dientes, está gastado. Debería cambiarlo. Como debería cambiar tantas cosas…
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