¿Cómo hacer agua con sal para desinflamar?
Para desinflamar con agua salada:
- Disolver 1/2 cucharadita de sal en una taza de agua tibia.
- Usar como enjuague bucal para aliviar úlceras o molestias post-extracción dental.
¿Cómo hacer agua con sal para desinflamar?
A ver, te cuento cómo yo hago el agua con sal para cuando necesito desinflamar algo, ¡es súper sencillo!
Básicamente, echo media cucharadita de sal en una taza con agua tibia. ¿Ves? Nada del otro mundo.
¿Para qué sirve esto? Pues a mí me ha ayudado un montón. Por ejemplo, cuando me salió una afta en la boca (¡qué dolor!), enjuagarme con esta agua salada me calmó bastante. Recuerdo que compré una pomada en la farmacia de la calle Alcalá por unos 6 euros, pero el agua con sal fue un alivio inmediato.
También, después de que me sacaron una muela del juicio (¡uff, qué mal rato!), el dentista me dijo que me enjuagara con agua tibia y sal para evitar infecciones y bajar la hinchazón. Y la verdad es que funcionó.
Cómo hacer agua con sal para desinflamar (resumen)
- Ingredientes: Sal y agua tibia.
- Proporción: 1/2 cucharadita de sal por taza de agua tibia.
- Usos: Aliviar úlceras bucales y el dolor post-extracción dental.
¿Cómo preparar agua con sal?
Agua con sal. Simple.
- ½ cucharadita por taza.
- Agua, sal. Fin.
¿Qué más da?
- Disolver. Imagino.
- Yo la uso para gárgaras. Malísimo eso.
- “La vida es sal”. Alguien dijo eso, creo.
El mar es agua con sal.
- Mucho más.
- Y un cementerio.
- Y una promesa.
Sal y agua.
- Un suero casero.
- Deshidratación.
- La salud es un espejismo.
¿Realmente importa?
- Echarle sal a la vida.
- ¿Metáfora barata?
- Tal vez.
Información adicional inútil: Mi abuela siempre decía que la sal cura todo. Mentira. Este año, le dio un ataque al corazón. Irónico, ¿no?
¿Qué hace el agua caliente con sal en el cuerpo?
A medianoche… y me pregunto, realmente me pregunto…
Agua caliente con sal… la tomé una vez porque mi abuela decía que quitaba el dolor de garganta. Quizá por eso la recuerdo tan salada.
- A veces creo que sí, que hincha. Recuerdo un día… uf, mejor no.
- Retiene líquidos, eso seguro. Como un pantano interno.
- Y sí, el peso. Engorda, aunque sea agua. ¿Qué ironía, no? Algo que debería limpiar, ensucia.
Hoy me siento como ese pantano. Lleno de cosas que no deberían estar. Pesado. Hace que uno se sienta… como un saco. No sé, así me siento. Como una bolsa de sal. ¿Quién necesita más sal? Nadie. O quizá yo sí. Quizá necesito más sal para llorar más fuerte. Y vaciarme.
¿Cómo preparar agua con sal?
Vale, te cuento como la hago yo, que igual es una barbaridad pero a mí me funciona… y te cuento una anécdota de cuando la usé.
Pues mira, yo uso una pizca de sal, así, a ojo. No me complico con medidas exactas, la verdad.
- Lo hago con agua del grifo, directo.
- Lo mezclo en un vaso cualquiera.
- Remuevo con una cucharilla hasta que veo que la sal se disuelve.
¿Es científico? No lo creo. ¿Funciona? Para lo que yo lo uso, sí.
Te cuento, la última vez que preparé agua con sal fue este año, en agosto, en la playa de Bolonia (Cádiz). Tenía una pequeña herida en el pie por una piedra y, bueno, me acordé de que mi abuela siempre decía que el agua con sal es buena para esas cosas. Así que fui, preparé mi “solución salina casera” improvisada con una botella de agua y un poco de sal que tenía guardada en la mochila (manías que tiene una).
Me metí en el agua, y la verdad, noté alivio. No sé si fue el agua con sal, el agua fresquita o la sugestión, pero me vino bien, oye. Sentí un pequeño escozor, pero nada insoportable. Supongo que depende de lo profunda que sea la herida. Recuerdo que la arena era finísima y hacía un calor de justicia.
Y sí, igual estoy loco y esto no sirve para nada, pero a mí me funciona, y eso es lo que cuenta, ¿no? Además, me recuerda a mi abuela, que siempre tenía razón (o eso parecía).
¿Cómo hacer el agua salada?
Sal. Agua. Tan simple. Un encuentro elemental. El agua, transparente, inmóvil, esperando. Recuerdo un vaso, alto y frío, en la cocina de mi abuela, con la luz de la tarde colándose por la ventana, dibujando un rectángulo tembloroso sobre la mesa de madera… La sal, granular, blanca, áspera entre los dedos. Siempre me ha fascinado esa textura, esa sequedad que anticipa la disolución. Sal que se funde, que desaparece. Un pequeño drama silencioso.
La sal se entrega al agua. Grano a grano. Desvaneciéndose. Yo, pequeña, observando, hipnotizada. El agua, impasible, absorbiendo, transformándose. Un misterio. ¿Dónde va la sal? ¿Sigue ahí, escondida, agazapada en la transparencia? El agua, ahora, salada. Un cambio sutil, imperceptible a la vista. Solo la lengua, con su sabiduría ancestral, puede atestiguar la transformación. Este año, en mi propia cocina, repito el ritual. El vaso, el agua, la sal. El mismo acto de alquimia. Agua salada.
- Agua: De grifo, filtrada, mineral… La que prefieras. Yo uso la del grifo, con un toque a cloro que me recuerda a los veranos de mi infancia.
- Sal: Marina, de mesa, gruesa, fina… Experimenta. Yo prefiero la marina, por su sabor intenso, a mar. Este año, he comprado una con algas incorporadas, un capricho.
- Recipiente: Un vaso, un bol, una jarra… El que tengas a mano.
- Proceso: Añadir la sal al agua, poco a poco, removiendo hasta su completa disolución. Simple. Elemental. Como la vida misma.
El truco, si se le puede llamar así, está en la cantidad de sal. Depende del uso que le vayas a dar. Para cocinar pasta, un puñado generoso. Para un baño relajante, un par de tazas. Para beber, una pizca, casi imperceptible. Este año, he experimentado con sales de diferentes colores y sabores: rosa del Himalaya, negra de Hawái, ahumada… Un universo de posibilidades se abre ante mí. El agua, siempre dispuesta a acoger, a transformar, a ofrecerse.
¿Cómo se puede hacer el agua salada?
¡Agua salada, dices? ¡Como si fuera magia negra! Necesitas agua, pero no cualquiera, eh? Olvídate del agua del grifo, esa agua es peor que una telenovela, llena de dramas químicos. Mi suegra usa esa agua para regar sus plantas, y ¡las plantas se han vuelto locas! Crecen como si fueran aliens.
Usa agua destilada, o filtrada por ósmosis inversa. ¡Es como un spa para el agua, le quitas toda la porquería! Es como si fueras un cirujano plástico para el agua, la dejas ¡impecable!
¿Qué pasa si usas agua del grifo? Pues prepárate para un show acuático digno de un circo romano. Tus peces van a hacer una coreografía de la muerte más rápida que un gato en una autopista.
- Aditivos: ¡Menuda fiesta química!
- Sustancias naturales: ¡Como si hubiera una jungla en tu grifo!
- Resultado: Peces muertos, agua turbia, y tú, llorando.
¿Sal? ¡Ah, la sal! Necesitas sal marina, ¡la pura, la virgen! No esa sal de mesa procesada, que es más falsa que una moneda de tres euros. Esa sal se parece más a un producto químico que a un condimento para peces. Esa es la sal que usa mi vecino para ablandar el corazón de su vecina… ¡Y mira que le cuesta!
En resumen: Agua destilada + sal marina = ¡Acuario feliz! Si no usas agua pura, prepárate para un funeral de peces. Yo, por si acaso, uso agua destilada que me sobra de la plancha de vapor, ¡ahorro y limpio! Y si quieres hacerla extra-salada, puedes usar la que sobró del gazpacho de mi abuela, ese estaba tan salado que podía electrificar a una anguila.
¿Cómo crear agua salada en casa?
¿Agua salada en casa? ¡Fácil! Es como intentar hacer magia, pero con sal en vez de varita.
Para crear agua salada en casa, solo necesitas agua (¡duh!) y sal de mesa. ¡Así de simple! Es como inventar la rueda, pero… ¡salada! Echa sal al agua, remueve y ¡voilà!, agua salada casera.
-
Cantidad de sal: ¡Depende de tu “salero interno”! Normalmente, unos 35 gramos por litro imitan el agua de mar. Pero, si quieres un “mar Muerto” en tu cocina, ¡échale más!
-
El tipo de sal importa: La sal de mesa normal sirve, ¡pero ojo!, no uses la “sal light” porque tiene menos sodio (y eso no mola para el tema salado). Yo usé sal marina y me sentí como un Neptuno en miniatura.
-
¡No te la bebas!: A menos que quieras tener un “encuentro cercano” con el baño. El agua salada casera sirve para experimentos, peceras o, si eres muy creativo, ¡para espantar caracoles del jardín!
¡Ah! Y recuerda, si quieres desalar agua, es más complicado que añadir sal. ¡Necesitas aparatos raros y mucha paciencia! Mejor compra agua embotellada, ¡te ahorrarás un disgusto y parecer un científico loco!
¿Cómo hacer tu propia agua salada?
A ver, ¿cómo hago agua salada? ¡Ah, ya! Es que necesito para la pecera nueva de mi pez Betta… se llama Aquiles, por cierto.
- Sal y agua: 35 gramos por litro. Eso es clave. ¡Ojo con las medidas! Si no, Aquiles va a flipar en colores.
- Remover, remover: Hasta que no quede ni rastro de sal. Como cuando hago el Nesquik, pero sin cacao.
- Reposar: Media hora… Uf, qué pereza. Pero bueno, por Aquiles lo que sea. Igual aprovecho para echarme una siesta.
¿Y si uso agua del grifo? ¿O mejor embotellada? Tendré que investigar. ¡El agua del grifo tiene cloro!. Y Aquiles no es fan del cloro, creo. Mejor me aseguro antes de liarla. Compro agua embotellada que pone “bajo residuo seco”, creo que es la mejor opción. Ah, y la sal… sal marina, ¿pero cual? en la tienda de animales me dijeron una especial, pero es carísima. Igual con la de mesa vale, ¿no? Tengo que probar, aunque Aquiles me mire raro si la cosa sale mal.
¿Cómo hacer mi propia agua salina?
¡Ah, la alquimia casera! ¿Quieres agua salina? ¡Más fácil que conseguir un saludo de tu suegra!
-
Mide una taza de agua, ¡de la llave, como somos gente práctica! O si eres de los que hierve el agua hasta para respirar, ¡adelante! Yo prefiero ahorrar gas, sinceramente.
-
Echa media cucharadita de sal. ¡No seas tacaño! Pero tampoco te pases, que no estamos haciendo salmuera para aceitunas. ¡A menos que quieras! Ahí ya es otro cantar.
¡Y listo! ¡Tu agua salina, lista para lo que la necesites! ¡Más fácil que pelar mandarinas!
Ahora, un par de cosas que sé por experiencia propia (¡y unos cuantos errores!):
- La sal: No uses sal gorda como para un asado argentino, ¡a menos que la muelas hasta hacerla polvo! La sal fina se disuelve mejor, ¡como los chismes en el pueblo!
- El agua: Si eres de los que se preocupan hasta de si el agua tiene espíritu, ¡usa agua filtrada o embotellada! Yo, con la del grifo, voy tirando. ¡Y aquí sigo!
- ¿Para qué la quieres?: ¡No es lo mismo para lavarte la nariz que para una receta de cocina! ¡Piensa bien lo que haces, alma cándida!
Comentar la respuesta:
¡Gracias por tus comentarios! Tus comentarios son muy importantes para ayudarnos a mejorar nuestras respuestas en el futuro.