¿Cómo se le dice al sistema digestivo?

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¡Ay, el sistema digestivo! A mí me gusta pensar en él como una orquesta intrincada. Cada órgano, desde la boca hasta el ano, tiene su papel crucial. Me fascina cómo transforma lo que comemos en energía y nutrientes. Llamarlo tracto alimentario me parece un poco frío, prefiero tubo digestivo, suena más íntimo, ¿no creen? Al final, es el motor que nos mantiene vivos y sanos.

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Ay, el sistema digestivo… ¿Cómo le digo? A veces siento que es un amigo fiel, un compañero de viaje que trabaja incansablemente, día tras día, sin que le demos apenas las gracias. Otros días, ¡qué rabia me da! ¿Recuerdan esa vez que comí esos mejillones sospechosos en el chiringuito de la playa? ¡Uf! Mi sistema digestivo, pobrecito, estuvo una semana protestando a gritos… o bueno, a retortijones, mejor dicho.

Me encanta imaginármelo como una orquesta, sí, una orquesta un poco caótica a veces, ¡pero eficiente! Cada instrumento, cada órgano, desde la boca, esa trompeta tan elegante que inicia la sinfonía masticando, hasta el… bueno, el final de la obra, que prefiero no detallar. Es que, ¿cómo se llama con cariño a eso? El ano… no me sale natural. Me da más vergüenza decirlo que el nombre completo del sistema digestivo. ¡Ay, qué cosas!

Llamarlo “tracto alimentario”, ¿no les parece un nombre demasiado… de laboratorio? Frío, impersonal. Prefiero “tubo digestivo”. Tiene un aire más… cercano, más cálido. Como si estuviéramos hablando de un ser querido, ¿no? Porque al final, es eso, ¿verdad? Un ser querido, silencioso pero constante, que trabaja sin descanso para que podamos vivir, para que podamos disfrutar de ese dulce, de esa paella, de ese chocolate negro… ¡Ah, qué recuerdos! Recuerdo esa paella que me comí en Valencia, ¡qué delicia! Y, claro, luego mi sistema digestivo, como buen trabajador, se puso manos a la obra.

Me dijeron una vez que el intestino delgado tiene unos 6 metros de largo, ¡seis metros! Lo imaginé como una serpiente gigantesca, enrollada en mi interior. ¡Increíble! Y el intestino grueso… otro campeón. No recuerdo bien la cifra, algo así como 1,5 metros… Menos que el delgado, sí, pero igual de importante. Son cifras, sí, pero detrás de cada dato hay una vida, un trabajo titánico, ¿no creen? Un ejército de bacterias, un ballet microscópico de enzimas… ¡Qué maravilla de mecanismo! Un motor, sí, como dije antes. El motor de nuestra vida. Y hay que cuidarlo, claro que sí. Hay que mimarlo. Con buena comida, con descanso… porque él se lo merece.