¿Cómo se llaman las pastillas que se toman para los hongos?

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Para combatir hongos en las uñas, se suele recetar terbinafina, un antifúngico que inhibe el crecimiento de estos microorganismos. Estas tabletas son efectivas para tratar infecciones micóticas tanto en las uñas de las manos como de los pies.

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Más Allá de la Terbinafina: Un Recorrido por las Pastillas Antifúngicas para Hongos en Uñas

La batalla contra los hongos en las uñas puede ser larga y frustrante. Afortunadamente, existen tratamientos farmacológicos efectivos, y uno de los más conocidos es la terbinafina. Sin embargo, reducir la conversación a “la pastilla para hongos en las uñas es la terbinafina” es una simplificación excesiva. Existen otras opciones, y la elección del fármaco adecuado depende de diversos factores que un dermatólogo debe evaluar.

Como se menciona en la introducción, la terbinafina, en su forma oral (pastilla), es un antifúngico de amplio espectro que inhibe la síntesis de ergosterol, un componente esencial de la membrana celular de los hongos. Esta inhibición lleva a la muerte del hongo, permitiendo que la uña sana vuelva a crecer. Su eficacia en el tratamiento de onicomicosis (infección fúngica de las uñas) está ampliamente demostrada, especialmente en infecciones de las uñas de los pies, aunque también resulta efectiva en las manos. No obstante, es importante recordar que su administración oral puede acarrear efectos secundarios, como alteraciones gastrointestinales (náuseas, vómitos, diarrea) o, en casos menos frecuentes, daño hepático. Por ello, la supervisión médica es crucial durante todo el tratamiento.

Más allá de la terbinafina, existen otras pastillas antifúngicas que pueden ser prescritas para tratar los hongos en las uñas, aunque su uso es menos común o está reservado para casos específicos:

  • Itraconazol: Este antifúngico azólico también interfiere con la síntesis de ergosterol, pero a través de un mecanismo diferente al de la terbinafina. Puede ser una alternativa para pacientes que no toleran la terbinafina o presentan infecciones resistentes a ésta. Sin embargo, presenta un perfil de efectos secundarios similar, incluyendo problemas gastrointestinales y alteraciones hepáticas.

  • Fluconazol: A diferencia de los anteriores, el fluconazol se utiliza con menor frecuencia para tratar la onicomicosis debido a su menor eficacia en comparación con la terbinafina o el itraconazol. Suele reservarse para casos específicos o combinarse con otros tratamientos.

Es fundamental recalcar que ninguna de estas medicaciones debe autoadministrarse. Un dermatólogo realizará un diagnóstico preciso mediante examen físico y, en ocasiones, pruebas complementarias, para determinar el tipo de hongo causante de la infección y el mejor tratamiento. La duración del tratamiento, la dosis y el fármaco específico dependerán de la gravedad de la infección, la extensión del daño en la uña, la salud general del paciente y otros factores individuales. El profesional médico también podrá informar sobre los posibles efectos secundarios y cómo manejarlos.

Finalmente, además del tratamiento farmacológico, el dermatólogo puede recomendar medidas complementarias como la higiene adecuada de las uñas y la aplicación tópica de cremas antifúngicas, para maximizar la efectividad del tratamiento y prevenir futuras infecciones. La paciencia es clave, ya que la recuperación completa puede tardar varios meses, incluso después de finalizar el tratamiento oral.