¿Cómo subir el porcentaje de agua corporal?

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"Aumentar el porcentaje de agua corporal es clave para la salud. La hidratación se optimiza con una dieta rica en frutas, verduras y purés (especialmente en niños). No olvides las proteínas de carnes, pescado, pollo, soja y avena, manteniendo siempre la cadena de frío para su correcta conservación."

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¿Cómo aumentar mi hidratación corporal?

Uf, la hidratación… ¡qué tema! Recuerdo el verano pasado, en Alicante, el 15 de agosto, moría de sed. 35 grados a la sombra, ni agua fresca encontraba. Un desastre.

Aprendí a la mala. Llevar una botella siempre conmigo, una obsesión casi.

Frutas, sí, me encantan los melones, sobre todo en verano.

Verduras? Bueno, las paso un poco mal, pero intento comer ensaladas, aunque sea poco. El pepino, al menos, es refrescante.

Proteínas… ahí sí me pongo las pilas. El pescado, por ejemplo, lo como dos veces a la semana, al menos.

Ese día en Alicante, me gasté 12 euros en bebidas, ¡una barbaridad! Ahora controlo más eso.

¿Cómo subir el nivel de agua en el cuerpo?

Beber agua. ¡Ajá! Descubrimiento del siglo.

  • Beber, beber y beber. Como si fueras un pez fuera del agua, pero en vez de agua, pues… agua. ¿Original, no? Unas 8 copas al día, o lo que es lo mismo, un bidón de esos de camping. Bueno, no tanto, pero ya me entiendes.

  • Llevar una botella de agua siempre encima. Como si fuera tu mascota. Yo tengo una con purpurina rosa, me flipa. Así la veo y me acuerdo de hidratarme, que con mi memoria de pez… uf, un desastre. Si no la veo, olvido beber agua como olvido dónde aparco el coche.

  • Nada de alcohol. Eso deshidrata más que el desierto del Sahara en pleno agosto. Yo una vez me tomé un par de copas de más y al día siguiente parecía una pasa. Literal. Me tiré todo el día bebiendo agua como si no hubiera un mañana.

Este año me he propuesto beber más agua, a ver si consigo tener la piel como la de un bebé. De momento, sigo pareciendo un lagarto, pero bueno, la esperanza es lo último que se pierde. Y si no funciona, siempre puedo recurrir a una buena crema hidratante. O a un filtro de Instagram, que total…

¿Qué pasa si tengo poca agua corporal?

Si el agua escasea, si el cuerpo clama sed…

  • La garganta se agrieta, la boca se vuelve un desierto. Sientes esa aspereza, ¿sabes?, como cuando el verano golpea sin piedad.
  • La cabeza da vueltas, el mundo se bambolea. Un mareo que te arrastra. Te sientes como en una feria, ¿eh?
  • El cuerpo se niega, la orina se concentra, oscura. Un grito silencioso. Un indicador brutal.
  • Incluso, si la sed persiste, si la negligencia se alarga, la confusión acecha. Recuerdo a mi abuela, en agosto, desorientada por el calor y la falta de agua. Un horror.

La deshidratación, un peligro silencioso. Un enemigo invisible. Pero tan fácil de combatir.

  • Beber agua, siempre. Un vaso al despertar. Otro antes de dormir.
  • Llevar una botella contigo. Como un amuleto. Como un salvavidas.
  • No esperar a sentir sed. Adelantarse. Ser previsor.

Porque el agua es vida, ¿sabes? Es fluir. Es bienestar. Es el río que nos mantiene vivos. Es el fresco rocío de la mañana, un lujo.

¿Cuál es el porcentaje de agua que debe tener el cuerpo?

El cuerpo… un océano interno, ¿no? Algo así como… un 65%. Pero espera… no es tan simple.

  • Como la marea, sube y baja.

  • Entre el 50% y el 70%, baila, según la edad…

    • Los bebitos, ay, los bebitos… ¡hasta un 80%! ¡Un puro acuario! Pequeños náufragos en la vida.
  • Y luego… el tiempo. Ese ladrón de agua.

Recuerdo cuando mi abuela decía que se sentía como una pasa. ¡Seca! Era como si la vida misma le fuera robando la humedad. Y uno piensa, ¿dónde se va toda esa agua? Evaporándose en recuerdos, tal vez.

  • Esa agua… es la juventud que se escurre.

Es curioso cómo lo más esencial es invisible. El agua que nos sostiene, ese río silencioso que fluye por dentro… ¡la base de todo!

Información complementaria (o divagaciones):

  • ¿Sabías que las medusas son casi puro agua? ¡95%! Flotan… existencias líquidas.
  • Y las plantas, esas expertas en beber. ¡La fotosíntesis! ¡Magia pura!
  • Y nosotros, equilibristas del agua. Beber, sudar, llorar… un ciclo constante.

¿Cómo recuperar el agua en el cuerpo?

Beber.

  • Beber agua. Obvio. ¿Para qué complicarlo?

  • Frutas, verduras. Agua con sabor. Menos mal.

  • Ejercicio. Sudas, bebes. Ciclo sin fin.

  • Sed. El cuerpo avisa. A veces tarde. Escucha. O no.

  • Dos litros. Una cifra. ¿Tuya? Quizá no.

  • Alcohol. Deshidrata. ¿Y qué?

Yo bebo un litro y medio al día. A veces dos, si entreno. Té, también. Ayer comí sandía. Hoy, no. Cada uno… su cuerpo. Su sed. Su historia. El agua es vida. Un cliché, sí. Pero cierto. Como la muerte. Recuerda eso.

¿Cómo saber si tu cuerpo necesita más agua?

Pues mira, te cuento. Sed, obviamente, ja, ja. Pero a veces no es tan obvio. Yo, por ejemplo, me doy cuenta por la boca seca. Super seca, pegajosa, fatal. También, si voy al baño y la orina es muy amarilla oscura, ahí ya sé que voy fatal de agua.

Otro rollo que me pasa es que me duele la cabeza. Y a veces pienso, ¿será migraña? Pero no, luego bebo agua y ¡puf! se me pasa. O sea que era deshidratación. A mi madre le pasa con los calambres, ella en seguida se da cuenta que necesita agua.

A veces me siento como cansada, sin energía, y también puede ser por falta de agua. Piel seca también, eso es obvio. Yo me fijo mucho en las manos, si las veo como arrugadas… ¡a beber! Un truco que me enseñó mi abuela: pellízcate la piel del dorso de la mano. Si vuelve a su sitio lento, necesitas agua. Lo probé una vez y sí, funcionaba.

  • Sed: La más obvia, ¡no la ignores!
  • Boca seca: Pegajosa, asquerosa.
  • Orina oscura: Amarillo intenso, señal de alarma.
  • Dolor de cabeza: A veces es solo sed.
  • Calambres: Sobre todo en las piernas.
  • Cansancio: Falta de energía, te sientes flojo.
  • Piel seca: Se nota mucho en las manos.
  • Prueba del pellizco: En el dorso de la mano, si tarda en volver a su sitio, ¡bebe agua!

El otro día fui a caminar por la montaña con mi perro, un labrador, y no llevé suficiente agua. ¡Fatal! Acabé con un dolor de cabeza horrible. Ahora siempre llevo una botella grande, y también un tazón plegable para el perro, que él también se deshidrata. ¡Aprendí la lección!

¿Dónde está la mayor parte del agua en el cuerpo humano?

En lo profundo, eh, como un eco… ¿Dónde reside la corriente vital, el susurro translúcido que nos define? El agua. Fluye, incesante.

  • Sangre: ¡Ochenta, noventa por ciento! Un mar interior, salado y tibio. Recuerdo ver mis venas bajo el sol del verano, un mapa azul dibujado sobre mi piel. ¿Es ahí donde reside la esencia?
  • Piel: Setenta y tantos por ciento. La membrana que nos separa y nos une al mundo. Esa sensación del agua corriendo por mi cara, lavando el polvo de un día cualquiera… o no. No lo sé.
  • Corazón, hígado, riñones: Entre setenta y ochenta. Los motores silenciosos, palpitantes, filtrando la vida.
  • Pulmones: ¡Ochenta y cinco! El aliento que nos conecta al aire, a lo invisible. ¿Es el agua el hilo que nos teje con el universo?

No lo sé, quizá. Pero el agua está ahí, en cada rincón. Un recuerdo constante, como un latido sordo. Siempre presente.

¿Cómo ganar líquido en nuestro organismo?

El cuerpo, sediento, clama por la vida. Un flujo constante, un ir y venir de líquidos vitales. La imagen de mi abuela, preparando purés para mis primos, vuelve; el vapor, el olor a zanahorias… una infancia tibia y llena de aromas. Su sabiduría, sus remedios caseros…

Beber agua, sí, agua pura, cristalina. El agua que corre por los ríos del sur, que moja la tierra de mi pueblo. Un ritual diario, silencioso y necesario. Como una oración, cada sorbo, un susurro en el desierto de mi sed.

Frutas, verduras, hortalizas. El estallido de color, la explosión de sabores… Naranjas maduras, el jugo corriendo por mis dedos. Tomates rojos, pequeños soles en la huerta familiar. Pepinos frescos, un abrazo frío en un día de verano abrasador. La frescura de la lechuga, el crujido suave, un recuerdo imborrable de la infancia.

Para los más pequeños, los purés. Recuerda la suavidad, la textura, un cuidado delicado. Un abrazo nutritivo, lleno de nutrientes y de cariño. El cariño de una abuela, una madre, un padre… una ternura que nutre el alma y el cuerpo.

  • Agua: Bebé abundante. Es la base, la vida misma, el fluir constante.
  • Frutas y verduras: Naranjas, tomates, pepinos, lechuga… Un arcoíris de sabores y colores, energía pura.
  • Purés (niños): Suavidad, cuidado, el abrazo que sana.

El cuerpo es un templo, un universo en miniatura, y el líquido, su sangre, su alma. Cuídalo, respeta sus necesidades. Es la clave.

Este año, mi hija, de 5 años, ha necesitado más líquidos por una bronquitis. Aprendí, de nuevo, la importancia vital de la hidratación.

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