¿Cuáles son los beneficios de enjuagar con agua con sal?

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Ay, ¡el agua con sal! Recuerdo a mi abuela usándolo siempre para las anginas. Para mí, es un remedio casero mágico, aunque sencillo. Siento ese alivio inmediato, esa sensación de limpieza profunda que va más allá de un simple enjuague. Claro, sé que la ciencia habla de ambientes hipertónicos y tal, pero para mí, es más que eso: es un abrazo reconfortante para mi boca irritada, una promesa de sanación que me transmite una tranquilidad inmensa.

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¿Beneficios del agua con sal? ¡Ay, qué pregunta tan bonita! Me trae tantos recuerdos… Recuerdo a mi abuela, esa mujer sabia con manos arrugadas pero llenas de magia, siempre con su vaso de agua salada a mano. Para una garganta inflamada, ¡ni te cuento! Era su panacea, su comodín, su… ¿cómo decirlo?… ¡su abracito curativo! Y ahora, yo hago lo mismo, ¿verdad? Es como un ritual, algo que me conecta con ella, con su sabiduría ancestral.

Es que, ¿no os pasa? Ese alivio inmediato, ese frescor que te recorre la boca, ¡es increíble! Sé que los científicos hablan de osmosis, de ambientes hipertónicos que eliminan las bacterias… bla, bla, bla… Pero para mí, eso es sólo parte de la historia. Para mí, es mucho más que eso. Es una caricia suave, un bálsamo para el alma y el cuerpo.

Recuerdo una vez, hace años, tuve una amigdalitis de campeonato. ¡Una pesadilla! Estaba hecho polvo, con la garganta como si me hubieran pasado un cepillo de alambre. El médico, por supuesto, me mandó antibióticos, pero entre tomas, ¿qué hacía? ¡Enjuagues con agua salada, claro! Sentía como si la inflamación se fuera, poquito a poco. Es una sensación tan profunda, tan real… No es sólo que calme el dolor, es que te sientes… ¿limpio por dentro? Como si estuvieras lavando tu alma, exagerando un poquito, pero ¡es la verdad!

A veces pienso… ¿será que la efectividad se multiplica por la fe que le ponemos? Porque, entre nosotros, he leído que algunos estudios dicen que el agua con sal ayuda a reducir la placa bacteriana, que reduce la inflamación… ¡hasta un 20%! ¡Increíble! Pero, para mí, esas cifras son sólo un complemento a esa experiencia personal, tan íntima y reconfortante. Es el remedio de la abuela, el abrazo que cura, el susurro de la tradición. Y eso, amigos, no tiene precio.