¿Cuándo empieza a extrañar un bebé?

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Ay, ¡qué ternura! A mí me parece que extrañar de verdad, con esa cosita en el corazón, empieza cuando los bebés se dan cuenta de quiénes son su gente, ¿no? Entre los 6 y 8 meses, cuando lloran si no ven a mamá o papá, no es solo miedo, ¡es que los echan de menos! Sienten esa necesidad de estar con quien les da amor y seguridad. Me da cosita pensar en sus pequeños corazones sintiendo esa ausencia.

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¿Cuándo empieza uno a echar de menos a su bebé? Ay, qué pregunta… ¡me pone los pelos de punta! Recuerdo cuando mi pequeña Lucía tenía seis meses, un terremoto de sonrisa y patadas, y de repente… ¡el llanto! Un llanto desgarrador si yo salía de la habitación, incluso si solo iba al baño. ¿Será que ya me extrañaba? ¿O era solo el instinto de supervivencia? Creo que fue entonces, ¿no? Alrededor de los siete meses, sí, ese puntito en el corazón se empezó a apretar cada vez que la dejaba con mi suegra, por más que supiera que estaba en buenas manos. Era algo más que miedo, ¿verdad?

No era solo que quisiera la teta (aunque eso también, ¡qué teta!), era una necesidad profunda de mi presencia, de mi olor, de mi voz. Me desgarraba el alma, ¿sabes? Como si una parte de mí se quedara con ella, y otra se quedara aquí, completamente desgarrada. Leía por ahí que entre los seis y ocho meses, los bebés empiezan a entender la permanencia de los objetos, o sea, que aunque no los veas, siguen existiendo. Y claro, ¡si aplican eso a sus mamás!, ¿cómo no van a extrañarnos?

Es que es tan intenso ese vínculo, ¿no? ¡Como un cable invisible que nos une a ellos! Recuerdo una vez, mi marido tuvo que viajar por trabajo. Lucía tenía ocho meses, y aunque la cuidé, yo misma me sentí extrañando su risa, su mirada fija en la mía… Me daba cuenta de lo mucho que ambos nos necesitábamos. Y sí, esas cifras que leí, de esos estudios… se quedan cortas. ¡No pueden medir la intensidad de ese amor! No se puede cuantificar lo que se siente cuando un bebé te mira con esos ojos grandes y te sonríe, como diciendo: “Aquí estoy, necesito de ti”. Es una sensación única, indescriptible… y agridulce, a veces.