¿Por qué los hoteles siempre huelen igual?

¿Por qué los hoteles siempre huelen igual? Ay, esa pregunta me la he hecho mil veces. Recuerdo una vez, en un viaje a Roma – ¡qué caos, qué maravilla! – me alojé en un hotelito pequeño, familiar, con una limpieza impecable, pero que olía… a limpio, sí, pero a limpio genérico. Nada de ese aroma característico que uno espera. ¿Y qué era ese aroma? Esa sensación de limpieza que parece flotar en el aire, una especie de abrazo olfativo que te envuelve al entrar…

Resulta que, ¡sorpresa!, es toda una estrategia. Los hoteles, los grandes al menos, no se conforman con sábanas limpias y camas cómodas. No, no. Se preocupan por ese “algo más”, esa marca olfativa que tanto me intrigaba. Dicen que utilizan aromas específicos, combinaciones cuidadas que evocan lujo y limpieza, ¡claro que sí! Piénsalo, ¿quién no se siente mejor en un ambiente que huele a… a eso, a hotel, a limpio y sofisticado?

He leído por ahí – creo que en un artículo, o quizás en un blog, ya ni me acuerdo – que el 70% de los recuerdos se asocian a olores. ¡Increíble, verdad?! Y vaya si lo creo. A mí me pasa. Ahora, al pensar en un hotel, no sólo recuerdo el viaje, la ciudad, o las personas que conocí, sino también ese olor tan peculiar. A veces incluso echo de menos esa fragancia, ¿es raro, no? Me pregunto, si cierro los ojos, ¿podría distinguir entre el olor de un hotel en París y otro en Nueva York? Probablemente no… pero la sensación de confort, esa sí la recuerdo perfectamente. Es como una especie de magia, ¿no? Una fórmula secreta para hacerte sentir como en casa, pero mejor, mucho mejor.

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