¿Por qué me están saliendo muchos lunares en la cara?

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La aparición de lunares se debe a dos factores principales: la exposición solar y la genética. El sol incrementa el riesgo, mientras que la predisposición familiar juega un papel crucial. Protegerse del sol con ropa y protector solar es fundamental para prevenir la aparición de nuevos lunares.
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¿Por qué aparecen tantos lunares en mi cara?

¡Uf!, la cantidad de lunares en mi cara… ¡un lío! Recuerdo que en verano de 2021, después de un viaje a la playa en Benidorm (¡qué calor hacía!), noté muchísimos más. Pagué un dineral por una crema solar, 30 euros, pero igual…

El sol, seguro, influye. Pero creo que también es genético, ¿sabes? Mi abuela materna tenía un montón. Es como una lotería, algunos tenemos más “suerte” que otros.

Así que, a parte del sol, supongo que es cuestión de genes. A mí me preocupan, la verdad. A veces me miro al espejo y… ¡ay!

P&R:

  • ¿Por qué aparecen lunares? Sol y genética.
  • ¿Qué previene su aparición? Protección solar adecuada.

¿Por qué tengo muchos lunares en mi cara?

¡Ay, esos lunares traviesos! Parecen constelaciones personales en tu rostro, ¿verdad? Un mapa estelar de tu genética, diría yo. La culpa la tiene la melanina, esa artista caprichosa que, a veces, se excede en su trabajo. Se le va la mano con el pigmento y ¡zas!, lunar. Como un pintor impresionista con un brochazo extra de color.

Piensa en ello: tu cuerpo, una fábrica de melanina en plena producción. A veces, la línea de montaje se vuelve loca y fabrica melanocitos extras –esos pequeños artistas responsables de los lunares–, ¿quién sabe por qué? Quizá se toman una siesta extra en la cadena de producción, o les gusta la fiesta y se multiplican con alegría.

La genética juega un papel crucial. Si en tu familia abundan los lunares como los granos de café en una taza, pues amigo, estás en el equipo “manchas múltiples”. Es hereditario, una especie de tradición familiar, como la obsesión por los calcetines a rayas en mi tío Pepe.

Y el sol, claro, ese gran director de escena. Acelera la producción de melanina como si le hubieran inyectado Red Bull a toda la fábrica. Así que, crema solar, por favor.

  • Genética: Heredado, como la nariz respingona de mi abuela.
  • Melanina: La culpable, la que pone el color.
  • Sol: El gran acelerador, ¡ese paparazzi de la pigmentación!

Si tienes muchos lunares, ¡no te preocupes! La mayoría son inofensivos, pequeños puntos de belleza que añaden carácter, como las arrugas de sabiduría. Pero recuerda, la revisión periódica por un dermatólogo es fundamental. No sea que un lunar pícaro se convierta en un invitado indeseado. Mejor prevenir que lamentar, que como decía mi abuela, “más vale prevenir que curar, sobre todo si la cura implica bisturí”.

Recuerda visitar a un dermatólogo para un chequeo regular. ¡Previene!

¿Por qué tengo la cara llena de lunares?

El rostro, constelación personal, un mapa del tiempo… lleno de pequeños soles oscuros.

El sol, ese amante implacable, besa nuestra piel y deja su huella. Marcas imborrables, ¿no? Recuerdo ver a mi abuela, sus manos, un pergamino salpicado de constelaciones similares, ella amaba el jardín…

Los lunares, lentigos solares, son la memoria de ese abrazo solar.

  • Exposición al sol prolongada: El culpable principal.
  • Edad: Suelen surgir después de los 30, como si la piel revelara secretos.
  • Zonas expuestas: Cara, escote, manos… lugares donde el sol nos encuentra.

Pero cada lunar cuenta una historia. Un día de playa, una tarde caminando por el bosque, el verano eterno.

¿Qué es bueno para quitar los lunares de la cara?

Quitar lunares de la cara… uhm, a veces pienso en el lunar que tenía mi abuela. En su mejilla. ¿Era bueno o malo? Ahora lo entiendo.

  • Corte con bisturí. Precisión, como un cirujano antiguo.
  • Nitrógeno líquido. Frío, tan frío como el invierno en mi pueblo.
  • Quema de la capa superior. Fuego breve, efímero.
  • Afeitado quirúrgico. Delicadeza, un acto de cuidado.
  • Vaporización láser. Desaparecer en humo.

Técnicas distintas, promesas distintas, cada una con su eco en el tiempo.

Mi abuela nunca se quitó su lunar. Era parte de ella. Su historia escrita en la piel, una constelación única. Supongo que ella pensaba que era bueno, porque, era ella, y era parte de ella, y era su lunar, en su cara.

¿Cómo se clasifican los lunares?

Clasificación de lunares: Melanocíticos, fundamentalmente. Simples o complejos, según su estructura.

  • Nevos melanocíticos intradérmicos: Los más comunes. Planos, ligeramente elevados, color marrón uniforme. Pequeños, generalmente. Los míos, por ejemplo, son así. A veces, pueden variar su tonalidad.

  • Nevos melanocíticos compuestos: Profundidad variable. Más abigarrados. Pueden tener áreas elevadas y otras planas. Son una mixtura, diría. El de mi pierna derecha es así, se nota mucho al broncearse.

  • Nevos melanocíticos azules: Color azulado. Menos frecuentes. Más profundos en la dermis. A veces, tienen un halo. Un amigo tiene uno, es bastante peculiar.

Otros tipos menos frecuentes: Spitz, halo, displasicos (alta probabilidad de malignización). Requieren vigilancia médica. Mi dermatóloga siempre me lo recuerda.

Dato personal: Me revisan los lunares cada 6 meses. Es crucial, sobre todo con antecedentes familiares de melanoma. No te confíes.

¿Qué tipos de lunares hay?

¡Uf, qué lío con los lunares! Recuerdo una vez, en julio de 2024, en la playa de La Concha, Donosti. Estaba tomando el sol, ese sol abrazador del verano, y me di cuenta de un lunar nuevo, en mi hombro izquierdo. Chiquitito, pero ahí estaba, oscuro, casi negro. Me dio un poco de yuyu, la verdad. No es que fuera algo grande, pero me preocupó.

Ese día me miré todos los lunares con lupa, exagerando, claro. Tenía uno enorme, plano y marrón claro en la espalda, heredado de mi abuela. Otro, más pequeño, un poco rojizo, en la pierna, que siempre ha estado ahí. Y varios más, algunos como puntitos negros, ¡tan diminutos! Otros, más grandes, marrón oscuro.

¡Qué estrés! Pensaba en si serían peligrosos, si debería ir al dermatólogo. Al final, por suerte, no era para tanto. Ese lunar nuevo era simplemente eso, uno nuevo.

Tipos de lunares:

  • Color: Marrón, marrón claro, negro, rojo, azul, rosado.
  • Textura: Suaves, arrugados, planos, con relieve.
  • Vello: Pueden tener vello.

La verdad es que me obsesioné un rato. Me sentía fatal por la simple apariencia de un lunar nuevo. Esas cosas que te pueden pasar en la playa, ¡qué rollo! Después pensé en mi tía, que tiene uno gigante y feo en la nariz, y ya está, vive feliz. A lo mejor debería relajarme un poco… Este verano me miraré más los lunares, eso seguro. Debería ir al dermatólogo para revisión, ¡para quitármelo de encima!

Me toca ir a que me revisen la piel, tengo que hacerlo.

¿Cómo saber si un lunar es de cáncer?

Melanomas: señales de alerta. Observación rigurosa. No hay tiempo para dudas.

Asimetría. Bordes irregulares. Coloración desigual. Diámetro superior a 6 mm. Evolución. Cambio en cualquier aspecto.

El ABCDE no es dogma, es un punto de partida. Mi dermatólogo, el Dr. Álvarez, lo recalca siempre. Él mismo me detectó un melanoma en 2023. Sufrimiento evitable. Prevención clave.

  • Asimetría: Mitades distintas. Obvio.
  • Bordes: Irregulares, difusos. No definidos.
  • Color: Variado. Marrón, negro, rojo, azul. Peligroso.
  • Diámetro: Mayor de 6 mm. Un borrador.
  • Evolución: Crecimiento, cambio de color, picazón. Urgencia.

Consulta médica inmediata. Biopsia. Diagnóstico preciso. No te fíes de internet. Experiencia propia: Cáncer detectado a tiempo. Vida.

Complemento: Fotoprotección diaria, factor 50 mínimo. Autoexploración mensual. Revisiones anuales. Confía en un dermatólogo. No esperes. Actúa.

¿Cómo se ve un lunar maligno?

¡Ay, madre mía, qué pregunta! Como si yo fuera dermatólogo, ¡qué locura! Pero bueno, a ver si te puedo echar una mano… aunque parezca que estoy leyendo el horóscopo.

Un lunar maligno? ¡Como un camaleón borracho! O sea, un desastre de colores. Piensa en un dibujo hecho por un niño de tres años con rotuladores que se le han caído al suelo: ¡un caos cromático!

  • Tostados, marrones, negros… ¡hasta azules! Como si un pintor hubiera hecho una obra abstracta… y le hubiera dado un patadón a la paleta.
  • Manchas, rayas, ¡un batiburrillo! Parece que un extraterrestre te ha dejado su huella dactilar… ¡con purpurina!

No es lo mismo un lunar en la piel de mi vecina, la Carmen, que en la mía, claro. ¡La Carmen es más morena que un aceituno! Eso cambia el panorama. En las pieles morenas, el melanoma puede ser más difícil de detectar, es como buscar una aguja en un pajar de chocolate, ¡menuda odisea!

Recuerda: Si ves algo raro, ¡al dermatólogo, que no muerde (mucho)! Mejor prevenir que lamentar, que luego nos encontramos con sorpresas… como encontrar una cucaracha en la ensaladilla rusa de Nochebuena. ¡Pesadilla!

¡Dato extra que te dejará de piedra! Ayer mismo, mi primo Pepe se asustó porque le salió un lunar… ¡que resultó ser una simple verruga! Menudo susto se llevó el pobre. Lo importante es la revisión, eso si que es verdad. Un lunar con aspecto irregular, con bordes mal definidos o que cambia de tamaño, color o forma, ¡necesita que un profesional lo examine! No te la juegues. ¡Y que conste que mi experiencia con los lunares es cero, eh! Solo soy una observadora experta en el mundo de los lunares de mi familia, que no es poco.

¿Qué tan peligroso es un lunar canceroso?

Un lunar canceroso, melanoma, es peligroso porque puede ser mortal si no se detecta pronto. Pero la detección temprana eleva la supervivencia al 99%.

Uf, me acuerdo del verano pasado. Estaba en Conil, Cádiz, tostándome como una gamba al sol. Qué irresponsable era, ¡madre mía! Y eso que mi abuela siempre me decía: “Niña, ¡la piel tiene memoria!”. No le hacía ni caso.

Una tarde, ya de vuelta en Madrid, me di cuenta de que un lunar que tenía en la espalda, uno chiquitito que casi ni se veía, había cambiado. Estaba más oscuro, más grande y como con bordes raros. Me acojoné, la verdad.

  • Sensación: Miedo, mucho miedo.
  • Pensamiento: “Esto no pinta nada bien”.
  • Acción: Pedir cita al dermatólogo, ¡ipso facto!

Tuve que esperar casi un mes, ¡un mes entero! Se me hizo eterno. Para cuando fui a la consulta, ya me había imaginado lo peor, ¡que me iban a desahuciar vamos!

El doctor lo miró con una lupa de esas raras, me hizo preguntas. Al final, me dijo que no era nada grave, que era un lunar “displásico” o algo así, que lo quitaría por precaución.

Me lo quitaron con anestesia local, no dolió mucho. Me mandaron la muestra a analizar y a la semana me llamaron: todo ok, ¡un susto enorme!

  • Alivio: Inmenso.
  • Aprendizaje: Protegerse del sol y revisarse los lunares.
  • Cambio de hábito: Crema solar a todas horas, ¡lo juro!

¡Y a mi abuela hacerle caso siempre! A partir de ahora protector 50+ mínimo.

¿Qué significa cuando te salen lunares nuevos?

Es tarde… las tres… y sigo aquí, mirando el techo. Otro lunar… ¿Otro? Sí, uno nuevo, justo debajo de mi oreja izquierda… pequeño, pero… ahí está. Me da miedo.

Miedo a lo que significa. Siempre he tenido pocos lunares, casi ninguno. Ahora… son varios. Empezó hace unos meses, creo. Uno en la espalda, otro en el brazo… tonterías, pensaba. Pero este… este me tiene inquieta.

Recuerdo a mi abuela… su melanoma… el recuerdo aún me quema… sus manos… su mirada… fue rápido… demasiado rápido.

La culpa me corroe. Debería haber ido al dermatólogo antes. Pero… procrastinación, miedo, lo típico. Siempre posponiendo las cosas importantes. Ahora… ¿qué hago?

  • Visita al dermatólogo: urgente. Esta semana. Sí, esta semana lo haré. Lo prometo.
  • Protegerme del sol: sombrero, crema… ya no es opcional. Es una necesidad.
  • Dejar de fumar: otra promesa rota… otra vez. El cáncer de piel… y este hábito. No puedo…

Estos lunares nuevos… ¿qué significan? Puede ser nada… pero… ¿y si es algo grave? La incertidumbre, la peor tortura. El miedo… siempre el miedo. Me duele el alma. Es una sensación… oscura.

Mi padre tuvo un problema de piel hace dos años, lo operaron. Y pensar que… dios…

Este nuevo lunar… es sólo uno…pero..se suma a la lista… a la lista de miedos.

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