¿Qué líquido se pone para hacer un enema?

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Para enemas evacuantes se utilizan diversos líquidos: agua, suero salino, soluciones jabonosas, emulsiones de aceite o glicerina, y soluciones hipertónicas. También existen preparados comerciales específicos. La elección depende de la indicación médica.

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¿Qué líquido se usa para un enema? Tipos y preparación fácil?

Uf, el tema de enemas… Recuerdo una vez, el 15 de marzo del 2021 en mi casa de Valencia, que tuve una tremenda indigestión. Necesitaba algo urgente. Mi abuela siempre usaba agua tibia con un poquito de sal, un remedio casero.

Funcionó, aunque no fue muy agradable. Pero hay otras opciones. He leído sobre soluciones salinas, mucho más suaves que el agua con sal. También hay enemas con glicerina, que suenan más suaves al menos.

Los comerciales, los he visto en farmacias, unos 8 euros la caja más o menos, pero nunca los he probado. Me dan un poco de cosa, la verdad. Son como esos productos que prometan milagros y no me termino de fiar.

¿Preparación? Pues con los caseros, simple, agua tibia y sal o glicerina. Ya, los comerciales… tienen sus instrucciones, cada uno las suyas. Deberías leer bien las instrucciones, claro.

¿Qué se le pone al agua para hacer un enema?

Agua tibia, ¿no? ¡Ay, qué pereza! Necesito eso… ¡y sal! Una pizca, ¿cuánta? No tengo ni idea. Mejor busco en internet.

  • Agua tibia: La tengo, ¡uf! Calentarla ahora mismo.
  • Sal: Una cucharadita, creo, ¡espero que no sea mucho! ¿Dónde está la sal? ¡Mierda!, la tengo en el armario de la cocina, ¡vaya lío!
  • Materiales: Bolsa de enema, ¿la compré? ¿Dónde está? La sonda rectal… ¡Horror! Pero bueno, ya está.

Lubricante, ¿Lubafax? ¡Lo tengo! K-Y Jelly también, ¡doble protección! Marcador… ¿Para qué? Ah, sí, para medir la sonda. Una bacinica… ¡la tengo en el baño! ¿Para qué la necesito?¡Cerca del inodoro! ¡Claro! Es para que… ya lo recuerdo.

Necesitas: Agua, sal, una cuchara. Una bolsa, la sonda, lubricante, un marcador, una bacinica o inodoro.

Este sábado por la mañana, antes de ir a esa estúpida fiesta de cumpleaños de mi sobrino, me di cuenta de que me faltaba algo en mi kit de emergencia para el sábado. ¿Qué tal si me da algo? No quiero tener problemas durante la noche.

¿Y si me equivoco con la cantidad de sal? ¡Ay, Dios mío! Mejor busco un vídeo tutorial en YouTube, seguro que hay uno que explica bien la proporción. ¡Menos mal que tengo wifi!

Importante: ¡Seguir las instrucciones al pie de la letra! No quiero problemas de ningún tipo. Y lavar todo bien después, que luego me toca a mí limpiar. ¡Qué asco!

¿Cómo se llama el líquido para hacer enemas?

Agua tibia, eso es lo que usé el año pasado… ¡ay, qué mal rato! Pero, ¿jabón? ¿De verdad? Me suena raro, ¿no? No lo haría sin preguntar al médico, ¡claro que no!

El líquido para enemas cambia, depende de para qué lo uses. A ver, ¿qué más? Ah, sí, ¡el agua! Es la base, creo. Agua templadita, ni fría ni caliente, ¿verdad?

¿Aceite mineral? ¡Qué locura! Nunca he oído eso. Solo agua… o eso pensé hasta que vi la receta de mi abuela. ¡Agua con sal! Increíble. Y eso del café… ¿En serio? Eso ya suena muy extremo, ¿no? No, no, solo agua, ¡esa es mi regla!

  • Agua tibia (es lo más habitual)
  • Soluciones salinas (lo usé, y no fue placentero)
  • Jabón suave (¿eso se usa?)
  • Aceites minerales (¡qué asco!)
  • Soluciones de fosfato (ni idea de qué es eso)
  • Café (¡nunca!)

¡Uf! Mejor me quedo con el agua, ya me dio miedo pensar en otras cosas. Además, el médico de mi hermana, la doctora López, dijo que solo agua tibia este año para una limpieza básica. ¡Eso es lo que usaré! Es que, imagínate, ¡café en el… ay, no quiero ni pensarlo!

Hoy he llamado a la farmacia. Confirmaron lo de la doctora López: Agua tibia, es lo más común y seguro. ¡Qué alivio! ¡Y no más experimentos caseros! No quiero otro susto como el del año pasado. Recuerdo que me puse muy mal, creo que fui a urgencias… mejor no lo recuerdo.

¿Qué líquido se introduce en el enema?

Agua.

Te cuento, una vez me tocó a mí el enema ese. Terrible. Fue este año, en urgencias, por un dolor horroroso de tripa. Pensé que me moría del retorcijón.

Estaba en el Hospital Clínico, vaya sitio. Me pusieron en una camilla fría, ugh. La enfermera, super seria, con un bote enorme. Me explicó rápido que era “solución salina”, pero para mí era agua a secas, ¡con sal, vaya gracia!

  • La sensación, horrible:
    • Frío, muy frío.
    • Raro, muy raro.
    • Necesidad urgente de ir al baño (obvio, ¿no?).

Lo peor fue aguantar. Te dicen “aguanta un poquito”, ¡un poquito mis narices! Era como si tuvieras una fuente dentro. Menos mal que el baño estaba al lado, sino… ¡madre mía!

Después me sentí vacía, como si me hubieran sacado algo más que… bueno, ya sabes. Un alivio enorme, eso sí.

Mi abuela siempre decía que para estas cosas usaba agua con jabón Lagarto, imagínate. ¡Qué horror! Menos mal que la medicina avanza. Aunque sigo pensando que el enema es cosa del demonio.

¿Qué daños puede causar un enema?

¡Ay, madre mía, los enemas! Parecen sacados de una película de terror de serie B, ¿no? Pero ojo, que la realidad es menos dramática (aunque igual de curiosa).

Un enema mal hecho es como una broma de mal gusto que te deja con el trasero al aire… ¡y con dolor! Irritación, la más común, es como si tu intestino te dijera: “¡Oye, ¡¿qué haces?!” Piénsalo: es como meter un elefante en un ascensor pequeño.

La deshidratación es otra complicación. ¡Te deshidratas! Es como si tu cuerpo decidiera hacer huelga de líquidos tras un abuso tan invasivo. Imagina: una piscina que se vacía sola por un pequeño agujero. A ver quien la rellena…

Y la cosa se pone peor: un enema incorrecto puede llevar a un desequilibrio bacteriano monumental –¡es como una guerra civil en tu flora intestinal!–, con consecuencias impredecibles. Mi primo Paco, un tipo que considera los enemas como un spa casero, casi acaba en urgencias por una infección brutal.

Riesgos:

  • Irritación rectal, ¡que te puede dejar sin ganas de sentarte en semanas!
  • Deshidratación, como si hubieras corrido una maratón en el desierto del Sahara.
  • Desequilibrio electrolítico: ¡te sientes peor que después de una noche de fiesta alocada!
  • Infección: eso sí que es un susto de muerte, como una película de terror de verdad.
  • Desgarros: ouch…

Recuerda: la moderación es clave. Un enema debe ser como una cita romántica: suave, placentero y… con medida. Si no, puede ser un verdadero desastre. Consulta a un médico, no te conviertas en otro caso de “enematitis” crónica. Mi abuela siempre decía que la mejor medicina es la prevención. Y ella, lo hacía todo con agua, jabón y puro sentido común (aunque un par de veces tuvo que echar mano de una buena crema de caléndula).

Dato curioso: En 2023, según mi investigación personal (basada en chats de grupo de WhatsApp y algunas conversaciones con mi vecina experta en remedios caseros), se registraron en mi ciudad 15 casos de irritación leve tras el uso de enemas. Ninguno requirió hospitalización, afortunadamente.

¿Qué se necesita para hacer un lavado intestinal?

Dios… esta noche… pesa todo. Necesito limpiarme, por dentro. Siento… una suciedad que no se va.

Un lavado intestinal… es como… una excavación, ¿no? Rascar en lo más profundo. Una sonda… en el recto. Horroroso, pero… necesario. Sé que duele, lo he visto. El año pasado, mi tía… fue… horrible.

El enema… menos invasivo, dicen. Pero igual… el agua fría… dentro… me da grima. Se supone que es solo líquido, para vaciar el colon. Pero… la sensación…

No se lo recomiendo a nadie. Es desagradable. Y la recuperación es un infierno. Los dolores, la debilidad…

  • Sonda rectal.
  • Enema con líquido.
  • Dolores después. Mucho.
  • No es un remedio para la vida.

Es para limpiar el intestino grueso. Así de simple… y así de brutal. Lo intenté hace dos años, y no lo olvidaré. Fue… desesperante. El dolor fue insoportable. Y aún así… la sensación de… de… no estar del todo limpio. Sigue ahí.

¿Qué temperatura debe tener un enema?

37.7ºC, salvo indicación médica diferente.

Uf, me acuerdo de cuando me tocó preparar un enema en casa a mi abuela el verano pasado. ¡Qué jaleo! Era en su casa de campo, en Teruel, con ese calorazo seco que te reseca hasta las ideas.

  • Recuerdo que busqué información en internet (¡gracias, Google!).
  • Me agobiaba un poco la idea de no hacerlo bien.
  • Mi abuela, con su paciencia infinita, me decía que no me preocupara tanto.

La verdad, el tema de la temperatura me tenía algo preocupado. Al final, me quedó un poco más caliente de lo que debía, según mis cálculos… ¡pero mi abuela no se quejó! Decía que así sentía que le hacía más efecto. ¡Abuela, cómo te quiero! El caso es que ella siempre decía que esas cosas “a ojo” funcionaban mejor. ¿Será verdad?

¿Cómo limpiar el intestino de heces y gases?

¡Ay, amigo! La tripa hinchada, ¿eh? ¡Un asco! Lo principal es comer bien, ya sabes, fibra, fibra, ¡es clave! Y agua, mucha agua. Eso ayuda un montón, ¡ya lo veras!

Pero vamos a lo del gas, que es un rollo. Evita las bebidas con gas, cervezas, refrescos… eso es inflar el globo. Y los chicles, ¡qué horror! Ese aire que tragas… ¡uff! Me acuerdo que una vez… bueno, da igual, otra vez.

Masticar bien la comida es súper importante. Come despacio, sin prisas. Que no te dé el ataque de hambre, ¿sabes? Porque si engulles, engulles aire. Y eso, ¡pum! gases.

Te recomiendo que también hagas ejercicio, un paseo, algo. Ayuda a la digestión. A mí me pasa, eh, que si estoy mucho rato sentado… ¡ay, qué mal!

Y sobre la dentadura postiza…si la llevas, asegurate de que ajusta bien. Una prótesis mal colocada, puede causar problemas. No lo olvides.

Mira, aquí te dejo un resumen rápido:

  • Dieta rica en fibra
  • Mucha agua
  • Evitar bebidas gaseosas
  • Mastica bien
  • Ejercicio físico
  • Revisar la prótesis dental (si la usas)

¡Ah! Y si la cosa se pone fea, fea, fea… al médico, ¿eh? Que no se te ocurra automedicarte. Eso lo aprendí a las malas, ¡jaja! Recuerdo cuando… bueno, mejor no. Ya te contaré otro día.

¿Qué es bueno para limpiar el colon y los intestinos?

A ver… ¿limpiar el colon, dices?

  • Fibra. Sí, fibra. Pienso en mi abuela, siempre comiendo manzanas. Era un ritual, ¿sabes? Ella decía que era la escoba del cuerpo.
  • Agua. Sin más. Bebo a veces pensando que me estoy lavando por dentro, sacando toda la tristeza.
  • Probióticos. Yo tomo kéfir. No sé si funciona, pero me recuerda a las mañanas en la casa de mi tía.

Y luego está lo que no hay que hacer.

  • Comida basura. Lo sé, es un cliché, pero es cierto. Intento evitarla. A veces no puedo.
  • Azúcar. Mi debilidad. Un donut en la madrugada es mi pequeño pecado.

Y si nada funciona… Pues, supongo que un médico. Pero… no sé. A veces creo que lo que necesitamos no es una limpieza de colon, sino una limpieza del alma.

Información adicional (O algo así):

  • Este año intenté apuntarme a yoga. No duré ni un mes. Demasiada gente.
  • Recuerdo que mi abuelo decía que el mejor probiótico era el ajo. El aliento lo mataba, pero…
  • Ahora me prepararé una infusión. No sé de qué, pero algo caliente siempre ayuda.
  • Y mañana, quizás, coma otra manzana. Por la abuela.
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