¿Qué pasa en el cerebro cuando muere un ser querido?
La muerte de un ser querido provoca en el cerebro una respuesta de disociación, un intento de amortiguar el dolor emocional intenso. Esto se manifiesta como desorientación, confusión y una sensación de irrealidad. Tal respuesta, aunque natural, puede generar aislamiento al percibirse la experiencia como única e incomprendida.
¿Cómo afecta la muerte de un ser querido al cerebro?
Uf, la muerte… menudo golpe para la cabeza, ¿eh? Te juro que cuando perdí a mi abuela, allá por mayo de 2018, sentí como si me hubieran desconectado de la realidad.
Era como vivir en una peli a cámara lenta, todo borroso y sin sentido. Me costaba horrores concentrarme, hasta para ver mi serie favorita. ¿El cerebro intentando protegerme? Puede ser…
Vamos, que no entendía por qué me sentía tan atontada, como si tuviera algodón dentro. Y lo peor, la gente a tu alrededor no lo pilla, ¿sabes? Piensan que es solo tristeza, pero va mucho más allá.
Recuerdo pensar: “¿Soy la única que se siente así?”. Ahora entiendo que no, que es el cerebro intentando lidiar con el trauma, aunque lo haga de una forma un poco… confusa.
¿Qué pasa con la energía de una persona cuando muere?
¡Ay, amigo! ¡Qué pregunta tan macabra, pero fascinante! La energía, ¿eh? Se va de vacaciones, ¡a un viaje sin retorno! Se acabó el chiringuito, el cuerpo se apaga como una bombilla fundida. ¡Pum!
El calor, ese gran amigo, se pira. No hay más producción, cero patatero. Es como si tuviéramos una caldera en llamas, ¡y de repente le cortan el gas! El frío, ese intruso, se instala y ahí es donde aparece el algor mortis, que suena como una banda de metal oscuro, ¿verdad? ¡Terrorífico!
Es una bajada de temperatura que es más lenta que el tráfico en hora punta en la M-30, ¡agggg! Imaginad, ¡una maratón de frío a lo largo del cadáver! De hecho, una vez, mi tía Carmen, que es enfermera, me contó una anécdota sobre una autopsia… ¡Mejor no cuento más! ¡Demasiado espeluznante!
- El cuerpo, un edificio en ruinas.
- La energía, un inquilino que se muda.
- El frío, el nuevo ocupante.
En resumen: ¡se acabó la fiesta! La energía se esfuma, adiós muy buenas, y el cuerpo se enfría como un helado en pleno invierno. ¡Qué horror!
Ah, una cosa más. El algor mortis, ¡qué nombre más dramático!, empieza a actuar a partir de la hora de la muerte, y su ritmo es tan impredecible como mi vecina del quinto, que cambia de opinión más rápido que yo de calcetines. Depende de muchísimos factores: el ambiente, el tamaño del individuo… ¡hasta la ropa interior que llevaba puesto el difunto! ¡Increíble!
¿Cómo afecta psicológicamente la muerte de un ser querido?
Pérdida. Un vacío. Como si arrancasen un pedazo del paisaje interior, dejando un hueco que el viento silba al atravesar. El tiempo… una lija gastada que no pule, no alisa, solo raspa. Raspa el recuerdo, lo vuelve áspero.
Dolor. No una punzada. Un peso. Piedras amontonadas sobre el pecho, dificultando la respiración. Inspiración… expiración… el aire entra y sale, pero no alivia. El mundo sigue girando, ajeno, indiferente a la grieta que se abre en el alma.
Confusión. Desorientación. Un mapa borrado por la lluvia. ¿Dónde está el norte ahora? ¿Hacia dónde caminar? Los pasos se vuelven erráticos, sin rumbo. El eco de su risa, un fantasma en los pasillos de la memoria. Recuerdo el olor del café que preparaba mi abuela… sus manos tejiendo… Se fue en la primavera de este año. El aroma a jazmín me la trae de vuelta, un espejismo cruel.
- Tristeza: Profunda, ahuecando el ser.
- Rabia: Contra la injusticia, contra el silencio. Contra el propio dolor.
- Frustración: La impotencia ante lo inevitable. Querer gritar y no poder articular palabra.
- Agotamiento: Un cansancio que se instala en los huesos. El peso del mundo en los hombros.
Un consejo. Un susurro en la oscuridad. Cuidarse. Comer aunque el apetito se haya esfumado. Moverse aunque el cuerpo pese una tonelada. Dormir aunque el sueño esté poblado de fantasmas. Pequeños actos de resistencia. Un paso. Y otro. Y otro. Hacia ninguna parte. Hacia algún lugar.
La primavera pasada planté un rosal en su memoria. Rojo, como su labial favorito. Aún no ha florecido. Pero lo hará.
¿Qué sucede en el cerebro durante el duelo?
El duelo. Un laberinto.
- Niebla mental: El cerebro se protege. Disociación. Nada nuevo.
- Confusión: Los recuerdos se distorsionan. El tiempo se desdibuja.
- Desorientación: El mundo parece ajeno. No hay ancla.
La soledad es inevitable. Creemos que es nuestro. La tragedia, la mía.
Antes, creía en el tiempo. Ahora sé que solo es una ilusión. El duelo te lo enseña. Te arranca la venda.
El cerebro, un mecanismo imperfecto. Intenta sanar. A veces empeora las cosas. “La herida es el lugar por donde entra la luz”. Lo dijo Rumi. No le creí hasta ahora.
¿Te sientes solo? Todos lo estamos. Incluso tú. Quizás más.
¿Qué le hace el duelo a tu cerebro?
¡Uf! El duelo… Aún me acuerdo de la muerte de mi abuela en 2024. Fue en julio, en su casa de campo en Asturias. El olor a tierra mojada y a jazmín… terrible. Sentía un vacío, un agujero negro en el pecho. ¡Literalmente! No podía respirar bien, me faltaba el aire.
El cerebro se vuelve loco. Recuerdos, miles de recuerdos. Su risa, su olor a colonia, esas manos arrugadas tejiendo… todo inundaba mi mente sin cesar. Intentaba ordenar las cosas, pero era un caos. Como si alguien hubiera tomado mi cerebro y lo hubiera zarandeado con fuerza.
Dormir era imposible, pesadillas horribles. De día, era un zombi. Mi trabajo, ¡olvídalo! Me sentía inútil, incapaz de concentrarme.
Me costaba entender a los demás. Su pésame sonaba hueco. ¿Cómo podían seguir con sus vidas normales? Era como si estuvieran en otra realidad. Notaba mi frecuencia cardíaca acelerada todo el tiempo, una taquicardia persistente que me agotaba. ¡Qué horror!
A nivel cerebral, fue un desastre. Me afectó mi memoria a corto plazo, perdía las llaves, olvidaba citas… Era tan intenso. Incluso mi capacidad de sentir empatía estaba afectada.
- A corto plazo, la memoria de trabajo se ve afectada, como me pasó a mi.
- Las emociones son superintensos. Miedo, tristeza, rabia… una montaña rusa infernal.
- El sueño, ¡pérdida total de sueño!
- Problemas de concentración. No podía leer ni una página.
El duelo es un monstruo invisible que te destroza por dentro. Es un proceso brutal que golpea a cada parte del cerebro. Aún estoy recuperándome, lentamente. Me quedan muchas cicatrices en mi mente.
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