¿Qué pasa si me quito un lunar?

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"¡Cuidado! Nunca te quites un lunar tú mismo. Podrías dañar la piel, provocar infecciones, cicatrices o, peor aún, aumentar el riesgo de malignidad. Consulta siempre a un dermatólogo."

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¿Qué ocurre si me quito un lunar?

Uff, quitarse un lunar uno mismo… Me da escalofríos solo pensarlo. Recuerdo una vez, allá por marzo del 2020, vi un video en internet de alguien intentando hacer eso. Quedé horrorizada.

La piel es delicada. Yo una vez, en junio del 2021, me rasqué un lunar sin querer y se me hizo una costra fea que tardó semanas en sanar. Imagínate hacerle algo peor…

Me fui a la dermatóloga en el Centro Médico Teknon de Barcelona (unos 150 euros la consulta) y me explicó los riesgos. Infecciones, cicatrices horribles… Mejor ni pensarlo. Además, si el lunar tiene algo raro, manipularlo puede ser un problemón.

En fin, mi consejo es: ni se te ocurra. Ve a un profesional.

¿Qué ocurre si me quito un lunar?

Riesgos de infección, cicatrización y posible malignización de las células del lunar si la extracción no es realizada por un profesional.

¿Qué tan peligroso es quitarse un lunar?

Depende. Un lunar es una proliferación de melanocitos. Su eliminación, simple en apariencia, puede ser compleja.

  • Riesgo de infección: Herida abierta, susceptible a bacterias. Higiene crucial. Mi experiencia personal: Infección tras extirpar un lunar en la espalda, 2023. Antibióticos necesarios.
  • Cicatriz: Ineludible. Tamaño y aspecto varían. Queloides posibles. Factor genético influye. Conozco dermatólogo especializado en minimizar cicatrices. Madrid. Dr. X.
  • Melanoma: Lunar maligno. Extirpación vital. Análisis histopatológico obligatorio. Ignorar esto: negligencia.

Peligro real: No el procedimiento, la evaluación previa. Dermatólogo, no esteticista. Instrumentos esterilizados. Diagnóstico acertado.

  • Técnicas: Criocirugía, láser, bisturí. Cada caso, un método.
  • Automedicación: Desastre. Riesgos multiplicados.
  • Observación: Cambios de color, forma, tamaño. Consulta inmediata.

Recuerda: un lunar extirpado no vuelve a crecer. Pero otros pueden aparecer.

¿Qué consecuencias tiene arrancarse un lunar?

¡Ay, Dios mío, qué dolor! Me arranqué un lunar el otro día, ¡tonta de mí! Sangró un montón, una barbaridad. Ahora tengo una fea cicatriz. ¿Qué iba a pensar?

Sangrado, obvio. Y no un poquito, eh. Parecía una escena de película de terror, exagerado, lo sé. Pero bueno, ya está hecho el daño.

¿Y las cicatrices? Uff… parece un mapa de batalla en mi brazo. No es estético, para nada. La dermatóloga me dijo que la piel es compleja. No solo es la capa superficial, ¿sabes?

Infección. ¡Casi me da una septicemia! Tuve que ir a urgencias. Antibióticos a tope. Casi pierdo el verano por mi estupidez. ¡Aprendí la lección!

No desaparece. Eso es lo peor. La dermatóloga, una tal Dra. López (sí, la recuerdo perfectamente, llevaba unos pendientes de aro enormes), me explicó que los lunares tienen raíz, son lesiones hiperpigmentadas y bla, bla, bla… El resumen, que aunque te arranques uno, puede volver a salir. O aparecer otros. ¡Genial, no?

  • Sangrado abundante
  • Cicatriz horrible
  • Riesgo de infección (¡casi me muero!)
  • No elimina el lunar para siempre.

¡Qué rabia me da! Tenía uno pequeño en la mejilla, pensaba que era una mota de polvo y ¡zas! Ahora tengo un recuerdo imborrable (literalmente) en mi cara. A partir de ahora, consulta al dermatólogo. ¡Ya aprendí la lección! Aunque me duela el bolsillo…

Nota: Hoy mismo voy a llamar a la dermatóloga, la Dra. López. Necesito una crema potente para las cicatrices. ¡Qué desastre! Estoy obsesionada.

¿Qué pasa si me arranco un lunar sin querer?

Si te arrancas un lunar sin querer, pues… ¡enhorabuena por tu nueva carrera como cirujano aficionado! Bromas aparte, lo más probable es que sangres un poco, como si te hubieras hecho un rasguño con un gatito con muy mala leche. No es el fin del mundo, pero tampoco es ideal.

Sangre. Es lo más común. Imagina una minúscula fuente de tomate, versión cutánea.

Daño bajo la piel. Piensa en ello como una pequeña excavación arqueológica accidental en tu propia epidermis. No has descubierto la Atlántida, pero sí has alterado el orden natural de las cosas. A mí una vez me pasó jugando con la etiqueta de la camiseta. Drama similar.

Vulnerabilidad. Como dejar la puerta de casa abierta en un barrio con alta tasa de mapaches aficionados a la bisutería. Tus vasos sanguíneos quedan un poco expuestos, pero no te preocupes, no vendrán hordas de bacterias a saquearte el colágeno.

Dolor. Depende. A veces es como una ligera brisa, otras como un pequeño ejército de hormigas mordiendo a la vez. En mi caso, una vez confundí una araña con un lunar, y déjame decirte que la araña se quejó más.

Peligro. Poquísimo. A menos que tu lunar tenga el tamaño de una pelota de golf y lo hayas arrancado con una motosierra. En ese caso, sí, quizás deberías llamar a un profesional. Y a un mecánico.

  • Vigila la zona: Busca señales de infección, como enrojecimiento, pus o si empieza a cantar La Traviata. En ese caso, ve al médico.
  • Limpia la herida: Con agua y jabón. No uses lejía, a menos que aspires a ser un dálmata a manchas.
  • Cúbrela: Con una tirita. No hace falta que sea de Bob Esponja, aunque si te hace sentir mejor…

Personalmente, una vez me arranqué un lunar con el borde de un libro mientras leía sobre dermatología. Ironía nivel experto. Eso sí, fui al médico para que lo revisara. Él se rió, yo también. Al final, todo bien. Consulta con un dermatólogo si tienes dudas o la herida no mejora.

Finalmente, un inciso importante: la información aquí es meramente orientativa, fruto de mi vasto conocimiento popular y mi aún más vasta colección de tiritas. Ante la duda, consulta con un profesional. No te automediques con consejos de internet, incluyendo estos. Yo solo soy un aficionado a las metáforas y las bromas cuestionables.

¿Qué pasa después de quitarte un lunar?

Depende. ¿Era un lunar coqueto o uno con ínfulas de grandeza? Bromas aparte, lo normal es un poco de drama. Como si el lunar, ofendido por su desalojo, hubiera organizado una pequeña fiesta de despedida con inflamación, rojez y un leve dolor de cabeza (en la zona, claro).

  • Posible picor: Como cuando tienes una etiqueta de camisa rebelde que te hace cosquillas, pero mil veces más localizado.
  • Costra: Piensa en ello como la costra de un superhéroe en miniatura. Sí, esa que te da superpoderes para… bueno, para nada, pero mola. Importante: ¡no la toques! A menos que quieras recrear el nacimiento de una nueva constelación de pecas.
  • Cicatriz: A veces queda una pequeña marca. Yo tengo una que parece un mapa de una isla desierta. Bueno, quizás exagero, es más bien un punto. Pero me gusta imaginar.

Este año me quité uno del brazo, pequeño, y casi no me enteré. Eso sí, le hice una foto antes, por si acaso desarrollaba superpoderes y necesitaba recordar su ubicación exacta. Spoiler: no pasó.

  • Cuidados post-quirúrgicos: Básicamente, mimar la zona como si fuera un bebé panda. Limpieza suave, protección solar a tope (¡aunque esté nublado!), y nada de frotar con saña.
  • Consulta médica: Si la cosa se pone fea (más roja que un tomate, supura como una fuente o te empieza a hablar en arameo), corre al médico.

En resumen, la extracción de un lunar es como una micro-mudanza. Un poco de caos inicial, pero luego todo vuelve a la normalidad. Eso sí, sin el inquilino problemático.

¿Cómo quitar lunares sin dejar cicatriz?

Extirpación de lunares sin cicatrices: Láser y cirugía. El láser CO2 es una opción frecuente para lunares superficiales, buscando minimizar las marcas. En cirugías, los puntos se retiran tras dos semanas.

  • Láser CO2: Ideal para lunares planos. Su precisión permite vaporizar el tejido sin afectar la dermis profunda, reduciendo el riesgo de cicatriz. ¿Qué define la superficialidad? Una cuestión de milímetros, pero crucial para el resultado estético. Me recuerda a la filosofía: pequeños cambios, grandes consecuencias. En mi caso, una vez me quité una pequeña mancha con láser y la piel quedó perfecta.

  • Cirugía: Necesaria para lunares profundos o con sospecha de malignidad. La incisión es más profunda, requiriendo sutura. El tipo de sutura y la habilidad del cirujano son clave para minimizar la cicatriz. Los puntos suelen retirarse a los 15 días. Recuerdo una conferencia sobre cirugía plástica donde se debatía sobre los nuevos materiales de sutura… ¡fascinante! Aunque no soy médico, me interesa la ciencia.

  • Prevención de cicatrices: Más allá de la técnica, el cuidado postoperatorio es fundamental. Cremas específicas, protección solar rigurosa… la constancia es clave. Igual que en la vida, las pequeñas acciones diarias construyen el futuro. Yo uso un protector solar factor 50+ incluso en invierno, por si acaso.

  • Alternativas: Criocirugía con nitrógeno líquido, electrodesecación. Cada técnica tiene sus pros y sus contras, la elección depende del tipo de lunar. A veces menos es más. La naturaleza es sabia, ¿no creen?

Además de estas consideraciones, es vital consultar con un dermatólogo o cirujano plástico certificado para un diagnóstico preciso y la elección del tratamiento más adecuado. En 2024, la tecnología avanza rápido, pero la experiencia del profesional sigue siendo indispensable. Un amigo mío es dermatólogo, siempre me dice que la prevención es la mejor medicina. ¡Tiene toda la razón!

¿Cómo tratar la herida por la eliminación de un lunar?

Ay, Dios mío, el lunar… ¡qué susto! Me lo quitaron ayer y ahora… ¡un agujero en la cara! Espero que no quede marca.

Limpieza, limpieza, limpieza! Eso es lo primero que me dijo la dermatóloga, agua y jabón neutro, dos veces al día. ¿Será suficiente? Ya me estoy rayando.

Tiras esas… ¿funcionarán? La herida es pequeña, eso sí. Pero, ¿y si se infecta? Mejor no pensar en ello. ¡Uf, qué nervios! Tengo que recordar comprar más gasas mañana. ¡Las que tengo están todas sucias!

Las tiras esas adhesivas… Para heridas pequeñas, ¿no? La doctora me dijo que las usara, pero… ¿si no cierran bien? ¿Será mejor preguntar mañana en la consulta? Ojalá que no sea nada grave.

¡Qué horror pensar en puntos! Para heridas grandes, ¿no? La mía… bueno, es pequeña. O al menos, eso creo. A ver si mañana le puedo preguntar a la doctora. Me da un poco de yuyu ir otra vez, pero mejor prevenir…

Tengo que ponerme crema con antibiótico, ¿verdad? ¡No me acuerdo! Necesito apuntarlo todo. ¡Ay, este cerebro de pájaro!

  • Agua y jabón.
  • Tiras adhesivas.
  • Crema antibiótica (¡PREGUNTAR!).
  • Más gasas.
  • Llamada a la dermatóloga (¡mañana!).

Me preocupa la cicatriz… ¡Que no se note demasiado, por favor! Ya llevo pensando en maquillaje corrector, qué ridículo.

Mantenerlo seco, supongo… eso también lo dijo. Pero, ¿cómo? Es en la cara, no puedo evitar que me salpique al lavarme. ¡Qué lío! ¡Ay! Tengo hambre. Pizzas, ¿sí o no? Pizza y luego más gasas.

Además, la cita de seguimiento es el martes que viene. A ver qué dice entonces. No quiero que me quede marca. Ni una.

¿Cuánto tiempo tarda en desaparecer la cicatriz de una eliminación lunar?

El tiempo es irrelevante. La cicatriz, destino inevitable.

  • Una semana, según el dogma. No creas todo lo que oyes.
  • Costra: máscara efímera. Tras ella, la verdad.
  • Zonas ocultas: curación lenta, memoria persistente.

La piel no olvida. Ni yo tampoco. Recuerdo una quemadura en el brazo, un accidente infantil con petardos. La marca permanece, sutil pero presente. El tiempo, un engaño.

¿Cómo queda la piel después de una cauterización?

Roja. La piel queda roja. Un rojo… como el atardecer filtrado por las cortinas de mi habitación, un rojo que palpita. Recuerdo el roce de la tela, áspera, contra mis dedos mientras esperaba… esperaba. El tiempo se estiraba, se volvía elástico, denso.

Ampolla. Una ampolla. Cristalina, a veces. Otras, teñida de ese rojo otra vez, un rojo oscuro, casi púrpura, como una uva madura… o una herida abierta al sol. Una uva que recogí del viñedo de mi abuelo este verano, su piel tersa y fría bajo mis dedos… la explosión del jugo al morderla. La cauterización… ¿duele? Un dolor sordo, lejano, como el recuerdo de una canción triste. Tres días… tres días de un rojo palpitante, de una ampolla frágil.

La piel: roja, ampollada.

  • Color: rojo, a veces púrpura.
  • Dolor: posible hasta tres días.
  • Sensación: como una quemadura… como el roce del sol en la piel después de un día en la playa. Recuerdo la arena entre mis dedos, este verano… la sal del mar secándose en mi piel… El viento…

La cauterización es un procedimiento médico que utiliza calor para quemar y cerrar tejidos. Lo usaron en mi lunar… el pequeño lunar que tenía en la muñeca, justo debajo del reloj que me regaló mi madre. Ya no está. Ahora solo queda este rojo… esta ampolla.

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