¿Qué son las conductas de riesgo según la OMS?
Las conductas de riesgo son comportamientos, individuales o colectivos, que incrementan la probabilidad de sufrir consecuencias negativas para la salud física, mental o social. Estas acciones, conscientes o inconscientes, abarcan un amplio espectro biopsicosocial.
Conductas de Riesgo según la OMS: Un Desciframiento Biopsicosocial
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define las conductas de riesgo como acciones, ya sean individuales o colectivas, conscientes o inconscientes, que aumentan la probabilidad de consecuencias negativas para la salud en sus diferentes dimensiones: física, mental y social. Este concepto, que va más allá de la simple exposición a un peligro, se centra en las decisiones y comportamientos que nos acercan a ese peligro, construyendo un complejo entramado biopsicosocial.
No se trata únicamente de la existencia de un virus, una sustancia adictiva o una situación violenta, sino de la interacción activa del individuo con estos factores. Fumar, por ejemplo, no es simplemente estar expuesto al tabaco, sino la decisión repetida de inhalar sus componentes nocivos. De igual manera, la conducción temeraria no es solo la presencia de un vehículo y una carretera, sino la elección de ignorar las normas de seguridad vial.
La OMS, en su afán por comprender y abordar estas conductas, las analiza desde una perspectiva holística, reconociendo la influencia de diversos factores:
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Biológicos: La predisposición genética a ciertas adicciones o la influencia hormonal en la impulsividad adolescente son ejemplos de la dimensión biológica en las conductas de riesgo. Estos factores, aunque presentes, no determinan completamente la conducta, sino que la modulan.
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Psicológicos: La búsqueda de sensaciones, la baja autoestima, la dificultad para gestionar el estrés o la influencia de la presión social son factores psicológicos que pueden impulsar a las personas a adoptar conductas de riesgo. La percepción individual del riesgo y la evaluación de las consecuencias a largo plazo también juegan un papel fundamental.
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Sociales: El contexto socioeconómico, las normas culturales, la accesibilidad a sustancias nocivas, la influencia del grupo de pares y la exposición a la violencia son algunos de los factores sociales que pueden normalizar o incluso fomentar ciertas conductas de riesgo. La falta de oportunidades educativas y laborales, por ejemplo, puede aumentar la vulnerabilidad a estas conductas.
La complejidad de este fenómeno requiere un enfoque integral que vaya más allá de la simple prohibición o la información sobre los riesgos. La OMS aboga por estrategias que aborden las causas subyacentes, promoviendo la educación para la salud, fortaleciendo las habilidades socioemocionales, creando entornos protectores y facilitando el acceso a servicios de apoyo. Entender las conductas de riesgo desde una perspectiva biopsicosocial es el primer paso para construir sociedades más saludables y resilientes. No se trata solo de evitar el peligro, sino de construir un futuro donde las decisiones saludables sean la norma, no la excepción.
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