¿Cómo se llama la ciudad que está en el agua?

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Guatavita, Colombia: Ciudad lacustre, sumergida por 57 años tras su inundación. Descubre la historia de su reubicación y el legado que persiste tras la tragedia. Un viaje a través del tiempo y la resiliencia colombiana. Explora su fascinante pasado.

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¿Cuál es la ciudad flotante más famosa?

¡Uf! ¿La ciudad flotante más famosa? Ahí me haces dudar, la verdad.

Pero, ¡ojo!, te cuento una historia que me voló la cabeza cuando visité Colombia hace unos años. En serio, ¡qué cosa más loca!

Se trata del antiguo pueblo de Guatavita. ¿Lo has oído nombrar? Pues, resulta que estuvo sumergido bajo el agua durante 57 añazos. ¡Imagínate vivir así! Yo no sé como lo habrían hecho.

El lago Guatavita es precioso, un lugar lleno de misticismo e historia, pero antes allí había un pueblo. La gente tuvo que mudarse cuando construyeron un embalse. Ahora, exploras el nuevo Guatavita, que es como un pueblo colonial precioso, pero la historia bajo el agua… ¡uff!, te hace pensar mucho. No sé, algo tiene que te atrapa.

Reubicaron a todos sus habitantes, ¡un drama total! Pero algunas cosas sobrevivieron, aunque sinceramente no te podría decir exactamente qué, porque la memoria me falla. Pero lo que sí te digo es que la historia es impactante.

¿Cómo se llama la ciudad que está en agua?

Venecia. El nombre resuena, un susurro de agua salada y piedra gastada por el tiempo. Venecia, la ciudad que respira, que agoniza, que se hunde lentamente en su propia laguna. Un abrazo líquido, implacable, que la carcome siglo tras siglo. Sus palacios, testigos mudos de glorias pasadas, se inclinan, cansados, bajo el peso de las mareas. El susurro del agua, constante, una nana fúnebre. El eco de góndolas, un lamento lejano.

Sus canales, venas abiertas de una ciudad enferma. Un laberinto acuático, inasible, mágico, donde la luz se filtra a través del agua, pintando reflejos etéreos sobre los muros desgastados. La vida allí, suspendida entre el cielo y el mar, un ballet constante de agua y tiempo, de belleza y decadencia. Las casas, un abrazo íntimo con el agua, un reflejo de una historia que se desvanece. Recuerdo una tarde en 2024, el olor a salitre, tan intenso, agrio, un recuerdo agridulce grabado a fuego.

El futuro de Venecia es incierto, una pregunta sin respuesta, un desafío a la naturaleza implacable. El agua, su amante y su verdugo. La marea sube, inexorable, y con ella, la amenaza de la inundación, el fantasma que acecha en cada callejón. La lucha por su supervivencia, una batalla contra las fuerzas de la naturaleza, una lucha a la que me siento inexplicablemente unido. Esa lucha, ese peso, esa belleza…

  • El acuciante problema de la subida del nivel del mar.
  • Los esfuerzos de restauración y conservación.
  • El impacto del turismo masivo.
  • Las innovaciones tecnológicas para proteger a Venecia.
  • Mi propio recuerdo, personal e irrepetible, de un atardecer veneciano.

El agua, siempre el agua. Venecia, un poema en agua, un suspiro en el mar. Un lugar donde el tiempo parece detenerse, o más bien, desmoronarse. La ciudad que se hunde… y se resiste.

¿Cómo se llama la ciudad que está en el mar?

Uf, ¿una ciudad en el mar? Qué pregunta más rara.

Depende.

  • ¿Costera? Miles.
  • ¿Construida sobre el agua? Venecia, obvio.

Pero… ¿completamente rodeada? Aquí se complica.

  • Singapur: ¿isla-ciudad cuenta?
  • Hong Kong: Puerto gigante, sí, pero ¿en el mar en el mar? Mmm…

No hay una respuesta única, creo. Demasiado ambiguo. Igual me estoy complicando yo sola. ¿Por qué pienso en esto ahora? Debería estar haciendo la compra. Necesito pan integral, y no sé si me queda leche de almendras.

Ostras, hablando de agua… ¿y las plataformas petrolíferas? ¿Son “ciudades”? Vale, no. Creo que no. Aunque mi primo trabaja en una y dice que tienen de todo. Cine, gimnasio… ¡Casi una ciudad flotante!

¿Qué ciudad se encuentra por debajo del nivel del mar?

¡Ay, amigo! ¡Ciudades bajo el agua! ¡Casi como Atlantis, pero sin el glamour!

Tabgha y Tiberíades, en Israel: ¡Dos ciudades que parecen desafiar la gravedad, como si un gigante juguetón las hubiera hundido en el Mar de Galilea! Es como si alguien dijera “¡A nadar!”, y ellas, ¡pum!, debajo del nivel del mar. ¡Menuda fiesta submarina!

Calipatria, California: Esta ciudad, ¡es el caso de “más vale que te gusten las vistas al cielo”! Está en el Valle Imperial, un sitio tan plano que parece que lo diseñaron los extraterrestres. ¡Imaginen, un desierto bajo el nivel del mar! ¡Más seco que mi sentido del humor un lunes por la mañana!

¡Ah, y hablando de cosas extrañas! Mi tía Concha me contó el año pasado que en Calipatria, los mosquitos son del tamaño de colibríes. ¡Colibríes gigantes y mosquitos diminutos! ¡Un completo lío!

  • Tabgha y Tiberíades: ¡Vacaciones en el fondo marino! (casi).
  • Calipatria: ¡Donde el sol quema con más ganas y el agua… ¡está muy abajo!
  • Dato extra: ¡Mi perro se llama igual que una de esas ciudades! (bueno, casi).

En resumen: ¡Ciudades debajo del mar! ¡Qué original! ¡Como ir de picnic a Neptuno! El caso es que existen y son reales, o al menos eso me contaron, ¡qué más da!

¿Qué ciudad está construida sobre el agua?

¡Venecia! Uf, qué calor hacía ese julio de 2024. El aire, pesado, húmedo, como una manta pegajosa. Estaba ahí, en la Piazza San Marco, rodeado de palacios impresionantes, pero el suelo, ¡qué suelo!, inestable bajo mis pies. Sentí el ligero balanceo, ese movimiento sutil que te recuerda que estás sobre el agua. Me mareé un poco, la verdad, a pesar de haberlo leído en un millón de sitios.

Ese olor… una mezcla rara de salitre, albahaca de las macetas de los balcones y algo indefinido, algo a humedad vieja, a historia. Me fascinó el vaivén de las góndolas, esos negros barcos deslizándose con un silencio casi mágico. Hasta me senté en una, ¡carísima!, pero la experiencia mereció la pena.

Recordaré para siempre la sensación: el sol abrasador en mi cara, el vaivén de la góndola, el agua verde turbia bajo el barco. ¡Increíble! La magia de Venecia no está solo en sus edificios, sino en cómo se levanta sobre el mar.

  • El calor sofocante.
  • El olor del agua y la albahaca.
  • El movimiento de las góndolas.
  • El precio de la góndola (¡un atraco!).

Esa tarde, me perdí por callejuelas estrechísimas, casi laberínticas, con esos puentes bajos… una auténtica locura, pero preciosa. Había demasiada gente. Luego, recuerdo una heladería, un helado de pistacho… ¡qué bueno!

Venecia es única, una ciudad acuática inigualable.

Ese día en Venecia, julio 2024. Nunca lo olvidaré.

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