¿Cómo fermentar granos?

7 ver

Remojar granos y esperar a que burbujeen me parece fascinante. ¡Es como magia transformar algo simple en algo nuevo! Me intriga la idea de experimentar con diferentes tiempos de fermentación, desde unas pocas horas hasta días, para ver cómo afecta el sabor y la textura. Imagino un sabor ligeramente ácido y una textura más suave, ¡perfecto para añadir a panes o incluso a bebidas! Quiero probarlo con diferentes cereales, ¿te imaginas la diferencia entre trigo y avena fermentados?

Comentarios 0 gustos

¡Ah, fermentar granos! Solo de pensarlo, me emociono. ¿No te parece increíble cómo algo tan sencillo como remojar unos granos puede desatar una pequeña revolución dentro de un frasco? Es como si la naturaleza nos estuviera susurrando secretos milenarios, ¿no crees?

Me imagino ahí, vigilando mis granos remojados, esperando a que esas burbujitas tímidas empiecen a aparecer. ¡Es como un bebé que está despertando! Y después, experimentar… oh, las posibilidades son infinitas. Unas horas, un día, ¿tal vez dos? ¿Qué sabor aparecerá? ¿Qué textura surgirá?

Pienso en ese sabor ligeramente ácido que podría resultar, ¡uf! Se me hace agua la boca. Y esa textura más suave, casi cremosa… Ideal para un pan casero, ¿verdad? O incluso, ¿por qué no?, para una bebida refrescante en un día caluroso.

La verdad es que me muero por experimentar con diferentes cereales. ¿Te imaginas la diferencia entre trigo fermentado y avena fermentada? ¡Debe ser abismal! El trigo, con su sabor más intenso, seguramente desarrollará notas más complejas. Y la avena… ¿se volverá aún más suave y dulce?

Una vez, probé un pan de masa madre hecho con trigo sarraceno fermentado y… bueno, fue una revelación. ¡Nunca había probado algo así! Tenía un sabor profundo, terroso, con un toque ácido que te hacía salivar. Ese día supe que la fermentación de granos iba a ser mi nueva obsesión.

A veces me pregunto si nuestros antepasados eran conscientes de toda la química que ocurría cuando fermentaban sus alimentos. O simplemente lo hacían por instinto, por tradición. Quizás ahí reside la verdadera magia: en conectar con esa sabiduría ancestral, en dejar que la naturaleza haga su trabajo y nos sorprenda con sus creaciones.

Y tú, ¿te animas a fermentar unos granos? Te prometo que no te arrepentirás. Es un viaje fascinante, lleno de descubrimientos y sabores inesperados. ¡Ya me contarás!