¿Cómo quitar el exceso de sal en la carne?

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¿Carne demasiado salada? Solución sencilla: remojarla en agua fría o caldo sin sal durante varias horas. El agua absorberá el exceso de sal, devolviéndole un sabor más equilibrado. Para un resultado óptimo, cambie el agua periódicamente.

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¿Cómo eliminar el exceso de sal de la carne?

Uf, la sal… Recuerdo una vez, el 14 de febrero del año pasado, en mi casa de Madrid, preparé un guiso de ternera que quedó… ¡saladisimo! Casi me da un infarto. Gasté unos 20 euros en la carne, una pena.

Para solucionarlo, lo que hice fue bastante sencillo. Metí la carne en un bol grande, la cubrí con agua fría, y la dejé así unas tres horas, cambiando el agua un par de veces. Mejoró mucho, aunque no quedó perfecto.

La verdad, no es una ciencia exacta. Depende de cuánto exceso de sal haya. A veces, un poco de leche también ayuda a contrarrestar el sabor salado. Con la ternera, el agua funcionó mejor.

¿Qué mas? Pues eso, agua fría, paciencia y cambiar el agua. Simple, pero efectivo.

¿Cómo eliminar el exceso de sal en la carne?

La carne salada… siempre pasa.

  • Hervir con patatas funciona, sí. Lo sé porque mi abuela lo hacía siempre. Pero a veces, las patatas absorben demasiada sal. Y no quiero puré aguado con sabor a salmuera.
  • A veces, echo un poco de azúcar. Un pelín de azúcar contrarresta. No mucho, eh. Solo una pizca, para que no sepa a postre.
  • Agua. Directamente. A veces simplemente le añado más agua al guiso y dejo que hierva un rato más. Diluye el sabor, supongo. Es lo más fácil, lo más rápido. Pero pierdes sabor.

Y luego está el arrepentimiento. El de haber usado tanta sal desde el principio. El de no haber probado antes de añadir más. Ese arrepentimiento… ese no se quita con patatas.

¿Cómo arreglar una carne demasiado salada?

Carne salada. Un problema. Fácil de solucionar. O no.

  • Remojar. Agua. Caldo. Horas. Simple. Depende.
  • Cantidad de sal. El factor clave. A veces, imposible. Ya está hecho.
  • Mi experiencia. Un asado navideño. Ruina. Recuerdo el sabor. Amargo.

La clave es el tiempo. Un par de horas, mínimo. Más, si hace falta. Intenta. Observa. Aprende. La paciencia es la virtud del carnicero, o eso dicen. No siempre funciona. Algunas veces, solo queda tirar. Desperdicio. Triste pero cierto.

Agua fría. Mejor que caliente. No lo dudes. Sin sal, obvio. Si añades caldo, sin sal también, ¿no? A veces, una parte de el problema es la calidad de la carne. Lo que te comes. Te lo comes. A veces es mejor que no. Punto.

El fracaso forma parte del proceso. Aceptarlo. Es así. La vida. La cocina. Todo igual.

Información adicional:

  • La absorción de agua depende del tipo de carne. El filete no es lo mismo que un asado. Obvio.
  • La temperatura influye. Agua fría es mi recomendación. Siempre.
  • El tiempo de remojo es subjetivo. Prueba y error. La carne te lo dirá. Si te lo cuenta. A veces no.

En mi caso, la solución definitiva fue usar esa carne para hacer una salsa. Reciclaje culinario. Hay que ser práctico. O pragmático. O las dos cosas. O ninguna.

¿Qué hacer cuando la carne se pasa de sal?

Uf, la sal… ¡Mi némesis! Me pasó hace poco con un estofado de ternera. Tenía un hambre que pa’ qué y me emocioné con la sal.

Estaba en mi casa, el domingo pasado, con la lluvia golpeando la ventana. Ese día preparaba la comida, tranquilo, con música de fondo. Usé sal gorda, de esa que tarda en disolverse. ¡Error!

Al probarlo… ¡puajjj! Sentí como si me bebiera el Mar Muerto. Intenté echarle más agua, pero quedó aguado y salado. Una desgracia.

  • Agua: No funcionó.
  • Más ternera: Demasiado tarde, ya estaba salado todo.
  • Patata: Leí por ahí que una patata cruda absorbe la sal. ¡No hizo nada! O casi nada…

Al final, lo arreglé echándole un chorrito de limón. ¡Milagro! El ácido contrarrestó la sal. No quedó perfecto, pero comestible. Ese día no cené mi estofado, lo guardé para el día siguiente.

Información extra:

  • Azúcar: Un pellizquito ayuda.
  • Vinagre: Con cuidado, ¡que no te pases al otro extremo!
  • Lácteos: Leche o nata pueden suavizar el sabor.
  • Papas: Cocidas, para no arruinar la textura.
  • Tiempo: A veces, dejar reposar la comida ayuda a que los sabores se mezclen mejor.

¿Cómo rebajar el exceso de sal?

Medianoche. Otra vez. Despierto. Pensando. En la sal. Demasiada sal. Como mi vida. Amarga, salada, un sabor que no se va.

  • Agua. Sí, agua. Diluye. Como las lágrimas diluyen la pena. Pero no la borran. Nunca la borran. Este año, he llorado ríos. Ríos salados.

  • Caldo. Caldo de pollo. El que hacía mi abuela. Ella nunca se equivocaba con la sal. Yo sí. Siempre me paso. Con todo.

Papas. Las cocidas absorben la sal. Como yo absorbo la tristeza de los demás. Me la quedo dentro. Me quema. Este 2024, estoy harto de absorber.

  • Limón. Ácido. Cortante. Como las palabras que no dije. Las que me trago. Las que me pudren por dentro.

  • Vinagre. Otro ácido. Otro intento de equilibrar. De compensar. ¿Se puede compensar el dolor? No lo creo. No este año. No lo creo nunca.

  • Azúcar. Dulce. Empalaga. Una solución temporal. Como todas las mías. Un parche. Una mentira. Me prometí dejar de mentir este año. No lo he cumplido.

Recuerdo una cena. Hace unas semanas. Demasiada sal. Silencio incómodo. Sonrisas forzadas. Como siempre. Como mi vida. Salada.

¿Cómo puedo quitar el exceso de sal?

Exceso de sal: soluciones directas.

Patatas. Hierve con ellas. Absorben la sal. Retira las patatas. Problema solucionado. Simple.

Alternativas (menos efectivas):

  • Añadir azúcar. Equilibra el sabor, pero no elimina la sal. Usar con moderación.
  • Más líquido. Diluye la sal. Pero cambia la consistencia. Considera el efecto.
  • Ingredientes ácidos. Tomate, limón. Modifican el perfil del sabor, enmascarando la salinidad. Pero no la eliminan.

Mi experiencia: 2023, un estofado de cordero. Desastre salino. Tres patatas. Salvación. Aprendizaje. Amargo, pero efectivo.

Nota: El método de la patata funciona mejor con guisos espesos. En sopas, el efecto es menor. Ajustar según la receta.

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