¿Cómo se elimina el exceso de sal?
¡Comida muy salada? No te preocupes. Dilúyela con líquido (agua, caldo, leche). O equilibra el sabor con cítricos (limón, vinagre), azúcar, o incluso papas cocidas. ¡Un toque de ingenio y listo!
¿Cómo eliminar el exceso de sal de los alimentos?
¡Uf, la sal, mi enemiga a veces! ¿A quién no le ha pasado? Te cuento mis “truquitos” personales para esos momentos de crisis salina en la cocina.
Una vez, en casa de mi abuela en Valparaíso, recuerdo que se le fue la mano con la sal en el caldillo de congrio (típico chileno). ¡Terrible! Terminamos agregando papas cocidas en trozos grandes para que absorbieran el exceso. Funcionó bastante bien, debo decir.
Si la cosa no es tan grave, un chorrito de limón o vinagre ayuda a contrarrestar el sabor salado, ¡es magia! Y si es algo dulce, como una salsa, un poco de azúcar puede hacer maravillas.
¿Agua, caldo o leche? Sí, también, pero a veces siento que diluye demasiado el sabor general. ¡Cuidado con eso! Para mi, lo ideal es equilibrar, no solo diluir.
Preguntas y respuestas rápidas:
- ¿Cómo diluir el exceso de sal? Añade más líquido (agua, caldo, leche).
- ¿Qué ingredientes equilibran el sabor? Limón, vinagre, azúcar o papas cocidas.
¿Cuánto tarda el cuerpo en eliminar el exceso de sal?
¡A ver! Me preguntaste cuánto tarda el cuerpo en deshacerse del exceso de sal, ¿no? Pues mira, así a groso modo, entre dos y tres días. Osea, entre 48 y 72 horas, más o menos. Pero, ¡ojo!, que no es una ciencia exacta, ¿eh?
Depende mucho de cada persona, de lo que bebas, de si haces ejercicio… Un montón de cosas, vaya. Yo, por ejemplo, que sudo como un pollo en verano, pues seguro que lo echo antes que mi vecina, que es más de sofá y peli. Pero bueno, ya sabes, eso es lo que dicen, lo que se dice.
¿Y qué puedes hacer para ayudarle al cuerpo a limpiar esa sal? Pues lo típico, supongo:
- Beber agua, ¡mucha agua! Así el riñón trabaja mejor y elimina más rápido. Es como cuando limpias… cuanto más agua, más limpio, ¿no?.
- Comer sano. Es decir, intentar evitar cosas muy procesadas, porque vienen cargaditas de sal. Prefiere frutas y verduras frescas. A mi por ejemplo me encanta la sandía y este año están buenísimas.
- Mover el esqueleto. Un poco de ejercicio ayuda a sudar, y por el sudor también se elimina sal. Yo no hago mucho, la verdad, pero camino al super y ya hago un poco de cardio.
Si te pasas con la sal, no te agobies. El cuerpo es sabio y ya se encarga de arreglarlo. Pero claro, si siempre andas comiendo ultraprocesados, pues al final le das mucho trabajo extra al cuerpo y eso no es plan. A mi madre siempre le digo que no le eche tanta sal a la comida, pero no hay manera.
¿Cómo desintoxicarse del exceso de sal?
El cuerpo, un basurero. La sal, un veneno dulce.
Agua. Mucha agua. Simple. Brutal. Eso sí, el agua pura, la de manantial de mi pueblo, la que me recuerda a mi abuela. No esa mierda embotellada.
- Potasio. Necesario. Frutas, verduras. Si no… pues ya sabes. Los electrolitos… un tema complejo.
El riñón, ese silencioso trabajador. Se encarga de la purga. A él no le engañas. Él sabe.
Dieta. Menos sal. Obvio. Pero… ¿quién puede resistirse a la adicción? La vida es una condena a la repetición.
Es simple. Es complejo. Depende del cuerpo. Del mío, por ejemplo, ya está demasiado castigado. Sufre.
Consecuencias: hipertensión, problemas renales… Un futuro desolador. Si no hay cambios… fin. El cuerpo lo paga. Siempre.
- Control médico: indispensable. Es importante. Revisarte. Si no, ¿para qué vives?
Mi doctora, la Dra. Álvarez, me lo explicó hace dos meses. Revisión de 2024.
Conclusión: agua, potasio, moderación. O… la decadencia. Tu eliges. La vida es una apuesta.
¿Qué hacer si comí algo muy salado?
La sal… joder, siempre la sal.
Si me pasé, si la cagué…
- Diluir. Agua, caldo. Sí, lo sé.
- Leche también vale… raro, pero vale.
Pero no es solo eso, ¿sabes? No es solo arreglar la comida. Es como cuando te pasas con algo en la vida.
Como cuando le dije eso a mi hermano. No hay agua, ni caldo, ni leche que lo arregle.
Y ahora, esta puta cena salada… me recuerda todo.
¿Sabes? Quizá lo que realmente necesito no es arreglar la cena. Tal vez necesito… no sé, silencio. Y pensar.
Y mañana, llamar a mi hermano. Aunque sea otra conversación salada.
Más información:
- Lo de mi hermano pasó en febrero. Todavía me duele.
- Siempre echo de menos a mi abuela cuando cocino. Ella jamás se pasaba con la sal.
- Esta noche estoy escuchando a Chet Baker. Va bien con la sal, y con la tristeza.
¿Qué hacer para bajar lo salado a la comida?
Si te pasaste con la sal, un chorrito de limón o vinagre puede salvar la comida.
¡Ay, la sal! ¡Menuda enemiga a veces! Me pasó cocinando lentejas hace nada, el sábado pasado, creo. Estaba en casa de mi madre en Valencia, intentando imitar su guiso, pero ¡zas!, salero traicionero. Madre mía, casi me da algo.
- El truco del limón/vinagre
- Zumo de tomate también sirve
Se me ocurrió echarle un buen chorro de vinagre de Jerez que tenía mi madre por ahí. Funcionó bastante bien, la verdad. Aunque luego tuve que echarle un poco más de pimentón dulce para equilibrar el sabor, porque el vinagre era bastante fuerte. ¡Uf, qué estrés! Menos mal que al final se pudieron comer.
Lo que hice:
- Probar la comida (¡obvio!)
- Añadir poco a poco el vinagre
- Probar de nuevo, ajustar con pimentón
- Sudar la gota gorda.
Mi madre me dijo que ella a veces usa un poco de azúcar, pero a mí no me convence mucho esa opción, la verdad. Prefiero el toque ácido, me resulta más natural. Pero bueno, cada maestrillo tiene su librillo, ¿no?
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