¿Qué alimentos están prohibidos para la tensión alta?

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Para controlar la tensión alta, limita:

  • Grasas saturadas: Yemas de huevo, quesos duros, leche entera, crema, helado, mantequilla.
  • Carnes grasosas: Reduce las porciones y elige cortes magros.

Una dieta baja en grasas saturadas es clave para la salud cardiovascular.

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¿Qué alimentos evitar con hipertensión?

¡Uf, la hipertensión! A mí me toca de cerca porque mi abuelo la tuvo y la verdad, verle batallar con eso me hizo tomar consciencia de la importancia de la alimentación.

Y eso de evitar la grasa saturada, ¡totalmente cierto! Recuerdo cuando iba con mi abuela al mercado de San Juan, en Ciudad de México, y él siempre decía “nada de quesos muy añejos, esos son una bomba”. ¡Y vaya que tenía razón!

Los alimentos ricos en grasas saturadas incluyen:

  • Yemas de huevo
  • Quesos duros
  • Leche entera
  • Crema de leche
  • Helado
  • Mantequilla
  • Carnes grasosas (y porciones grandes de carnes)

Ahora, no significa que nunca más puedas disfrutar de un helado o un buen corte de carne, pero sí moderar las porciones y buscar alternativas más saludables. ¡Equilibrio es la clave! Además, en mi experiencia, descubrir nuevos sabores y recetas bajas en grasas puede ser súper divertido.

¿Qué debo dejar de comer si tengo la tensión alta?

Sodio: Enemigo silencioso. Inflama. Retención de líquidos. Presión arterial por las nubes. Mídelo. Controla.

  • Sal de mesa. Obvio.
  • Alimentos procesados. Trampa. Sodio oculto. Lee etiquetas. Desconfía.
  • Embutidos. Salmuera. Nitratos. Doble problema.
  • Quesos curados. Intensos. Concentración salina alta. Moderación.

Grasas saturadas: Obstruyen. Endurecen. Dificultan el flujo. Mal negocio.

  • Carnes rojas. Exceso. Busca alternativas. Aves. Pescado.
  • Lácteos enteros. Sustituye. Desnatados. Mejor.
  • Mantequilla. Aceites vegetales. Intercambio inteligente. Mi abuelo decía: “Aceite de oliva, oro líquido”. Tenía razón.

Azúcar: Inflamación. Resistencia a la insulina. Presión arterial se resiente. Dulce veneno.

  • Refrescos. Vacíos. Calorías huecas. Elimina.
  • Bollería industrial. Grasas trans. Azúcar. Combinación letal.
  • Dulces. Ocasional. Control. No te dejes llevar. Recuerdo las tartas de mi abuela… Un exceso.

Alcohol: Moderación. Exceso. Efecto rebote. Presión se dispara. Yo, un Rioja de vez en cuando. Con moderación.

Este año, aprendí a controlar mi tensión con dieta y ejercicio. Camino 30 minutos cada día. Funciona. Constancia. Clave. Investiga. Experimenta. Encuentra tu equilibrio.

¿Qué es lo peor para la tensión alta?

Sal, azúcar y grasas saturadas/trans: la trinidad maligna para la hipertensión. Como si Drácula, Frankenstein y el Hombre Lobo montaran una fiesta en tus arterias.

  • Sal: retiene líquidos cual esponja sedienta, aumentando el volumen sanguíneo y, por ende, la presión. Yo, por ejemplo, con solo ver un salero ya me hincho como un pez globo.
  • Azúcar: no solo engorda, sino que también afecta al metabolismo y puede contribuir a la hipertensión. ¡Adiós, donuts! (al menos la mayoría de los días…).
  • Grasas saturadas y trans: obstruyen las arterias cual atasco en hora punta. Yo una vez intenté freír un huevo con mantequilla y acabé llamando a un fontanero.

Come sano, vive mejor. Es como tener un coche: si le echas gasolina mala, acabará fallando. Mi coche, por cierto, funciona con zumo de naranja y buenas intenciones.

  • Frutas y verduras: antioxidantes, vitaminas, fibra. ¡Un festival de nutrientes! Yo las como hasta en la pizza.
  • Cereales integrales: fibra para aburrir. Eso sí, ¡ojo con los ultraprocesados disfrazados! A veces pienso que el pan integral de molde está hecho de serrín prensado.
  • Pescado azul: omega-3 para dar y tomar. Me gusta tanto que me he planteado seriamente convertirme en un oso.

En resumen: la hipertensión no es un juego. Y aunque a mí me guste bromear, con la salud no se juega. El otro día vi un documental sobre el sistema circulatorio… ¡fascinante! Casi me pongo a estudiar medicina, pero luego recordé que me desmayo con la sangre. Mejor sigo escribiendo.

Este año, he decidido reducir drásticamente mi consumo de sal. Mi objetivo es llegar a usar solo una pizca al mes. ¡Deseadme suerte! Y recordad: la información aquí proporcionada no sustituye el consejo médico. Si tenéis dudas, consultad con un profesional. (Yo no lo soy, a menos que cuentes mi amplio conocimiento de series médicas).

¿Qué fruta es buena para bajar la presión alta?

¡Anda ya, la presión te sube como la factura de la luz! Para domarla, ¡olvídate de hechizos raros!

  • Plátano: El rey mono de la salud. ¡Potasio a tope! Baja la presión como si fuera un ascensor averiado, ¡de golpe! Como cuando tu cuñado te cuenta su vida.

  • Frutos rojos: ¡Bayas al rescate! Antocianinas, suena a medicina del futuro, ¿verdad? Pues no, ¡son antioxidantes que te protegen más que mi abuela con sus refranes!

  • Limón: Ácido que te da la vida, más o menos. Dicen que flexibiliza las arterias como un contorsionista del Circo del Sol. ¡Aunque, sinceramente, yo lo prefiero en un buen gin tonic!

  • Aceite de oliva/aguacate: Grasas buenas que te dejan como nuevo, ¡aceites que son puro oro líquido! El aguacate es tan bueno que hasta los millennials lo idolatran.

Info extra (¡para flipar!):

  • El potasio es como el superhéroe secreto contra la sal. ¡Más potasio, menos sodio!
  • Las antocianinas no solo bajan la presión, ¡también te dan un color de piel envidiable!
  • El limón, además de ácido, ¡es un desinfectante natural! Ideal para cuando tu perro le da por lamer cosas raras.
  • Yo uso aceite de oliva hasta para freír huevos, ¡y sigo vivo! Bueno, casi.
  • ¡Ah! Y ríete, ¡que reír baja la presión más que un masaje! 😉

¿Qué puede desayunar una persona con hipertensión?

Aquí, en la oscuridad, otra vez dando vueltas… pensando en… en qué puedo comer. La presión alta, esta maldita presión alta. Me condiciona la vida.

  • Frutas. Sí, frutas. Manzanas, quizás. Hoy compré unas. Las dejé en la cocina. No sé ni si me apetecen.
  • Leche… desnatada. La odio. Tan blanca, tan… insípida. Como mi vida ahora mismo. Sin sabor. Mejor un yogur… pero sin azúcar.
  • Pan integral. Tostadas. Siempre tostadas. Con… no sé. Aceite, supongo.
  • Pollo a la plancha… otra vez. Me cansa. Me aburre. Todo me aburre.

La hipertensión. Me ha robado el placer de comer. Antes… antes me encantaban los bocadillos de chorizo. Los de mi madre. Con pan de pueblo. Ahora… ni probarlos. Recuerdo el verano del 23, en el pueblo… ella preparándolos. Y yo tan feliz.

  • Avena. Puedo tomar avena, ¿no? Con un poco de miel… Sí… Miel. Eso sí me gusta. Tendré que comprar. Mañana iré al súper. Si me acuerdo.

A veces pienso que… que no vale la pena. Tanto cuidado… para qué. Pero mi médico me dijo que era importante. Que si no… Y mi hija… ella quiere que me cuide.

Este año… en navidades. Solo podré mirar el cordero. Y el turrón. Otro año más. Me duele. De verdad que me duele. El turrón de Jijona… me encantaba. Especialmente el blando. Y ahora… solo puedo mirar.

¿Qué no se debe comer cuando tienes la presión alta?

Uf, a ver… Presión alta, qué rollo. Grasa saturada mala.

  • Yemas de huevo: ¿pero tanto? Yo me hago tortillas de dos huevos casi cada día… ¿Será por eso que a veces me siento raro? 🤔
  • Quesos duros: ¡mi perdición! El manchego, el parmesano… 😭 Tendré que moderarme. ¿Pero cómo?
  • Leche entera, crema, helado: Ok, esto ya lo sabía. Pero un heladito de vez en cuando no mata a nadie, ¿no? O sí? 😨
  • Mantequilla: Uf, la uso para todo. Igual el aceite de oliva es mejor opción. Debería cambiarla ya. ¡Qué difícil!
  • Carnes grasosas: ¡¡El chuletón!! Nooooo. A ver, tampoco como chuletón cada día, pero de vez en cuando… ¿Y el tocino?

Porciones grandes de carne… Claro, ahí está la clave. No es lo mismo un filete pequeño que un trozo gigante. Supongo.

¿Qué más? Ah, sal también es fatal. Y el alcohol. Y el estrés. ¡Todo me gusta! Jajaja. Necesito un cambio radical. Empezaré mañana… o el lunes que viene. 🤪

¿Qué bebida es buena para bajar la presión alta?

Aquí, a estas horas… la oscuridad me abraza, igual que la culpa. Me cuesta respirar, como si el aire mismo pesara demasiado. He estado pensando… en la presión, la presión en mi pecho, la presión… en mi vida. Y en el agua.

El agua, dicen, es buena para la presión alta. Sí, lo he oído mil veces. Doctores, anuncios… todos repitiendo lo mismo. Pero a mí… me sabe a poco. El agua… tan simple, tan… incolora. Como mis noches, a veces.

Esta noche, por ejemplo, el café se quedó frío hace horas. Debería tomar agua. Debería. Lo sé.

Pero… la verdad es que hoy me he bebido dos litros de zumo de naranja. ¿Influye? No lo sé, me da igual.

Pensaba en el corazón… el 73% agua, sí. Lo leí en algún lado. Pero… ¿qué pasa con el resto? ¿Qué pasa con lo que no es agua?

  • El miedo.
  • La soledad.
  • El café frío.
  • Este vacío.

A veces siento que mi corazón, ese 73%, está a punto de explotar. Y el agua… ¿de verdad ayuda? ¿O solo es una mentira piadosa que me digo a mí mismo? Mi médico, la Dra. Hernández, me recomendó infusiones de manzanilla. Pero es que hoy me da igual. No quiero nada.

Agua. Sí, agua. Es lo que dicen que debo tomar. Agua para la presión… agua para… para todo.

#Alta Presion