¿Qué nutrientes se pierden al hervir el agua?

¿Qué propiedades pierde el agua al hervir?

¡Ay, qué calor hacía aquel mediodía de julio en mi casa de Toledo! Recuerdo perfectamente estar en la cocina, un calor pegajoso, sofocante. Necesitaba agua, pero sólo tenía la jarra grande de agua del grifo, que siempre sabe un poco a “cloro”. Decidí hervirla, pensando que así se evaporarían los malos olores.

El agua hirviendo perdió su sabor, eso seguro. ¡Se volvió insípida! Como agua de piscina, ¡qué asco! Era una sensación rara, como si le hubieran quitado el alma. Me daba la impresión de que ya no era la misma. El cambio fue brutal.

Ese día aprendí algo: el agua hirviendo pierde gases; recuerdo claramente el olor a cloro que desapareció por completo, y también el sabor cambió drásticamente. La jarra de cristal se llenó de burbujas, al hervir, pequeñas como la piel de gallina. ¡Qué manía la mía con experimentar!

Me fastidió un poco perder el poco sabor que tenía, pero bueno… al menos ya no olía a cloro. Esa agua hervida, la verdad, la usé para regar mis plantas; no iba a beberla, después de aquel descubrimiento. Pero eso sí, ¡me sirvió para aprender!

Otros minerales, como el calcio y magnesio, seguramente se quedaron en el fondo de la olla. Me dio pereza limpiarla.

• Gases disueltos (oxígeno, dióxido de carbono, nitrógeno)
• Sabor
• Olor
• Parte de la mineralización (calcio, magnesio)

¿El agua hirviendo elimina los nutrientes?

¡Ay, Dios mío, qué pereza! Hervir agua… ¿nutrientes? ¡Qué lío! Se pierde un montón, sí, eso seguro. Mi madre siempre decía que no se debe hervir mucho la verdura… ¡y tenía razón!

¿40% de ácido fólico? ¡Menos mal que tomo mis pastillas! A ver… ¿45% de vitamina C? Pues vaya… ¡Eso explica por qué mi piel está tan seca últimamente! ¡Será por la falta de vitamina C! Debería comer más naranjas… ¿O kiwi?

¿Y las vitaminas B? B1, B2, B6… ¡uf! Me suena a que se pierde un poco de todo, ¿no? Depende… ¿de qué? Ah, sí, ¡de la cantidad de agua! Lógico, ¿no? Más agua, más pérdida… ¡Esto es una locura!

• Ácido fólico: 40% perdido. ¡Qué barbaridad!
• Vitamina C: 45% ¡Casi la mitad! Debería comer fruta fresca.
• Vitaminas B: Se pierde algo, pero menos.
• Minerales: ¡Depende del tamaño de los trozos y de la cantidad de agua!

¿Y el tamaño de los trozos? ¡Qué curioso! Como si fuera una esponja que absorbe todo, ¡todo se va al agua!

¡Ya me estoy volviendo loca! Necesito un café… con leche, claro. ¡No vaya a ser que pierda más vitaminas! Espera… ¿Qué pasa con los minerales? ¡Se pierden también! Más si cortas los alimentos muy pequeños.

Tengo que anotar esto para recordar: ¡menos agua y trozos grandes! Y más naranjas… ¡Ya me acordé!

Conclusión: Hervir elimina nutrientes. La pérdida varía según el alimento y la preparación. Más agua= más pérdidas, igual con trozos pequeños. ¡Que nadie me diga que hervir es lo mejor! Necesito comer más fruta. ¡Más vitamina C!

¿Qué minerales se pierden al hervir agua?

Hervir agua, ¡ese ritual ancestral que nos salva de bichos invisibles! ¿Pero a qué precio mineral?

• Calcio y magnesio: Los sospechosos habituales que se fugan, sobre todo si tu agua es más dura que mi profesor de matemáticas. ¡Escapistas profesionales!

• Precipitación mineral: Algunos minerales, en lugar de fugarse, prefieren una jubilación anticipada en el fondo de la olla. ¡Se hacen piedra, literalmente! No es exactamente como encontrar oro, pero oye, ahí están.

• El lado bueno: Aunque perdemos un poquito de esos minerales, ¡ganamos en seguridad! Adiós, bacterias y virus. Un trueque que yo hago encantado, sobre todo después de ver lo que le pasó a mi vecino con el agua del grifo.

Recuerdo que mi abuela, que hervía agua hasta para regar las plantas (exageración, lo sé), siempre decía que el agua hervida “sabía a medicina”. Quizás no iba desencaminada. El agua pierde sabor, en realidad, a veces lo noto.

Ah, y un dato curioso: ¿sabías que la dureza del agua se mide en grados hidrotimétricos? ¡Suena a título nobiliario! Aunque yo prefiero medirla en número de veces que tengo que descalcificar la cafetera.

Información que no te cambiará la vida, pero que puedes usar para impresionar a tus amigos en la próxima cena. Y si te preguntan dónde aprendiste eso, diles que fue en un sueño. ¡Más misterioso!

¿Cómo afecta el calor a los nutrientes?

Uf, el calor y los nutrientes… Menudo tema.

• El calor, en plan general, madura la comida. Como cuando haces un guiso a fuego lento, ¿no? Mi abuela siempre dice que así está más rico. Pero…

• A ver, si te pasas de calor, las bacterias y los hongos se ponen contentos, fiesta total en tu plato. ¡Y adiós nutrientes, hola peligro!

• O sea, que cocinar bien, ¡genial! Dejar la comida al sol, mmm… no tan genial. ¿Pero qué pasa exactamente con cada nutriente?

• Vitaminas: Algunas son súper sensibles al calor, como la C. Por eso el zumo de naranja recién exprimido es mejor que el de brick, ¿no? Otras aguantan mejor.

• Proteínas: El calor las “desenrolla”, las desnaturaliza. ¿Es malo? No siempre. Piensa en un huevo frito, ¡está mucho mejor cocinado! Pero si te pasas, se ponen duras y pierden propiedades.

• Minerales: Estos son más duros de pelar. El calor no los suele destruir, pero a veces se pierden en el agua de cocción. ¡Ojo al caldo!

• Grasas: Con el calor, algunas se oxidan y se ponen rancias. Por eso el aceite de oliva virgen extra es mejor usarlo en crudo, ¿no?

• ¿Y los hidratos de carbono? El calor los carameliza, ¡qué rico! Pero también puede hacer que pierdan fibra.

En resumen: el calor puede ser tu amigo o tu enemigo, depende de cómo lo uses. ¡A cocinar con cabeza! Y a no dejar la comida fuera de la nevera demasiado tiempo, que luego vienen los sustos.

Datos extra:

• Mi madre siempre dice que cocinar al vapor es lo mejor para conservar los nutrientes. ¿Será verdad?
• ¿Y qué pasa con el microondas? ¿Destruye más nutrientes que el horno? ¡Tengo que investigar!
• Este año he plantado tomates en el huerto. ¡A ver si el calor no los estropea!

¿Cuánto tiempo se debe hervir el agua para poder tomar?

¡Ay, el agua! Recuerdo una vez, en 2024, en la cabaña de mi tía en Sierra Nevada, a casi 2000 metros de altura… ¡qué frío hacía! Estaba haciendo té, y me obsesioné con hervirla correctamente. Tres minutos, eso decía el cartelito desgastado que colgaba cerca del fogón. Tres minutos eternos, parecían más. El agua, en esa olla vieja de hierro, parecía burlarse de mi impaciencia. Sentía el calorcito en la cara, el silbido constante y el olor a leña quemada, tan típico de ese lugar. ¡Qué ansiedad! Me imaginaba esas bacterias, esos bichitos invisibles, resistiendo valientemente.

Hervir el agua, es fundamental para eliminar patógenos. Pero ese día, dudaba, ¿serían tres minutos suficientes? Esa sensación de estar haciendo algo importante, de cuidar mi salud, era algo intenso. El tiempo pareció detenerse. Revisé mi reloj, cada segundo era una tortura.

Finalmente, tres minutos. Apagué el fuego, un suspiro de alivio. El té estaba delicioso, casi como una recompensa por toda esa espera.

Un minuto a nivel del mar, tres a más de 1000 metros. Eso es lo que aprendí ese día. También aprendí que la paciencia, incluso con algo tan simple como hervir agua, es una virtud. ¡Y qué gusto el té después de todo ese sufrimiento!

• Altitud: Influye en el tiempo de ebullición.
• Tiempo de ebullición: Mínimo un minuto al nivel del mar; tres minutos a más de 1000 metros de altitud.
• Importancia: Elimina bacterias y otros microorganismos dañinos.