¿Cómo saber si un alimento está en mal estado?

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Señales de alimentos en mal estado:

  • Marchitamiento de hojas (verduras).
  • Cambio de color.
  • Presencia de moho.
  • Tallos flácidos.
  • Mal olor.
  • Latas abolladas o hinchadas.
  • Huevos con olor fétido.

¡Deseche cualquier alimento que presente estas señales!

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¿Cómo saber si un alimento está en mal estado? Uf, ¡a veces es una verdadera lotería! ¿No les pasa que abren la nevera con toda la ilusión del mundo y se encuentran con una sorpresa… digamos, no muy agradable?

A mí me pasó con unas fresas la semana pasada. Tan bonitas que se veían en el mercado, ¡rojas, brillantes! Y dos días después, ¡puf! Cubiertas de una pelusilla blanca. Asco total. Aprendizaje: no te confíes solo de las apariencias.

Bueno, hablando de señales, hay unas cuantas que nos gritan “¡PELIGRO!” a la hora de revisar la comida. Por ejemplo, si las hojas de la lechuga están como mustias, marchitas, ¡a la basura! O, ¿se acuerdan de esos tomates que se ponen medio negros, con partes blandas? Otro clásico. El cambio de color, en general, es mala señal. No me digan que no.

El moho, ni hablar. ¿Quién se anima a comer algo con moho? Creo que nadie. Aunque mi abuela, una vez, me dijo que si le quitabas la parte con moho al pan, el resto se podía comer… No sé, yo no me arriesgo. Mejor prevenir que curar, ¿no?

Tallos flácidos… Imaginen un apio todo blandengue. ¿Apetitoso? Para nada. Y el mal olor, ¡uff! Ese sí que es inconfundible. A veces hasta con abrir la nevera ya te das cuenta de que algo anda mal. A mí me pasó con un queso… ¡qué peste! Tuve que tirar todo lo que estaba cerca, porque el olor se había impregnado en todo.

Con las latas, ojo. Si están abolladas o hinchadas, ¡ni se les ocurra abrirlas! Pueden ser peligrosísimas. Y los huevos… bueno, si huelen mal, ya saben qué hacer. No hace falta ser un genio para darse cuenta.

En fin, estas son algunas de las señales más comunes. Supongo que todos, alguna vez, nos hemos equivocado y hemos comido algo que no estaba en su mejor momento. A mí me ha pasado, y la verdad, no es una experiencia que quiera repetir. Así que, ya saben, ¡a estar atentos! No se dejen engañar por las apariencias y, ante la duda, ¡a la basura! Más vale perder un poco de comida que pasar unos días con dolor de estómago. ¿O no?