¿Cómo se hace la sal de cocina?

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La sal de mesa se obtiene de depósitos subterráneos, procesándose para eliminar impurezas. Posteriormente, suele fortificarse con yodo, esencial para la salud tiroidea. Es la sal granulada blanca comúnmente utilizada.
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Del Subsuelo a la Mesa: El Viaje de la Sal de Cocina

La sal, ese condimento omnipresente en nuestras cocinas, es mucho más que un simple potenciador del sabor. Su historia se remonta a la antigüedad, y su proceso de obtención, aunque aparentemente sencillo, esconde una interesante secuencia de pasos que la transforman del mineral bruto a los cristales blancos que espolvoreamos sobre nuestros alimentos.

La mayor parte de la sal de mesa que consumimos proviene de extensos depósitos subterráneos, formados a lo largo de millones de años por la evaporación de antiguos mares. Estos depósitos, a menudo a cientos de metros de profundidad, albergan halita, un mineral compuesto principalmente de cloruro de sodio (NaCl), pero también de una mezcla de otras sustancias que le confieren un color y sabor variables. No es la sal pura y blanca que conocemos.

La extracción de este preciado mineral se realiza principalmente mediante la técnica de la minería subterránea, donde se excavan túneles y galerías para acceder a las vetas de halita. En otros casos, se emplea la disolución mediante agua, creando salmueras que luego se procesan en superficie. Independientemente del método de extracción, el proceso posterior es fundamental para obtener la sal de mesa que conocemos.

Una vez extraída la halita, comienza un proceso de purificación que elimina las impurezas. Este proceso, que puede variar ligeramente según el productor y la calidad del mineral original, generalmente implica etapas de:

  • Disolución: La halita se disuelve en agua, formando una salmuera. Este paso ayuda a separar el cloruro de sodio de las impurezas insolubles.
  • Filtración: La salmuera se filtra cuidadosamente para eliminar sedimentos, arcillas y otros sólidos en suspensión.
  • Evaporación: La salmuera filtrada se evapora, ya sea mediante evaporación solar (un método tradicional, especialmente en regiones áridas) o mediante evaporadores industriales, que aceleran el proceso. A medida que el agua se evapora, los cristales de cloruro de sodio comienzan a precipitar.
  • Secado: Los cristales de sal se secan para eliminar cualquier resto de humedad.
  • Molienda y clasificación: Finalmente, la sal se muele y se clasifica por tamaño de grano, obteniendo la textura deseada para su comercialización.

Pero el viaje de la sal no termina aquí. Para asegurar una adecuada ingesta de yodo, un micronutriente esencial para el correcto funcionamiento de la glándula tiroides y la prevención de enfermedades como el bocio, la mayoría de la sal de mesa se fortifica con yoduro de potasio o yodato de potasio. Este proceso se realiza durante o después del secado, añadiendo una cantidad precisa de yodo a los cristales de sal.

En definitiva, la sal que utilizamos diariamente es el resultado de un proceso complejo que transforma un mineral bruto extraído del subsuelo en un producto esencial para nuestra alimentación y salud, un viaje que recorre desde las profundidades de la tierra hasta la mesa de nuestra cocina. Un grano de sal, en apariencia simple, encierra una historia fascinante.