¿Qué harinas pueden comer los hipertensos?
Para hipertensos:
- Harinas integrales: Centeno, avena, trigo sarraceno, espelta.
- Priorizar: Frutas y verduras frescas (ricas en potasio y fibra).
- Evitar: Harinas blancas y pastas refinadas.
¿Harinas para hipertensos: ¿cuáles son las mejores?
A ver, si hablamos de harinas para personas con hipertensión, yo lo veo así… ¡Ojo!, que no soy experta, pero te cuento lo que he ido aprendiendo.
Lo principal es olvidarse, casi por completo, de la harina blanca esa refinadísima. ¡Adiós pan blanco! Opta por granos integrales siempre que puedas. ¡Saben mejor y te hacen sentir mejor!
¿Y qué más? Pues fruta y verdura a tope, todos los días. Recuerdo cuando me diagnosticaron prehipertensión, mi médico me dijo: “Potasio y fibra, a saco”. Ahí empecé a comer plátanos como una loca.
El cambio fue importante. ¡Eh! Que no te digo que la harina integral sea la cura mágica, pero ayuda muchísimo. A mí, al menos, me hizo sentir que estaba haciendo algo bueno por mi salud.
Harinas para hipertensos: Preguntas y respuestas concisas:
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¿Qué harinas son mejores para hipertensos? Granos integrales en lugar de harinas blancas refinadas.
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¿Qué alimentos complementan la dieta para hipertensos? Frutas y verduras frescas ricas en potasio y fibra.
¿Qué queso puedo comer todos los días?
Ah, la pregunta del millón… o mejor dicho, del queso. ¿Qué queso comer a diario sin que te echen del paraíso quesero?
Pues mira, la respuesta es como la vida misma: ¡depende!
- Los frescos (tipo Burgos) son como el agua: necesarios, pero no te esperes fuegos artificiales. Aunque, oye, para un desayuno rápido…¡no están mal!
- El ricotta, su primo italiano, es un poco más sofisticado. Imagínalo en una lasaña ligera o con un chorrito de miel. ¡Un lujo discreto!
- Los de pasta blanda (tipo Camembert suave) son como el vino blanco: un placer culpable. ¡Pero cuidado! Moderación, que luego pasa lo que pasa… (Como aquella vez que me comí un brie entero y soñé que era Napoleón).
La verdad es que, si no tienes la salud de un yogur caducado, puedes combinar estos con otros quesos. La clave es no pasarse. Como con el amor, la cantidad no siempre es sinónimo de calidad.
¿Y si me apetece un queso más potente?
Sin problema. Un poquito de parmesano rallado en la pasta no mata a nadie. Ni un trozo de manchego con un buen vino tinto. Pero recuerda: en pequeñas dosis. Que la vida es demasiado corta para privarse, pero demasiado larga para atiborrarse.
Para Reflexionar (y reírse un poco):
- ¿Sabías que hay gente que cree que el queso es una conspiración láctea? ¡En serio! Buscad “teorías conspirativas del queso” en Google. Os vais a reír.
- Si el queso fuera un personaje de novela, ¿cuál sería? Yo voto por un Gruyère: lleno de agujeros y misterios.
- Mi abuela decía que “el queso llama al vino, y el vino a la alegría”. ¡Sabia ella!
- Este año probé un queso de cabra con higos que… bueno, digamos que casi lloro de emoción. A veces, la vida te sorprende con pequeños grandes placeres.
¿Qué no debe cenar un hipertenso?
¡Ay, la tensión! 200/100 hoy… otra vez. ¿Qué cené ayer? Ah, sí, pizza… ¡mala idea!
Carne roja, eso sí que no. Me encanta el solomillo, pero… ya sabes.
Y los dulces, ¡qué barbaridad! Ese pastel de chocolate de mi abuela… ¡pecado mortal! Aunque ayer solo tomé un trocito, pequeño, eh… pero aún así.
Bebidas azucaradas, ni de broma. Refrescos, zumos industriales… ¡agua, solo agua! (aunque a veces me lavo la boca con un poco de vino tinto, ¡uy!)
Sal, sal, sal… es mi enemiga. La cosa es que, a veces, ni me doy cuenta de cuánta sal le echo a la comida. ¡Qué desastre! El médico me dijo que tenía que cambiar mis hábitos, ¡y ahora tengo un montón de especias!
¿Qué más? Ah, sí, ¡las grasas saturadas! Quesos grasos, embutidos… He estado intentando usar más aceite de oliva, pero… es difícil.
Comida procesada… esa es fácil de evitar. ¡Ya no como patatas fritas! Aunque… ¡los nuggets de pollo! ¡Tengo que resistirme! ¡Y esa pizza de ayer! uff.
Ahora mismo no recuerdo más… ¡qué cabeza la mía!
- Alimentos salados: ¡evitar!
- Alimentos dulces: ¡controlar las porciones!
- Carne roja: con moderación, o mejor, ¡pollo!
- Bebidas endulzadas: ¡agua, siempre agua!
- Alcohol: con moderación extrema (para mí, es vino tinto, un poco…)
- Grasas satradas: ¡ojo con los quesos y los embutidos!
- Alimentos procesados: ¡a comer sano!
- Condimentos: ¡con cuidado!
Hoy probé una nueva receta de lentejas, ¡qué ricas! Necesito más ideas… mañana miro en internet, a ver…
Tengo que controlar mejor mi presión. Mi presión arterial es de 200/100, es demasiado alta. ¡Tengo que ir al médico! Mi prima, que es enfermera, me recomendó cambiar mi dieta.
¿Qué alimentos no debe consumir una persona con insuficiencia cardíaca?
Sal: El enemigo silencioso. Retiene líquidos, el corazón sufre. Menos de 2 gramos diarios. Simple.
Grasas saturadas: Arterias taponadas, un clásico. Carnes rojas grasas, embutidos… una bomba. ¿Quién necesita eso? La vida es demasiado corta. O quizás no.
Azúcares añadidos: Energía vacía, peso extra. Refrescos, dulces… una trampa. El placer efímero no vale la pena. O sí, a veces.
Alcohol: Depresor del corazón. Una copa está bien, quizás. Más es tentar al destino. Todo el mundo tiene uno.
Alimentos procesados: Cargados de sodio, grasas y azúcar. Evitar como la peste. La comodidad tiene un precio.
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Alternativas: Hierbas y especias en vez de sal. Carnes magras. Frutas. Agua.
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Mi abuela: Decía que la moderación es la clave. Pero ella fumaba como una chimenea. Irónico, ¿no?
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El corazón: Un músculo. Como cualquier otro, necesita cuidado. O no. La indiferencia también es una opción.
La vida, al fin y al cabo, es una enfermedad terminal.
¿Cómo recuperar la fuerza del corazón?
Buf, ejercicio. Eso es lo que necesito. Me acuerdo el año pasado, julio 2023, calor infernal en Madrid. Intenté correr por el Retiro, a las 7 de la mañana, pensando que no haría tanto calor. Error. Acabé tirada en un banco, roja como un tomate, el corazón a mil. Me sentía fatal. Mareada, agotada.
Tuve que parar por completo durante semanas. Luego empecé poco a poco. Caminatas cortas primero, alrededor de mi barrio, Lavapiés. Subir las cuestas me costaba la vida. Literal. Empezar despacio es clave. De verdad.
Ahora, intento moverme todos los días. No siempre llego a los 30 minutos, pero algo es algo. A veces solo 10 minutos de bici estática viendo una serie. Otros días nado en la piscina municipal, que me encanta. Los martes y jueves voy a yoga. No es aeróbico, pero me ayuda con la respiración y a relajarme, que también es importante, ¿no? Además me encanta la sensación despues del yoga.
• Caminatas por Lavapiés • Bici estática • Natación • Yoga
Sobre todo, escuchar al cuerpo. Si un día no puedo, no puedo. Y no pasa nada. Mañana será otro día. Lo importante es la constancia, no machacarse. El corazón lo agradece.
30 minutos de ejercicio moderado casi todos los días o 150 minutos a la semana.