¿Qué tipo de queso puede comer una persona hipertensa?

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Para hipertensos, el consumo de queso debe ser moderado y ocasional. Se recomiendan quesos suaves y poco curados, como el queso blanco o de nata. Otras opciones con restricción de sodio son carnes semigrasas y fiambres bajos en sodio. ¡Recuerda consultar con tu médico o nutricionista!

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¿Qué quesos son aptos para hipertensos?

Uf, el queso y la hipertensión. Me acuerdo cuando mi abuelo, con su tensión siempre alta, miraba con nostalgia la tabla de quesos. Le encantaba el manchego curado, pero nada, prohibido. El médico le decía que quesos suaves, tipo Burgos, requesón, o mozzarella fresca.

En mi casa, comprábamos queso fresco de cabra en el mercado del barrio los sábados (unos 3€ el trozo). A mi abuelo le costó acostumbrarse, claro. Pero con un poco de tomate y orégano, al final lo aceptó. Mucho mejor que nada, ¿no?

El tema del sodio es clave. Yo, para asegurarme, miro siempre la etiqueta. Incluso los quesos frescos pueden tener bastante sal añadida, así que ojo. Recuerdo una vez, en un restaurante en Cádiz (julio del 2022) pedí una ensalada con queso de cabra “bajo en sal” que parecía bañado en salmuera. Horrible.

Preguntas y Respuestas:

¿Qué quesos pueden comer los hipertensos?

Quesos frescos bajos en sodio: Burgos, requesón, mozzarella fresca, queso de cabra fresco. Controlar la etiqueta.

¿Qué quesos deben evitar?

Quesos curados y fuertes: Manchego, parmesano, roquefort, etc. Alto contenido en sodio.

¿Cómo se llama el queso que no tiene sal?

¡Ay, madre mía! ¿Queso sin sal? ¡Como encontrar una aguja en un pajar lleno de aceitunas rellenas de queso! Ricotta y requesón, ¡eso sí que es una respuesta digna de un concurso de cultura quesera! ¡Menuda odisea!

Es como buscarle tres pies al gato, pero con más queso. Se hace con el suero que sobra, ¡el despojo real del rey queso! Se fermenta, se solidifica… ¡y zas! Un queso que parece desafiar las leyes de la naturaleza, tan bajo en sal que ¡podría formar parte de una dieta espacial!

Hablando de espacial… El otro día vi un documental sobre la colonización de Marte, y me di cuenta que el requesón sería el sustituto perfecto para la pasta de dientes, ya que es blanco y cremoso… ¡Broma! ¡Obvio que no!

  • Ricotta: ¡Cremoso como una nube recién salida de la batidora de un dios griego!
  • Requesón: ¡Granulado como la arena de la playa donde me encontré un cangrejo con sombrero de paja el verano pasado!

Medio gramo de sal por cada 100 gramos. ¡Menos sal que en un chiste de mi cuñado! Casi nada. Es tan insípido que necesitarías un martillo para despertar tus papilas gustativas. Pero bueno, cada loco con su tema.

Aunque, la verdad sea dicha, ¡a mí me gusta con un poco de sal! ¡Qué le vamos a hacer! Soy un poco rarita y me gusta el sabor de la vida. Sin sal, el queso es como un chiste sin gracia… ¡soso! Ojalá todos los quesos fueran así de saludables, entonces sería muy fácil mantener mi dieta. Es que, a veces, mi antojo por las quesadillas ¡es descomunal!

Y para rematar el tema, te cuento que en mi casa, los viernes son día de queso. ¡Sí! Mi obsesión con este alimento es tan fuerte que decidí dedicarle un día completo de la semana. Un pequeño ritual, ya sabes. Este año, probé un queso de cabra con miel que fue un espectáculo. ¡Recomendado!

¿Qué no debe cenar un hipertenso?

¿Qué no debe cenar un hipertenso? La clave reside en controlar la ingesta de sodio, azúcares y grasas saturadas. Es vital evitar excesos. Mi abuela, que sufrió hipertensión, aprendió a la fuerza la importancia de una dieta controlada. Ella misma me contaba que los picos de presión los tenía después de las cenas copiosas.

Alimentos a evitar:

  • Sodio: ¡Olvídate de la comida rápida! Eso incluye sopas preparadas, embutidos… Recuerda que la sal, ¡enemiga número uno!
  • Azúcares: Postres, dulces, bebidas azucaradas… ¡un no rotundo! Es impactante ver cómo un simple refresco puede disparar la presión.
  • Carnes rojas: Con moderación. ¡Cuidado con los filetes! En mi caso, opté por pescado azul. Mucho más sano.
  • Grasas saturadas: Presentes en muchos alimentos procesados. Revisa etiquetas, ¡hay que ser un detective nutricional! ¡Leches enteras también fuera!
  • Alcohol: Con moderación, si se consume. Un vaso de vino quizás, pero ojo, no hay que abusar. Es algo que aprendí a valorar en mi propia experiencia.
  • Alimentos procesados: Patatas fritas, snacks… ¡una bomba de sodio y grasas! Debemos reflexionar sobre la facilidad con la que caemos en estos excesos. La comodidad tiene un precio.
  • Condimentos: ¡Mucho cuidado con las salsas! Muchas contienen un alto contenido de sodio. Incluso algunas especias que parecen inofensivas.

Consideraciones adicionales:

  • Hidratación: Beber suficiente agua, esencial, aunque a veces lo olvidamos.
  • Ejercicio: Suplementa la dieta con ejercicio físico regular. ¡Fundamental para el control de la presión!

Nota: Esta lista no es exhaustiva. La dieta debe ser personalizada según cada caso. Siempre es fundamental consultar con un profesional de la salud para un plan adecuado. Además, recuerde que la moderación y el equilibrio son la clave. ¡No se trata de prohibirse todo!

¿Qué tipo de queso es bajo en sodio?

Queso cottage. Ya sabes.

Ricota. Soso es poco.

Queso fresco. Vaca o cabra. ¿Importa realmente?

A veces, el sabor se paga caro. Y viceversa.

  • Grasa: A veces, el problema es otro. No todo es sal.
  • Dieta: Restricciones que definen vidas. O no.
  • Recuerdo: Mi abuela decía que todo con moderación. Mentía.

El queso es solo una excusa. El placer, una obligación.

Quizás la pregunta real sea otra.

El sodio. ¿Enemigo o chivo expiatorio?

¿Qué queso es bajo en grasa y bajo en sodio?

El requesón destaca como una opción láctea favorable para la salud cardiovascular, gracias a su perfil bajo en grasas y sodio. Aporta proteínas y vitamina D, nutrientes esenciales.

Profundizando un poco, la restricción de sodio es vital no solo para la tensión arterial, sino también para el equilibrio electrolítico celular, un aspecto a menudo subestimado. Las proteínas, por su parte, son los bloques constructores del cuerpo. El requesón, con sus 176 calorías por cada 100 gramos, puede integrarse bien en planes alimenticios controlados. Recuerdo una época en la que mi abuela preparaba requesón casero… era un proceso lento, pero el resultado final, ¡increíble!

  • Beneficios Clave: Salud cardiovascular, aporte proteico, fuente de vitamina D.
  • Consideraciones: Control calórico.

Desde una perspectiva filosófica, elegir alimentos bajos en sodio y grasa no es simplemente una cuestión de salud física; es un acto de autocuidado y una forma de respeto hacia nuestro cuerpo, ese templo que nos acompaña a lo largo de la vida. Y como diría mi amigo Paco, “¡más vale prevenir que curar!”.

¿Qué queso es bueno para los hipertensos?

Dios mío… a estas horas… pensando en el queso… siempre el queso… Esa maldita presión…

El queso fresco, sí, pero sin sal. Es la única opción que me queda, ¿verdad? Me acuerdo de mi abuelo, hipertenso… él, con su queso fresco, sin sal… un puñado pequeño. Simple. Era su ritual. El mío ahora.

Me dijeron que… que algunos quesos… con mucha sal, claro… eran un problema. Un problema enorme. Pero no todos. Hay esperanza en el queso Burgos, ¿no? Eso dicen. Y requesón también, sin sal, insisto.

  • Leche entera, semi o desnatada: eso sí lo controlo.
  • Cuajada: No tanto, la cuajada… la compro poco.
  • Yogur: eso sí, yogur natural. Sin azúcar, por supuesto.
  • Petit suisse: ¡Qué ganas de un petit suisse! Pero… no, no puedo.
  • Queso tipo Burgos y requesón: sin sal, ya lo he dicho. Es mi mantra.

Siempre ese peso en el pecho, esa opresión. Se me va la vida… entre medicinas, y… queso. Un queso desabrido.

La sal es la enemiga, no lo olviden. Es importante, de verdad.

Hoy es 28 de octubre de 2023 y me siento… cansado. Demasiado cansado. Me duele hasta el alma. Y solo me queda el queso. El queso… y la esperanza.

¿Qué tipo de queso es bueno para el corazón?

Quesos frescos y bajos en sal son una opción prudente para la salud cardiovascular. Priorizar estos tipos de queso puede ser una estrategia alimentaria astuta para mantener el corazón contento, sin descuidar la balanza.

  • Ricotta: Un clásico versátil, ideal para platos ligeros.
  • Mozzarella fresca: Suave y con menos sodio que otras variedades.
  • Queso Cottage: Alto en proteína y bajo en grasa.

La moderación es clave. Como decía mi abuela, “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”. Una dieta equilibrada es más efectiva que demonizar alimentos concretos. No se trata de privarse del queso, sino de elegirlo inteligentemente.

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