¿Qué pasa si dejo de cenar por un mes?
Ay, madre mía, dejar de cenar un mes… ¡me da escalofríos solo de pensarlo! Me imagino sintiendo un agotamiento brutal, con dolores de cabeza que me partirían la cabeza y un humor de perros. No podría concentrarme en nada, estaría irritable y de mal humor todo el día. El cuerpo reclama su energía, y privarlo así me parece una tortura. Mejor una cena ligera y equilibrada, que eso sí que da energía para el día siguiente. ¡No quiero ser un zombie!
¿Qué pasa si dejo de cenar por un mes? Ay, Dios mío, la pregunta me da un vuelco al estómago. Un mes… ¡ni se me ocurre! ¿De verdad alguien podría hacer eso? Me lo imagino, y me entran sudores fríos. Recuerdo una vez que estuve una semana sin apenas cenar por un trabajo estresante… ¡fue un infierno! Me sentía como un trapo viejo, arrastrándome por la vida. Los dolores de cabeza eran terribles, como si me clavaran agujas en las sienes. Y el humor… ¡uff! Era capaz de discutir con la pared. Mi pobre novio, ¡qué paciencia tuvo! Casi me echa de casa, jaja.
Dejar de cenar un mes… ¿para qué? ¿Para perder peso? Sé que hay gente que lo hace, he leído artículos sobre dietas extremas, dicen que se pierden kilos rapidísimo. Pero a qué precio. Yo no lo veo, de verdad. ¿Vale la pena sacrificar tu salud mental y física por unos pocos kilos menos? Para mí, no. No creo que sea sostenible a largo plazo. Es que, además, luego el efecto rebote… ¡ni te cuento! He visto a amigas que lo intentaron y recuperaron el doble del peso perdido. Eso sí que da miedo, ¿no?
Me parece mucho más sano y realista una cena ligera y equilibrada, ¿verdad? Algo que te aporte nutrientes sin dejarte con la sensación de vacío. Yo suelo cenar una ensalada con un poco de pollo o pescado. A veces, si me apetece, un yogur con fruta. Cosas sencillas, pero que me ayudan a dormir mejor y a sentirme con más energía al día siguiente. No necesito ser una experta en nutrición para saber que el cuerpo necesita energía, y privarlo tanto… ¡es un desastre! Mejor prevenir que curar, ¿no te parece? Además, ¿quién quiere ser un zombie andante? Yo, desde luego, que no. Prefiero sentirme bien, con energía y con buen humor. Que es lo que realmente importa.
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