¿Quién no debe tomar agua de jamaica?

Agua de jamaica… ¿quién no ama su color vibrante y ese sabor agridulce tan refrescante? Yo, la verdad, soy fan. Pero claro, como con casi todo en la vida, no se puede abusar. Me acuerdo de mi abuela, que siempre decía, “todo con medida, mijo, todo con medida”. Y tenía razón, ¿no? Con la jamaica pasa igual.

He leído por ahí —no recuerdo dónde, tal vez en alguna revista del doctor— que hay que tener cuidado con el agua de jamaica, sobre todo los niños, los adultos mayores, y las personas con diabetes. ¿Te imaginas? Algo tan aparentemente inofensivo… A los niños, supongo que por lo mismo que a veces les limitan los dulces y las bebidas azucaradas. A los abuelitos, bueno, ya sus cuerpos son más delicados, ¿verdad? Y en cuanto a los diabéticos… pues claro, el azúcar. Aunque mi tía, que tiene diabetes, a veces se toma una tacita bien chiquita y dice que se siente bien, pero siempre consulta con su doctor antes. Eso es importante, ¿eh? No automedicarse ni hacer experimentos raros.

No se trata de satanizar la jamaica, para nada. A mí me encanta bien fría en un día caluroso. Pero, ¿para qué arriesgarse? Mejor con moderación, como decía mi abuela. O si hay alguna duda, hablar con el médico. Total, más vale prevenir que lamentar, ¿o no? Yo, por ejemplo, me acuerdo una vez que me tomé litros y litros de agua de jamaica en una fiesta… ¡Me dio una acidez terrible! Aprendí la lección. Ahora me la tomo con calma, disfrutando cada sorbo.