¿Cuál fue la teoría de la tectónica de placas de Alfred Wegener?

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Wegener postuló que la Tierra albergó un supercontinente, Pangea, que se fragmentó a lo largo del tiempo geológico, provocando la deriva continental y la actual distribución de los continentes. Su hipótesis, aunque inicialmente rechazada, sentó las bases de la teoría de la tectónica de placas.

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La Audaz Visión de Wegener: Un Supercontinente a la Deriva

Alfred Wegener, meteorólogo y geofísico alemán, propuso a principios del siglo XX una idea revolucionaria que transformaría nuestra comprensión de la Tierra: la teoría de la deriva continental. Esta teoría, precursora de la tectónica de placas, postulaba que los continentes no eran entidades estáticas, sino que se desplazaban a lo largo del tiempo geológico como barcos surcando un océano de roca. Wegener visualizó un pasado remoto donde todos los continentes estaban unidos formando un único supercontinente, al que llamó Pangea, rodeado por un vasto océano, Panthalassa.

La hipótesis de Wegener se basaba en una serie de observaciones que, en su conjunto, pintaban un cuadro convincente. La complementariedad de las costas de África y Sudamérica, como piezas de un rompecabezas, era un indicio evidente. Además, la distribución de fósiles de animales y plantas terrestres, idénticos en continentes ahora separados por miles de kilómetros de océano, reforzaba su argumento. ¿Cómo podrían organismos terrestres, incapaces de cruzar océanos, haberse dispersado de esa manera? La única explicación plausible, según Wegener, era que esos continentes estuvieron alguna vez unidos.

La evidencia paleoclimática también aportaba su peso. Wegener encontró indicios de glaciaciones antiguas en regiones tropicales actuales, y depósitos de carbón, formados en climas cálidos y húmedos, en zonas ahora frías. Estos fenómenos inexplicables bajo la suposición de continentes fijos, cobraban sentido si se consideraba el desplazamiento de las masas continentales a través de diferentes zonas climáticas.

A pesar de la solidez de sus argumentos, la teoría de la deriva continental fue recibida con escepticismo por la comunidad científica de la época. El punto débil de la propuesta de Wegener residía en la falta de un mecanismo convincente que explicara cómo se movían los continentes. Él sugirió que la rotación de la Tierra y las fuerzas de marea podrían ser las responsables, pero estos argumentos fueron considerados insuficientes por la mayoría de los geofísicos, que se aferraban a la idea de una Tierra sólida e inamovible.

La audaz visión de Wegener, aunque inicialmente rechazada, sembró la semilla de una revolución científica. Sus ideas, combinadas posteriormente con nuevos descubrimientos sobre la expansión del fondo oceánico y el magnetismo terrestre, darían lugar décadas después a la teoría de la tectónica de placas, el paradigma actual que explica la dinámica de la corteza terrestre y la formación de montañas, volcanes y terremotos. Wegener, aunque no vivió para verlo, sentó las bases de una de las teorías más importantes de las ciencias de la Tierra, demostrando que la persistencia y la capacidad de observar con una mirada fresca pueden transformar nuestra comprensión del mundo.

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