¿Cómo calcular cuánto pagar de agua?

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El costo del agua potable depende del consumo individual (50-100 litros/persona/día, según OMS) y del precio del servicio. Como máximo, este gasto no debería superar el 3% del presupuesto familiar. Calcula tu consumo diario multiplicado por el precio por litro de tu proveedor y luego, el porcentaje del presupuesto familiar destinado al agua.

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Vale, a ver, ¿cómo calcular cuánto pagamos de agua? ¡Ay, el agua! Un tema que a veces me da dolor de cabeza, ¿a quién no? Parece tan sencillo, pero al final la factura siempre sorprende un poco, ¿verdad?

Según la OMS (¡siempre tan metódicos!), cada uno de nosotros debería usar entre 50 y 100 litros de agua al día. ¡Madre mía! Yo, sinceramente, no sé si cumplo. A veces me pillo pensando: “Uf, ¿estoy gastando demasiado al ducharme?” O cuando dejo el grifo abierto mientras friego los platos… ¡Culpable!

La clave, según dicen, es saber cuánto consumimos realmente y a cuánto nos cobran el litro. A ver, pensemos un poco. Si por ejemplo, en mi casa somos tres y cada uno gastara, pongamos, 75 litros al día (un punto medio, ni muy ahorrador ni muy derrochador), estaríamos hablando de 225 litros diarios. ¿Y cuánto cuesta el litro? Eso depende mucho de dónde vivas, claro. Aquí, en mi pueblo, creo que anda por… No sé, la verdad, tendría que mirar la factura. ¡Un momento! Se levanta y busca la factura del agua. ¡Ajá! 0,003 euros por litro. ¡Qué lío de números!

Así que, si hacemos cuentas… ¡Calculadora al rescate! 225 litros x 0,003 euros = 0,675 euros al día. ¡Parece poco! Pero al mes… ¡Unos 20 euros! No está mal, supongo.

Lo que sí me parece importante es esto que dicen: el gasto del agua no debería superar el 3% de nuestro presupuesto familiar. ¡Vaya! No me lo había planteado así nunca. ¿Y si gasto de más? ¿Debería ducharme más rápido? ¿O lavar el coche con un cubo en lugar de la manguera? (¡Eso sí que me duele, lo reconozco! Adoro ver el coche brillante…).

Recuerdo una vez, cuando vivía en un piso de estudiantes, que nos llegó una factura del agua desorbitada. ¡Madre mía, qué susto nos llevamos! Resultó que había una fuga en el baño y no nos habíamos dado cuenta. ¡Un desastre! Desde entonces, estoy mucho más atenta a cualquier señal de gotera o desperdicio.

Así que, ya sabéis, la cosa es echar cuentas, ser conscientes de lo que gastamos y, sobre todo, ¡cuidar el agua! Al final, es un bien preciado que tenemos que proteger, ¿no os parece?