¿Qué es la función económica?

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La función económica social implica el uso sostenible del suelo para actividades productivas, priorizando su capacidad óptima. Esto busca beneficiar a la sociedad, el interés común y al dueño de la propiedad. Se basa en un desarrollo que equilibra la productividad, la equidad social y la preservación del medio ambiente.

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La Función Económica: Un Pilar para el Desarrollo Sostenible

En el complejo entramado de la economía, la “función económica” emerge como un concepto fundamental que trasciende la mera generación de riqueza individual. Es una noción que se imbrica profundamente con la responsabilidad social y la gestión sostenible de los recursos, buscando un equilibrio entre la producción, el beneficio colectivo y la protección del medio ambiente.

La función económica, en su esencia, se refiere a la capacidad de un bien o recurso, especialmente la tierra, para generar valor económico a través de actividades productivas. Sin embargo, esta capacidad no puede ser explotada de manera indiscriminada, sino que debe estar guiada por un principio superior: el beneficio social.

Aquí es donde entra en juego el concepto de la función económica social. Ésta implica que la utilización de un bien, como el suelo, no se limita únicamente a maximizar las ganancias del propietario, sino que debe considerar el impacto positivo que dicha utilización genera en la sociedad en su conjunto. Esto significa priorizar el uso sostenible del suelo, asegurando que las actividades productivas se realicen dentro de sus límites de capacidad óptima, sin comprometer su fertilidad o su capacidad de regeneración.

En otras palabras, la función económica social aboga por un desarrollo que armonice tres pilares fundamentales:

  • Productividad: El bien debe ser utilizado para generar riqueza y valor económico.
  • Equidad Social: Los beneficios generados por la actividad productiva deben distribuirse de manera justa, contribuyendo al bienestar de la sociedad y reduciendo las desigualdades.
  • Preservación del Medio Ambiente: La actividad productiva debe realizarse de manera responsable, minimizando su impacto ambiental y asegurando la sostenibilidad a largo plazo del recurso.

Este enfoque holístico implica considerar el interés común por encima del beneficio individual, buscando un desarrollo que sea verdaderamente sostenible. No se trata de sacrificar la productividad en aras de la ecología, sino de encontrar modelos productivos que integren la sostenibilidad como un elemento intrínseco.

¿Cómo se manifiesta la función económica social en la práctica?

Esto puede traducirse en diversas acciones, como:

  • Planificación territorial responsable: Zonificación que asegure el uso adecuado del suelo, evitando la deforestación y la urbanización descontrolada.
  • Prácticas agrícolas sostenibles: Técnicas que preserven la fertilidad del suelo, minimicen el uso de pesticidas y fertilizantes químicos, y fomenten la biodiversidad.
  • Inversión en energías renovables: Desarrollo de fuentes de energía limpias que reduzcan la dependencia de los combustibles fósiles y mitiguen el cambio climático.
  • Programas de desarrollo social: Iniciativas que promuevan la educación, la salud y el acceso a servicios básicos para las comunidades locales.

En resumen, la función económica, especialmente en su dimensión social, es un concepto clave para construir un futuro más justo y sostenible. Al priorizar el uso responsable de los recursos, el beneficio colectivo y la protección del medio ambiente, podemos asegurar que el crecimiento económico contribuya realmente al bienestar de la sociedad en su conjunto, sin comprometer el futuro de las generaciones venideras. La clave está en entender que la riqueza no se mide solo en términos monetarios, sino también en la salud del planeta y la prosperidad de la comunidad.