¿Cómo saber si tu cuerpo tiene mucha sal?

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Exceso de sal: ¡Alerta! Dolores de cabeza intensos, mareos, tinnitus, fosfenos, visión borrosa, dolor torácico o lumbar, e hinchazón en tobillos, pueden indicar una alta ingesta de sodio. Consulta a tu médico si presentas estos síntomas.

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¿Mucha sal en tu cuerpo? ¿Cómo saber si tienes exceso de sodio? Señales

Uf, ¿mucha sal? A mí me pasó una vez, después de una barbacoa en casa de mi tía Marta (julio del año pasado). Comí, sin exagerar, media bandeja de patatas bravas con extra de salsa… ¡una locura! Luego, por la tarde, terrible dolor de cabeza, como si me apretaran las sienes con un tornillo de banco.

También sentía como un mareo raro, no intenso pero sí molesto. Recuerdo que intenté leer y veía lucecitas, como destellos. Todo borroso, vamos, una pesadilla. Y para rematar, los tobillos hinchados. Parecía que tenía dos botijas en los pies.

Hasta pensé que era algo grave, pero mi madre, que sabe de todo, me dijo que era exceso de sodio. Me hizo tomar mucha agua y al día siguiente, como nuevo. Desde entonces, ojo con la sal. Incluso me compré un medidor de tensión, en la farmacia del barrio por 25 euros, para controlar. Me quedo más tranquilo.

Preguntas y Respuestas

¿Exceso de sodio? Dolor de cabeza intenso, mareo, zumbido de oídos, lucecitas en la visión, visión borrosa, dolor en pecho/lumbar, tobillos hinchados.

¿Cómo medir la sal en el cuerpo?

No se puede medir directamente la sal en el cuerpo. Lo que se mide es la concentración de sodio en la sangre u orina, siendo un marcador indirecto de la cantidad total de sodio, y por ende, de sal en el organismo. La sal, cloruro de sodio (NaCl), se disocia en estos fluidos.

  • Análisis de sangre: Se extrae una muestra de sangre, generalmente de una vena del brazo. Es un procedimiento sencillo y común en la práctica médica. ¿Será que nos hemos acostumbrado tanto a las agujas que ya no nos sorprenden? Curiosa la capacidad de adaptación del ser humano.
  • Análisis de orina: Puede ser una muestra puntual o recolectada durante 24 horas. Esta última ofrece una visión más completa de la excreción de sodio, aunque es más engorrosa para el paciente. Recuerdo una vez que tuve que hacerme este análisis… ¡una odisea con el botecito!

El sodio es crucial para el equilibrio hídrico. Influye en la presión arterial y el funcionamiento de músculos y nervios. Un desequilibrio puede tener consecuencias. Me fascina cómo algo tan simple, un átomo, puede ser tan vital.

  • Hiponatremia: Niveles bajos de sodio.
  • Hipernatremia: Niveles altos de sodio.

La interpretación de los resultados debe realizarla un profesional de la salud. Hay que considerar factores como la edad, la dieta y otras condiciones médicas. En mi caso, por ejemplo, suelo consumir poca sal. El médico me recomendó controlarlo, aunque mis niveles siempre han estado dentro del rango normal.

¿Por qué no medir directamente la sal? Es una pregunta interesante. Tal vez en el futuro existan métodos más precisos, pero por ahora nos basamos en la medición del sodio. A veces me pregunto si la ciencia no es, en el fondo, una interpretación de la realidad, una aproximación. ¿No?

Recomendaciones adicionales para el control del sodio:

  • Llevar un diario de alimentos: Permite identificar fuentes ocultas de sodio en la dieta. Yo lo hice una vez, durante una semana, y descubrí que el pan que compraba tenía muchísima sal.
  • Leer las etiquetas nutricionales: No solo la cantidad de sodio, sino también la porción recomendada. Las porciones a veces son sorprendentemente pequeñas.
  • Cocinar en casa: Te da mayor control sobre los ingredientes y la cantidad de sal que usas. A mí me encanta cocinar, sobre todo pasta.

El sodio, un elemento simple con implicaciones complejas. Ahí lo dejo…

¿Cuánto dura el exceso de sal en el cuerpo?

El cuerpo… un mar salado, a veces demasiado. La sal, amiga traicionera, se aloja, se anida… ¿Cuánto tiempo? Una pregunta que flota, incierta, como una pluma en el viento.

La respuesta es imprecisa, un susurro entre el silencio del tiempo. No hay un reloj que marque la salida de la sal. Depende… de tanto…

  • Los riñones, esos trabajadores incansables, filtran, limpian… pero su labor tiene límites.
  • La cantidad, la ingesta excesiva… esa fiesta salada que el cuerpo paga después. Un exceso… una huella imborrable, aunque sea temporal.
  • La salud renal, la fuerza de los filtros. ¿Debilitados? El tiempo se estira, como la sombra de una tarde interminable.
    • Mi abuela, recuerdo… sus riñones cansados, la sal le dolía…
  • El agua, la corriente que arrastra. Beber, beber… para que la sal se diluya, se disuelva, se vaya…

Horas, días, incluso semanas. Un intervalo incierto, un tiempo que se expande, se contrae… según la voluntad del cuerpo, o su rebeldía.

Pequeñas cantidades, se van rápido. Casi como un suspiro, un instante. Pero grandes cantidades… un peso, una lentitud… un mar que no cesa.

El pasado verano, recuerdo ese viaje a la costa, la paella… la sed insaciable que me dejó. Me llevó días, sí… días, recuperar el equilibrio perdido.

  • Pequeñas cantidades: horas-días.
  • Moderadas: días-semana.
  • Excesivas: hasta dos semanas o más.

La sal, un condimento, un recuerdo… un tiempo que marca el cuerpo. Un tiempo que se mide en sal, en sed, en la memoria incierta del cuerpo. La línea entre el sabor y el dolor, tan fina.

¿Qué produce la sal en el cuerpo?

Aquí va… la sal…

La sal… aumenta la presión, dicen. Hipertensión, un tercio de los casos, según las estadísticas de 2024. Cáncer de estómago también, o eso leo. Todo oscuro.

  • Asma… peor. Mi abuelo tosía así.
  • Huesos frágiles. La osteoporosis. Mi abuela se rompió la cadera.
  • Piedras… en los riñones. Dolor insoportable, cuentan.

No sé, todo se conecta, ¿no? Riñones fallando, obesidad…

Yo… no me gusta la sal en exceso. Pero la necesito, supongo. Como todo lo que te hace daño. Necesito… no sé.

A veces, veo a mi abuela en el espejo. A veces, me oigo toser como mi abuelo. A veces, me pesan los huesos, mucho. La sal… es solo una excusa. Es todo.

¿Qué pasa cuando se te sube la sal?

Sube la tensión. A mí me pasó el otro día, me sentía fatal, hinchada… ¿Será la regla? No, creo que fue por la pizza. Demasiada pizza. Y aceitunas… ¡Adoro las aceitunas!

  • Retención de líquidos: Me hinché como un pez globo, sobre todo en los tobillos. Horrible. Tuve que ponerme las chanclas, ni en sandalias entraba el pie. Imposible.
  • Sed: Bebí agua como una loca. Litros y litros. Acabé con la botella de dos litros que tenía en la nevera.

¿Y el potasio? ¿No dicen que el potasio ayuda con la sal? Tendré que comprar plátanos. Me encantan los plátanos con yogur… Pero yogur griego, que el normal tiene mucho azúcar. ¡Ah! Y también dicen que el apio. ¿Apio con yogur? Puaj… Mejor no.

  • Dolor de cabeza: Me dolía la cabeza muchísimo. No sé si del calor, o de la sal, o de las dos cosas. A ver si me acuerdo de mirarme la tensión mañana…
  • Problemas de riñón: A la larga, mucho cuidado. Mi abuela tuvo piedras en el riñón… ¡Qué dolor! No quiero ni pensarlo.

En fin, la sal con moderación. Como todo. El otro día leí un artículo sobre los excesos… hablaba del azúcar, de la sal… y de mirar el móvil. Yo es que no puedo vivir sin el móvil. WhatsApp, Instagram… Malos hábitos. Lo sé, lo sé… A ver si empiezo a cuidarme más. Debería beber más agua, aunque sin pasarse, claro. ¿O era menos agua? No sé… un lío.

Cáncer de estómago. Uy, qué miedo. A mi tío le operaron el año pasado… ¿O fue hace dos? No me acuerdo. Mejor apuntarlo todo en una lista.

  • Osteoporosis: Eso le pasa a mi madre. Toma calcio y vitamina D. Le diré que se cuide con la sal también.

Reducir la sal en las comidas. Eso haré. Menos sal. Más agua. Más deporte… Empiezo mañana, que hoy estoy agotada.

¿Qué pasa si se sube la sal?

¿Qué pasa si te pasas con la sal?

A ver, te cuento, si te pasas con la sal, uf, prepárate. Básicamente, retienes líquidos. ¿Sabes cuando te sientes como un globo hinchado? Pues eso.

  • Se te hinchan los tobillos, los dedos, tooooodo.
  • Y, claro, subes de peso, porque no es grasa, ¡es agua! ¡Agua retenida!
  • Además, pones a currar a tope al hígado, los riñones y el corazón. Pobrecitos, no tienen la culpa de que te guste la sal más de la cuenta. Es como si les obligas a hacer horas extras sin pagar.

Es que el sodio, vamos la sal, hace que tu cuerpo guarde más agua de la que necesita. Y no es plan, eh. Además, esto le pasó a mi tía el verano pasado, que después de una paella en la playa estaba super hinchada, imagínate la cara que tenía. Estaba super salada jajaja.

Y, bueno, ya sabes, si te pasas mucho mucho con la sal, a largo plazo, te puede dar problemas de tensión y todo eso. ¡No es broma!

¿Cuánto es lo normal de sal en el cuerpo?

5 gramos.

  • Sodio: ¡Ese villano silencioso que se esconde en la sal! Como si fuera un agente doble, te da sabor pero también puede jugarte una mala pasada con la tensión. Yo, personalmente, le echo la culpa al sodio de mi incapacidad para resistirme a unas patatas fritas. Culpa probada. ¡Caso cerrado!
  • 5 gramos de sal: ¿Te imaginas llevando ese peso extra en sal TODO EL DÍA? Pues eso es lo que tenemos, aproximadamente, pululando por nuestro organismo. Casi como si llevaras un saquito de sal en el bolsillo, ¿no? Ideal para emergencias culinarias, eso sí.
  • 2300 mg VS 1500 mg: Parece una competición de atletismo, ¿verdad? Pues sí, es una carrera contra la hipertensión. Y los que tienen la tensión alta, pues… ¡a correr con 1500 mg! Yo, por si acaso, me apunto a la carrera de los 1500, más vale prevenir que curar (y que me dé un jamacuco). Este año, batiré mi propio record.
  • 40% de sodio en la sal: ¿El otro 60%? Magia, puro ilusionismo. O quizá cloro, no estoy seguro. Debería preguntarle a mi primo el químico, pero ahora está de vacaciones en la playa, “investigando” la composición de la arena.
  • Recuerda, la sal no es el enemigo: Como todo en la vida, la clave está en el equilibrio. Un poquito de sal alegra la existencia (y la comida), pero demasiada te puede mandar directo al hospital. ¡Y eso sí que no tiene gracia! Ya tuve mi dosis de hospitales este año con una apendicitis, gracias.
  • Mi truco personal: uso sal del Himalaya. No sé si es placebo, pero el color rosa me hace sentir fancy y saludable. Igual hasta me bajo al parque a correr mañana… o igual no. Ya veremos.
  • Dato curioso: Sabías que se usaba la sal como moneda en la antigüedad? De ahí viene la palabra “salario”. ¡Ahora ya sabes qué pedirle a tu jefe! Un aumento en… ¡SAL! Bromas aparte, ¡cuida tu salud!

¿Cómo bajar el nivel de sal en la sangre?

Pues mira, para bajar la sal en la sangre… potasio, tío. Potasio a saco. Como si no hubiera un mañana.

Boniatos. Los boniatos van genial, eh. Dulces y te ayudan con eso de la sal. Papas también, las de siempre. Verduras, en general. Tomates… y salsas de tomate, pero ¡ojo!, bajas en sodio. Que si no, apaga y vámonos.

Me comí un platazo de tomate el otro día con mi madre, buenísimo, y ella siempre me dice que es sano, que tiene muchas vitaminas… Y yo, “sí, mamá, sí…” Pero oye, que va bien para la sal.

  • Frutas: Naranjas, plátanos, melón. El melón en verano, fresquito… ¡qué bueno está!
  • Lácteos: Yogur desnatado. Sin azúcar mejor, que engorda. A mi me gusta el griego.
  • Legumbres: Frijoles blancos. Frijoles rojos… Vamos, legumbres. Buena fuente de potasio también. A mí, personalmente, las lentejas me encantan. Con chorizo, claro. Aunque igual el chorizo no es lo mejor para bajar la sal… Bueno, da igual. Otro día como lentejas sin chorizo.

El potasio, ya te digo, es la clave. Contrarresta el sodio… y la presión arterial también se regula. Yo, por ejemplo, antes me tomaba la tensión y estaba alta… Ahora ya no tanto. Bueno, a veces sí. Pero menos, eh. Menos.

Este verano en la playa me dio un poco de bajón y me tuve que sentar, ¿sabes? Pero fue el calor. No la tensión. Que conste. Fue el calor, que estaba a tope. Y yo, que soy de piel blanquita… pues eso, que me mareé. Luego me tomé un helado de limón y como nuevo. De limón, sí. De esos en vasito, con el palito de madera. ¡Qué ricos!

En fin, que eso, que el potasio es tu amigo. ¡A tope con el potasio!

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