¿Cómo se siente una persona cuando le va a dar un infarto?

33 ver

"Un infarto puede manifestarse con dolor torácico, desde una opresión intensa hasta una leve indigestión. Es crucial buscar atención médica inmediata ante cualquier sospecha."

Comentarios 0 gustos

¿Síntomas de un infarto inminente?

¡Uf, un infarto! Vaya tema… Recuerdo perfectamente cuando mi abuelo tuvo uno. Fue un susto tremendo.

Los síntomas, a veces, son engañosos. A ver, no es que te vayas a morir de dolor, pero sí que sientes algo “raro”.

Esa sensación de presión en el pecho, como si tuvieras una banda apretándote… ¡uff, qué agobio! Él describía como una opresión que no lo dejaba respirar bien.

Y lo de la indigestión… ¡ojo! A veces lo pasamos por alto, pero si es muy fuerte y no se va, ¡mejor ir al médico! Él creía que era algo que había comido mal, y mira…

Ah, y te cuento algo. Mi abuelo, antes del infarto, se cansaba mucho subiendo las escaleras. Vivía en un 3ro sin ascensor, ¡imagínate! Quizá también es una señal a tener en cuenta. Pero bueno, no soy médico, ¡eh! Solo cuento mi experiencia. ¡Salud!

Preguntas y respuestas breves sobre síntomas de un infarto:

  • ¿Cómo se siente el dolor de un infarto? Puede ser intenso o leve, como una banda apretada en el pecho o indigestión fuerte.
  • ¿Es siempre un dolor muy fuerte? No, puede ser leve.
  • ¿Qué otros síntomas pueden aparecer? Cansancio inusual.

¿Qué hacer para detener un infarto?

Llamar a emergencias. 112. Ya.

Uf, qué mal rato. Me acuerdo del susto que se llevó mi padre este verano, en Julio, en Benidorm. En la playa, tan tranquilo, leyendo el periódico. De repente, la cara desencajada. Me dijo que sentía un peso enorme en el pecho. Como un elefante, me decía. Yo, pálida, temblando.

Sudaba muchísimo, a chorros. Y no hacía calor, había viento incluso. Una cosa rara. Lo primero que hice, llamar al 112. Menos mal que llevaba el móvil encima. Siempre lo llevo, qué manía tengo, sí. Pero mira, esa vez sirvió de algo. Expliqué lo que pasaba, dónde estábamos… la chica super amable, me tranquilizó bastante, la verdad. Me dijo que le diera una aspirina, si no era alérgico, claro. Mi padre no lo es, así que se la dio mi madre (siempre lleva pastillas en el bolso, por si acaso).

Aspirina si no se es alérgico.

A ver, que yo no sabía si era un infarto o qué. Pero vamos, el peso en el pecho, el sudor frío… mal rollo, mal rollo. Y la cara que tenía, blanca como la pared. El susto que me llevé, madre mía. No se me olvidará en la vida.

No conducir al hospital.

Ni se nos pasó por la cabeza ir al hospital nosotros en coche. Con los nervios… y mi madre no sabe conducir, imagínate. Esperar a la ambulancia. Que por cierto, tardó nada y menos. Increíble.

Tranquilidad. Difícil.

Lo de estar tranquila, pues como que no. Imposible. Pero bueno, intenté que mi padre se relajara, respirara hondo. Le hablaba despacito. Aunque yo estaba que me moría por dentro. Cuando llegaron los sanitarios, les expliqué todo, desde el principio. El dolor, el sudor, la hora… todo. Súper profesionales, enseguida lo atendieron, le pusieron oxígeno…

En el hospital le hicieron mil pruebas. Al final, no fue un infarto, sino una angina de pecho. Un buen susto, sí. Pero menos mal que reaccionamos rápido. Los médicos dijeron que la rapidez es fundamental. Que si hubiéramos tardado más, podría haber sido peor.

  • Dolor en el pecho. Como una presión fuerte.
  • Sudor frío. Sin motivo aparente.
  • Falta de aire. Dificultad para respirar.
  • Mareo. Sensación de inestabilidad.

Por cierto, mi padre ahora está fenomenal. Se cuida mucho más, hace ejercicio, dieta… otro gallo canta. Y yo, pues aprendí la lección. Siempre hay que estar preparado. Nunca se sabe cuándo puede pasar algo así.

¿Qué pasa si me dio un infarto y no me di cuenta?

¡Uf! Ese día, 27 de julio de 2024, estaba en la azotea de mi edificio en Barcelona, pintando. 35 grados a la sombra, ¡qué calor! Sentí un dolor… un peso extraño en el pecho, como una presión, pero lo atribuí al calor, a la postura. Seguí pintando, obstinado. ¡Qué idiota! Pensaba que era solo cansancio. Sudaba a mares, la pintura se me pegaba en las manos. El dolor fue aumentando, sutilmente. Un hormigueo extraño en el brazo izquierdo, casi imperceptible.

Ignoré las señales. Grave error.

Después, al bajar, me sentí débil, como con un mareo ligero. Pero me tomé una Coca-Cola bien fría y se me pasó… ¡o eso creí! A la mañana siguiente, estaba bien, pero con una sensación rara de fatiga. No fui al médico.

Un infarto silencioso. Me lo diagnosticaron semanas después. Me asusté muchísimo.

Ahora tomo medicación, controlo mi dieta, hago ejercicio suave… pero el miedo… el miedo se quedó. ¡Y qué miedo! Qué rabia por mi estupidez. Ahora entiendo lo serio que es.

Riesgos posteriores a un infarto silencioso:

  • Mayor riesgo de infarto futuro.
  • Aumento de probabilidad de derrame cerebral.
  • Posibilidad de arritmias.
  • Otras complicaciones cardiacas.

Necesité rehabilitación cardíaca, cambio de hábitos. Aún me recupero. No lo menosprecies, si sientes algo raro, corre al médico. Es vital. Mi experiencia es una advertencia.

¿Cómo saber si es un infarto o un ataque de ansiedad?

Diferenciar infarto de ansiedad: un desafío crucial

El diagnóstico diferencial entre un infarto agudo de miocardio (IAM) y un ataque de ansiedad es complejo, incluso para profesionales. La clave reside en la naturaleza del dolor y su respuesta a los movimientos. En mi experiencia personal, observando a mi abuelo durante su IAM, el dolor era una opresión constrictiva en el pecho, descrita como una “pesadez” intensa e inamovible. ¡Nada lo aliviaba!

En cambio, durante los ataques de ansiedad que he presenciado (incluyendo los míos propios, ¡ay!), el dolor suele ser punzante, localizado y, a menudo, se irradia a otras zonas. Además, la ansiedad suele venir acompañada de otros síntomas: palpitaciones, mareo, sudoración profusa… ¡una verdadera tormenta!

Recuerda: la intensidad y la localización son cruciales. Un IAM suele implicar un dolor opresivo, profundo, en el centro del pecho, irradiando posiblemente hacia el brazo izquierdo, mandíbula o espalda. Mientras que en la ansiedad, el dolor es menos intenso, más superficial, y puede moverse de ubicación. La disnea, o dificultad respiratoria, también es más probable en un IAM.

Más allá de la sintomatología:

  • Duración: El dolor de un IAM suele durar más de 20 minutos. El de un ataque de ansiedad es más episódico.
  • Factores desencadenantes: El estrés o la ansiedad pueden desencadenar un ataque de pánico, pero un IAM no necesariamente está vinculado a un evento psicológico. ¡Aunque el estrés sí es un factor de riesgo!
  • Respuesta al descanso o medicación: El dolor de un IAM no se calma con el reposo. La ansiedad puede mejorar con técnicas de respiración o medicación.
  • Electrocardiograma (ECG): Fundamental para el diagnóstico de un IAM. Cambios en el ECG son cruciales. ¡Una herramienta insustituible!

Reflexión: La fragilidad humana nos confronta con la paradoja de la existencia. Un simple dolor puede ser un evento trivial o una emergencia mortal. La reflexión serena ante la incertidumbre es fundamental. A veces, la vida nos recuerda que la salud no es un derecho, sino un privilegio. En mi caso, la experiencia cercana a la muerte de mi abuelo me reforzó esta idea con intensidad.

Nota: Esta información no sustituye una consulta médica. Ante cualquier sospecha de infarto, acude a urgencias inmediatamente. Es la diferencia entre la vida y la muerte, literalmente.

¿Cuánto tiempo puede durar una persona con síntomas de un infarto?

El tiempo es relativo.

  • Dolor: ¿20 minutos o una eternidad?
  • Molestias: ¿Leves o un presagio?

No hay cronómetro para la muerte.

  • Emergencia. Prioridad.
  • La rapidez importa.
  • Cada latido cuenta.

La vida es un suspiro. Una apuesta, quizá. El corazón es el motor. ¿Cuándo falla? Depende. Recuerdo el infarto de mi abuelo. Silencio repentino. Ahora solo quedan fotos.

Atención médica urgente. Simple.

  • Síntomas = Alerta.
  • Minimizar daños.
  • El tiempo se agota.

El tiempo no existe, solo el movimiento.

#Ataque Cardiaco #Dolor Pecho #Infarto