¿Cuándo preocuparse por el estómago?

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¡Ay, Dios mío! Las náuseas y los vómitos me ponen de los nervios. Me preocuparía si empezaran a ser algo recurrente, ¿sabes? Una cosa es una indigestión por darme un atracón de pizza, ¡otra muy distinta que el cuerpo me esté avisando de algo serio! Yo creo que no hay que tomárselo a la ligera y, sí, correría al médico si fuera algo frecuente. Mejor prevenir que lamentar, ¿no creen?

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Uf, el estómago… ¿Cuándo preocuparse? Esa es la pregunta del millón, ¿no? A ver, a quién no le ha dado una mala digestión alguna vez. Recuerdo aquella vez que me comí, no sé, ¿medio kilo de paella? en la boda de mi prima. Acabé fatal, con unas náuseas… ¡qué horror! Pero bueno, eso fue puntual, un exceso, ya me entendéis. La cosa cambia cuando el malestar se vuelve una constante. Las náuseas, los vómitos… puaj, ¡me dan escalofríos solo de pensarlo! A mí me pone de los nervios, la verdad. Me entra una angustia… ¿Será algo grave? ¿Tendré que ir al médico corriendo?

Yo creo que sí, que hay que hacerle caso al cuerpo. No me refiero a una simple acidez después de un café cargado, sino a algo más persistente. Imagínate, vómitos varios días seguidos, o un dolor que no se te quita… Ahí ya la cosa pinta fea. ¿No les parece? Una vez leí por ahí –no me acuerdo dónde, la verdad– que un porcentaje bastante alto, no sé si era un 30% o algo así, de los casos de dolor abdominal recurrente pueden ser síntoma de algo más serio. No es por alarmar, ¡ojo!, pero mejor ir al médico y que te digan que no es nada, ¿a que sí?

Yo, por ejemplo, tuve una época que me dolía muchísimo la barriga después de comer. Pensaba que era por el estrés del trabajo, ¡pero resultó ser intolerancia al gluten! Quién me lo iba a decir… Desde que lo descubrí y cambié mi dieta, estoy como nueva. Así que ya saben, ante la duda, al médico de cabeza. Más vale prevenir que curar, ¿o no era así el dicho?