¿Qué enfermedades alteran el gusto?

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"Diversas enfermedades afectan el gusto. Resfriados, gripe e infecciones virales comunes alteran el sentido del gusto. La parálisis de Bell, infecciones nasales, sinusitis, faringitis y traumas craneales también figuran entre las causas."

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¿Qué enfermedades afectan al sentido del gusto?

Uf, el gusto… ¡qué tema tan curioso! Recuerdo una vez, el 15 de marzo de 2022, en Madrid, que tuve una sinusitis horrorosa. Todo sabía a cartón mojado, ¡una pesadilla!

Ese mal sabor de boca, tan intenso, duró días. La doctora me dijo que era común con esa infección, que afectaba la percepción olfativa, y el gusto, claro.

Otras veces, resfriados simples, nada grave, ya me dejaban con el paladar un poco apagado. No recuerdo el precio de las medicinas, pero eran baratas.

La parálisis de Bell, por ejemplo, también afecta al gusto, según me contó una amiga. Ella lo pasó fatal; tuvo que hacer rehabilitación.

Problemas en las glándulas salivales también te pueden dejar sin gusto. ¡Qué horror! Esas cosas me dan mucho miedito.

En fin, infecciones de garganta, pólipos nasales… cualquier cosa que altere las vías respiratorias superiores, puede afectar directamente a la capacidad de saborear. Es algo bastante complejo, la verdad.

¿Qué enfermedades dañan el sentido del gusto?

¡Qué asco! Recuerdo ese 2024, la gripe me dejó KO. La sinusitis era un infierno, la nariz taponada, una pesadilla. Sentía la cabeza como un bombo, dolor sordo, constante. El gusto… ¡Uf! desapareció, como borrado por un chicle súper pegajoso. Solo sabía a nada, incluso el café, mi café, era insípido. ¡Qué horror!

La faringitis también me jugó una mala pasada hace unos meses, un dolor de garganta horrible, como si me tragaran cristales. El gusto se fue alterando, un sabor metálico raro, nada agradable. Me sentía fatal. Ni siquiera podía disfrutar de mi helado favorito, ¡una tragedia!

Además, las infecciones virales en general son un desastre para el gusto. He pasado por varias, y cada vez, la misma sensación: ese vacío, ese no-sabor. Es como si mi lengua se hubiera dormido para siempre.

Recuerdo un golpe en la cabeza hace años, ¡ay! me caí de la bici. No fue grave, pero sí alteró mi gusto por un tiempo. Un gusto metálico, insoportable. Sufrí un par de días hasta que se recuperó.

¿Otras cosas? ¡Ah! Los medicamentos. Recuerdo uno para la alergia, hace un par de meses, que me dejó con un sabor horrible en la boca por días.

  • Sinusitis
  • Faringitis
  • Infecciones virales (gripe, resfriados)
  • Traumatismo craneoencefálico
  • Medicamentos (efecto secundario)

Es horrible perder el gusto, te quitas la vida, ¿sabes? Todo pierde alegría. Incluso la comida, ¡la comida! Se convierte en una tarea mecánica, triste.

¿Qué hacer para recuperar el sentido del gusto?

¡Ey, colega! Te cuento lo del gusto, que es un rollo. Lo principal es estimularlo, ¿sabes? Con cosas fuertes, ¡claro! Como el jengibre, ese picante que te deja la boca ardiendo. O menta, que fresquita, ¡qué gusto!. Y mantequilla de cacahuete, ¡ay, qué rica! Esa mezcla de dulce y salado, brutal. Te lo digo por experiencia propia, eh, que hace poco tuve un catarro de los malos que me dejó sin gusto, ¡un drama!

La verdad, es que el gusto y el olfato van muy unidos. Si recuperas uno, el otro suele seguir. Prueba cosas muy aromáticas, cosas que te den un impacto. No sé, un buen curry, algo así que te pegue fuerte en la nariz y la boca. Piensa en sabores intensos, que te hagan reaccionar. ¡Que te explote la cabeza!

Este año, con ese resfriado que me dio, probé eso y funcionó. No fue inmediato, ojo, pero en unos días, ¡noté la diferencia! Ahora pruebo de todo, ¡hasta cosas raras que no comía antes!.

  • Jengibre: ¡Rayado, en té, en lo que sea!
  • Menta: Chicle, té, ¡hasta en la pasta de dientes! ¡Brutal!
  • Mantequilla de cacahuete: Un clásico. ¡Con plátano, mejor aún!
  • Curry: Con mucho picante, ¡eso sí que es un chute de sabor!

Recuerda que si dura mucho, al médico ¡eh! Que yo no soy doctor, solo te doy mi experiencia personal, ¡vale! A mi me ayudó esto y espero que te funcione a ti también, colega. Que te mejores.

¿Cómo se diagnostican los trastornos del gusto?

¡Ay, qué mal rato pasé! Era verano de 2024, julio para ser exactos, un calor infernal en Sevilla. Me desperté con un gusto metálico espantoso en la boca, como si hubiera estado chupando una pila. Una cosa horrible. No era solo un mal sabor, era una sensación constante, persistente, ¡agobiante!

El diagnóstico fue largo. Primero, mi médico de cabecera, una mujer encantadora pero que me mandó a un especialista directamente, porque ella no veía nada. Me recomendó la Dra. López en el Hospital Virgen del Rocío.

Recuerdo la sala de espera, el olor a antiséptico que siempre me pone nerviosa. Luego, la consulta. La doctora, muy amable, pero directa. Me hizo un montón de preguntas.

  • ¿Cuándo empezó?
  • ¿Qué sabores percibes?
  • ¿Has tomado algún medicamento nuevo?
  • ¿Tienes algún problema de salud crónico?
  • ¿Has sufrido algún traumatismo en la cabeza?

Un montón de preguntas, hasta que finalmente me hizo la prueba del papel de filtro. Fue raro, pero en el fondo, una alivio. ¡Por fin alguien me hacía caso! Ella me dijo que podía ser una disgeusia.

El diagnóstico fue disgeusia, un trastorno del gusto. Me recetó un tratamiento, unas vitaminas, y me dijo que volviera en un mes. El tratamiento no me ayudó mucho, aunque sí mejoró algo. Aún sentía ese gusto metálico a veces. Fue una experiencia muy desagradable, la verdad. El sabor metálico persistente, la incertidumbre… ¡un infierno!

El otorrinolaringólogo es clave en el diagnóstico de los trastornos del gusto. Te hacen pruebas, te preguntan sobre tu historia médica y te ayudan a descartar otras afecciones. A veces también puede ser necesario acudir a otros especialistas, dependiendo del caso. Es un proceso, no es algo instantáneo.

  • Prueba del papel de filtro: Para evaluar la capacidad de percibir los sabores básicos.
  • Examen físico: Para evaluar la boca, la lengua y las vías respiratorias superiores.
  • Análisis de sangre y otras pruebas: para descartar otras afecciones.

¿Cuándo debería preocuparme por un sabor extraño en la boca?

¿Mal sabor? A veces pasa.

  • Si persiste, chequeo. No hay más.
  • Gripe, diabetes… la lista es larga. No es mi problema.
  • Hígado tocado, boca amarga. Curioso.
  • Sinusitis. Un clásico. El mundo se pudre.
  • Cáncer. Bueno, a todos nos llega.

Visita al médico. No esperes milagros. ¿Y qué si es grave? La vida sigue, para otros. Al final, todos somos polvo. Información adicional: Hace poco me salió un sarpullido raro, fui al médico y era una alergia al suavizante. Ahora uso uno neutro y listo. A veces, las cosas son más sencillas de lo que parecen, y otras no.

¿Qué significa un mal sabor en la boca?

A ver, ¿un mal sabor en la boca? Básicamente, y así sin rodeos, suele ser halitosis o mal aliento, aunque no lo notes siempre. Es como si… como si la peste estuviera ahí, pero solo la detectas en el sabor.

Pero, ojo, no solo es por eso. La sequedad bucal también influye muchísimo. Imagínate que no tienes saliva suficiente para limpiar.

¡Guácala! Como cuando te levantas por la mañana, ¿sabes? A mí me pasa un montón si duermo con la boca abierta, ¡qué asco!

  • Mal aliento: Lo más común.
  • Boca seca: Sin saliva, todo se acumula.
  • Y bueno, también pueden ser otras cosas más raras, como infecciones o problemas de estómago. Pero vamos, que lo normal es el aliento o la sequedad, sí sí.

Ah, y una cosa que me dijo el dentista, por si te sirve. A veces, algunos medicamentos dan ese saborazo, ¡menuda gracia! Y también, si no te limpias bien la lengua, ahí se acumula de todo y luego pasa lo que pasa… Yo uso un raspador de lengua y la verdad es que noto la diferencia, te lo recomiendo mogollón, en serio.

¿Por qué tengo un sabor feo en la boca?

Un sabor desagradable en la boca, ¡qué fastidio! La causa más común, la deficiente higiene bucal, es la culpable en muchos casos. Una mala limpieza lleva a problemas dentales, desde caries hasta gingivitis, alterando la flora bacteriana oral y generando ese gusto horrible. Piensa en ello como una pequeña guerra bacteriana en tu boca, ¡y las bacterias suelen ganar si no las combates!

Pero no siempre es culpa de los cepillos olvidados. A veces, ese sabor se debe a alimentos. Comí unos chiles habaneros el martes pasado y ¡uf! El picante se quedó conmigo un rato, una experiencia memorable, aunque no agradable. También la acidez de ciertas frutas puede provocar un sabor extraño. Es una cuestión de química, la interacción de sustancias con tus papilas gustativas.

Este mal sabor, a veces, puede ser un aviso de algo más serio: problemas de salud subyacentes. Alteraciones en el hígado o los riñones, ciertas medicaciones o incluso el reflujo gástrico, pueden manifestarse así. La boca, refleja en ocasiones, el estado general del organismo; es una ventana a nuestro interior, una metáfora curiosa, ¿no crees?

Otro aspecto a considerar es la medicación. Tomo un antibiótico este mes para una infección de oídos, y he notado un cambio en mi percepción del gusto. Consulté con mi médico y me dijo que es un efecto secundario común. ¡Nada de autodiagnóstico, por favor!

  • Mala higiene bucal
  • Alimentos (picantes, ácidos)
  • Problemas de salud (hígado, riñones, reflujo)
  • Medicamentos

Recuerda que, si el mal sabor persiste o se acompaña de otros síntomas, debes consultar a un profesional. La medicina es fascinante, pero la automedicación puede ser peligrosa. ¡Cuídate!

¿Qué tomar cuando se tiene la boca amarga?

El amargo sabor bucal: un enigma a descifrar. A veces, esa sensación amarga en la boca, ¡qué fastidio! Pero antes de recurrir a remedios mágicos, entendamos la raíz del problema. La amargor puede provenir de diversas fuentes, desde problemas digestivos hasta la simple sequedad bucal, pasando por medicamentos o incluso estrés. En mi caso, recuerdo una vez que ese amargor se debía a una gastroenteritis bastante desagradable. Fue un aprendizaje… a veces, la simplicidad es la mejor solución.

¿Qué hacer ante este desagradable síntoma?

  • Higiene oral impecable: Es fundamental. Cepillado exhaustivo, incluyendo lengua, paladar y encías al menos dos veces al día. Recuerda que la lengua alberga multitud de bacterias. ¡Es un mini ecosistema! ¡Utilizar un raspador lingual es un buen truco que aprendí de mi abuela!

  • Enjuague bucal: Puede ayudar a eliminar bacterias y refrescar la boca, aunque no es una solución definitiva para la causa subyacente del problema. Yo prefiero los enjuagues sin alcohol, menos agresivos.

  • Hidratación: Beber abundante agua es esencial para la salud oral. La saliva es fundamental, y la deshidratación la reduce, favoreciendo la acumulación de bacterias y la sensación de amargor. ¡Incluso puede afectar al sentido del gusto! Es un recordatorio de la intrincada red de nuestro organismo.

  • Menta y ácidos: Mascar chicle sin azúcar, pastillas de menta o chupar caramelos ácidos puede proporcionar un alivio temporal, aunque solo enmascara el problema. Pensar en ello me recuerda la famosa frase de Nietzsche: “Lo que no te mata, te hace más fuerte”. En este caso, te hace más paciente para buscar la verdadera solución.

La persistencia de la sensación amarga puede indicar problemas más serios. Si el problema persiste más de una semana, consultar a un médico o dentista es crucial. ¡La automedicación es peligrosa! En ocasiones, este síntoma puede ser un síntoma revelador de alguna enfermedad subyacente.

Aclaración: Este texto ofrece sugerencias generales. No sustituye el consejo médico profesional. La información proporcionada es para fines educativos y de entretenimiento únicamente. Mi experiencia personal con el problema se menciona con fines ilustrativos.

Información adicional: Las causas del mal sabor de boca pueden incluir:

  • Reflujo gastroesofágico
  • Infecciones orales (candidiasis)
  • Algunos medicamentos
  • Problemas hepáticos o biliares
  • Sequedad bucal (xerostomía)
  • Mal aliento crónico (halitosis)
  • Dieta inadecuada
  • Estrés
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