¿Qué pasa si te cortas sin querer un lunar?

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Cortar un lunar accidentalmente puede causar sangrado, infección o cicatrices. Evita rascarlos o manipularlos. Si te molesta, consulta con un dermatólogo para una evaluación profesional y opciones de remoción segura.

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¿Qué hacer si accidentalmente me corto un lunar?

Ay, madre mía, ¡qué marrón! Cortarte un lunar accidentalmente puede dar un susto de muerte. A mí, una vez, intentando depilarme las cejas (un desastre, por cierto), rocé uno que tenía cerca del párpado. El drama…

Lo primero, ¡calma! Que el pánico no ayude. Limpia bien la zona con agua y jabón neutro. Luego, aplica un antiséptico, tipo betadine, y cubre con una gasa o tirita. Vigilancia total, toca ver si sangra mucho o si hay signos de infección.

Recuerdo que cuando me hice lo del párpado, sangró un poco, pero nada grave. Lo que sí hice fue ir al médico a los pocos días. Mejor prevenir, ¿sabes? Y más si notas algo raro, como que el lunar cambia de forma, color o tamaño.

Mi doctora (la vi en la clinica del barrio, costaría unos 40€ la consulta) me dijo que, normalmente, no pasa nada si el corte es pequeño y se cura bien. Pero que siempre es bueno revisar esas cosas. Así que, si tienes dudas, ¡al médico de cabeza! No te rayes, pero tampoco lo dejes pasar. ¡Más vale prevenir que curar, amiga!

¿Qué pasa si me cortó un lunar?

Un lunar… esa pequeña mancha en la piel. A veces, casi imperceptible. Otras, un punto oscuro que atrapa la mirada. Yo tengo uno justo debajo de la clavícula izquierda. Lo toco a veces, sin querer. Como si fuera un pequeño secreto.

Cortarlo… una navaja rozando, un pequeño pinchazo. ¿Dolor? Quizá. Más que dolor, una sensación extraña. Como una violación de algo ínfimo, pero propio. La raíz, invisible, aferrada. Un lunar no se va así como así. No se borra. Vuelve. Insiste. Como un recuerdo recurrente. Como la melodía de una canción olvidada.

Lesiones hiperpigmentadas. Palabras que resuenan. Manchas. Sombras. La piel, un lienzo. Mi piel, un mapa de historias mínimas. El sol de julio quemando en la playa de Bolonia… Recuerdo la arena, fina, entre los dedos. Ese verano…

El dermatólogo. Su lupa, escudriñando. Buscando. ¿Qué busca? Señales. Pistas. El lunar cortado, una cicatriz muda. Un obstáculo. Dificulta el diagnóstico. Las enfermedades de la piel… un miedo silencioso. Un susurro en la oscuridad. Melanomas… lunares que cambian, que crecen, que duelen.

Mejor no tocar. Observar. Cuidar. Mi lunar sigue ahí, bajo la clavícula. Un pequeño punto en el universo de mi piel.

  • No cortes un lunar.
  • Los lunares tienen raíces. Cortarlos no los elimina.
  • Manipular un lunar dificulta el diagnóstico de enfermedades de la piel.
  • Observa tus lunares. Si cambian, consulta a un dermatólogo.

Me acuerdo de un amigo, él tenía un lunar en la espalda. Grande, irregular. Le picaba. Fue al médico. Lo extirparon. Todo salió bien.

¿Qué pasa si me hago una herida en un lunar?

Si te hieres un lunar, ¡no entres en pánico! No es el fin del mundo, aunque sí amerita atención, cual drama de telenovela.

La herida en sí no maligniza el lunar directamente. Es como decir que caerte de la bicicleta te convierte en astronauta: ¡poco probable!

  • Inflamación y cicatrización: El lunar se quejará (inflamación) y podría guardar rencor (cicatriz). Esto altera su apariencia, como un mal corte de pelo que te hace dudar de tu estilista.
  • Aspecto sospechoso: Un lunar herido puede parecerse a uno maligno, ¡pero no lo es necesariamente! Es como confundir a tu vecino con Brad Pitt, ambos son rubios, ¿no?

¿Qué hacer?

  1. ¡Calma! No llames a la NASA. Primero, lava y desinfecta la herida, como harías con cualquier otra.
  2. Observa: Vigila al lunar herido, como si fuera tu planta favorita. ¿Cambia de forma, color, o tamaño? ¿Sangra sin provocación, como si estuviera contando un secreto?
  3. Consulta a un dermatólogo: Si tienes dudas, ¡no te quedes con la incertidumbre! Un experto te dirá si todo está bien o si necesitas más atención. Yo, por ejemplo, voy al dermatólogo cada 3 meses porque tengo más lunares que constelaciones.

Recuerda, el miedo es libre, pero la información es poder. ¡No dejes que un simple rasguño te quite el sueño! Y si el lunar empieza a hablar, ¡ahí sí llama a la NASA!

¿Qué pasa si me quito un lunar con la mano?

Quitarse un lunar con la mano, buah, es mala idea: sangrado, cicatriz, infección… ¡Un desastre!

Te cuento, hace poco, en julio de 2024, estaba en la playa de la Barceloneta, quemándome bajo el sol infernal (llevaba protección, eh). Me noté un lunar nuevo en el brazo, como un puntito negro. Me picaba, una cosa insoportable.

Lo peor fue el momento exacto: estaba hablando con Ana, una amiga que vive en Gracia, y sin pensar, ¡zas!, me lo arranqué. No sé por qué lo hice, un impulso. Sangre a borbotones, un horror. Ana gritando, yo intentando limpiarme con la toalla llena de arena. Qué asco.

  • Dolor: Uf, como una quemadura.
  • Sangre: Muchísima, manché la toalla y el pareo.
  • Sensación: Pánico absoluto. Me veía en urgencias.

Al final, fuimos a una farmacia cerca del puerto. Me pusieron un apósito y me dijeron que lo vigilara. Todavía tengo la cicatriz, una marca roja que me recuerda mi estupidez cada vez que me pongo crema solar. Kadri tiene toda la razón, no se quitan del todo. Además, un dermatólogo te lo quitaría bien y con anestesia, no como yo, a lo bestia. Nunca más.

¿Qué pasa si te cortas un lunar mientras te afeitas?

Cortar un lunar al afeitarse. Mal asunto. Sangre. Agh, qué asco. ¿Cicatriz? Espero que no. ¿Infección? Peor aún. Debería tener más cuidado. Siempre con prisas…

  • Desinfectar. Importante. Alcohol o agua oxigenada. ¿Tendré en el botiquín? Creo que sí. Tengo que comprar más.
  • Apósito. Para que no roce con la ropa. Las tiritas esas pequeñas redondas van bien. ¿O mejor una cuadrada?
  • Observar. A ver si cambia de color, de tamaño… cosas raras.

Raíz del lunar. ¿En serio? Como si fuera una planta. No sabía eso. Interesante. Entonces, aunque lo cortes vuelve a salir. ¿Y si lo arrancas de raíz? No, mejor no. Demasiado bruto. Me acuerdo de mi abuelo… siempre se quitaba las costras y le quedaban marcas horribles. No quiero eso.

  • Dermatólogo. Si veo algo raro, voy directo al médico. Mejor prevenir que curar. Siempre lo digo, pero nunca lo hago. Esta vez sí. La última vez que fui fue en 2023, para un chequeo general. Debería ir más a menudo.

Lesiones hiperpigmentadas. Palabra complicada. ¿Qué significará eso? Algo con pigmentos… color. Supongo. Tendré que buscarlo en Google. Luego. Ahora no tengo tiempo. Tengo que ir a… ¿dónde era? Ah, sí, al supermercado. Lista de la compra: leche, pan, huevos… ¿Algo más? No me acuerdo.

Este año, en la revisión anual, me dijeron que tengo la piel sensible. Me recomendaron usar protector solar a diario, incluso en invierno. Y una crema hidratante específica. La compré, pero no la uso. Debería. La tengo en el cajón del baño. Al lado del cepillo de dientes eléctrico. Que tampoco uso mucho. Soy un desastre.

¿Qué pasa si me corto un pedazo de lunar?

Medianoche. Otra vez. La oscuridad me abraza, y los pensamientos… dan vueltas. Me obsesionan. Como esa vez… con el lunar. Sí, ese. El de la espalda.

Me daba miedo. Una tontería, quizá. Pero lo toqueteaba, lo pellizcaba. Un día… un trocito pequeño. Corté un pedazo. Casi sin querer. Sangró. No mucho. Pero sangró.

Lo limpié como pude. Con miedo. Miedo a que se infectara. Miedo… a algo más. Algo que no entendía.

  • Sangrado: Fue lo primero. Obvio. Rojo brillante… contra mi piel.
  • Cicatriz: Pequeña. Casi invisible. Pero ahí está. Me recuerda… mi estupidez.
  • Infección: Por suerte, no. Pero la idea… me atormentaba. Días sin dormir. Revisándolo.

Después de aquello, fui al médico. Este año. En marzo. Me dijo que tuve suerte. Que no todos los lunares son iguales. Que algunos… son peligrosos. Que debo tener cuidado. Que debo observalos. Que cualquier cambio… debo ir corriendo.

Ahora lo sé. Ahora lo entiendo. El lunar sigue ahí. Un poco diferente. Un recordatorio. De mi miedo. De mi ignorancia. Y de la oscuridad… que a veces… me habita. Tocarlo… fue un error. Un error que no volveré a cometer. Nunca.

¿Qué pasa si me corto sobre un lunar?

Si te cortas un lunar, esencialmente lo tratas como cualquier otra herida en tu piel. No hay un peligro inmediato inherente solo por el hecho de que la lesión sea en un lunar.

¿Hemorragia? Sí, es posible, como con cualquier corte. Recuerdo de pequeña, jugando cerca de las zarzas en el huerto de mi abuela, siempre arañazos. ¿Y si ese rasguño hubiera sido en un lunar? No lo recuerdo… pero imagino la misma sensación, el mismo miedo infantil.

  • La hemorragia, generalmente, es leve. No es motivo de alarma instantánea.
  • Limpia bien la zona. Agua y jabón, lo de siempre.
  • Vigila la curación. Observa si hay cambios extraños: inflamación excesiva, pus…

Pero… (siempre hay un pero, ¿verdad?)

  • Cambio de aspecto: Si el lunar empieza a sangrar sin motivo aparente, cambia de color o forma, o pica insistentemente, eso sí es una señal de alerta. Consulta a un dermatólogo. Mejor prevenir, aunque a veces… a veces da pereza ir al médico, lo sé.
  • Antecedentes familiares: Si tienes antecedentes de melanoma, la precaución debe ser mayor.

No es el corte en sí, sino lo que puede desencadenar. Imagina el lunar, una pequeña isla en tu piel, de pronto alterada… No es el fin del mundo, pero merece atención. Es como…como una pequeña grieta en una vieja vasija. No la rompe de inmediato, pero la debilita.

¿Es normal que un lunar forme costra y se caiga?

No.

  • Cuidado con las costras. Un lunar no debería comportarse así.
  • Sangrado. Tampoco es buen síntoma.
  • Dermatólogo. Es la palabra clave. No lo dejes.

Lo he visto. A veces ignoramos señales. Pensamos que es cosa de nada. Error. Puede ser tarde. Piensa, ¿qué precio tiene la tranquilidad? Ninguno.

  • Epitelioma basocelular: Suena feo, ¿verdad? Lo es. Pero pillado a tiempo… es otra historia.
  • La piel lo recuerda todo. El sol, las quemaduras. Todo suma.

No soy médico. Solo he visto cosas. Demasiadas quizá. No seas como yo. Ve. Prevenir. Curar. Ese es el orden. La vida es un parpadeo.

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