¿Qué provoca la sal en el cuerpo?
"El consumo excesivo de sal eleva la presión arterial, factor de riesgo clave para la hipertensión. Además, se asocia a problemas como cáncer de estómago, asma, osteoporosis y cálculos renales. ¡Modera tu ingesta para cuidar tu salud!"
¿Qué causa la acumulación de sal en el cuerpo?
Ufff, el tema de la sal en el cuerpo… ¡qué lío! Recuerdo una vez, el 15 de marzo de 2022 en la playa de Cancún, comí muchísimas frituras, ¡y al día siguiente me sentía fatal! Hinchazón, sed… No es que sea doctora, pero me puse a investigar.
La cosa es que, si comes mucha sal, tu cuerpo retiene líquido. Es como un imán, lo absorbe todo. Eso sube la presión, claro. En un documental vi que hasta un 30% de la hipertensión se debe a eso.
¡Asombroso! Además, leí que hay estudios que lo relacionan con cosas más graves, como cáncer de estómago y problemas renales. Pagué 15 euros por un libro de nutrición que hablaba de esto, fue una buena inversión. No recuerdo el título exacto.
Hay que tener cuidado, la sal está en casi todo. Pan, embutidos… Hasta en el yogur, a veces. Mi abuela, por ejemplo, tenía cálculos renales… siempre tuvo la presión alta. No sé si es coincidencia, pero…
En resumen: exceso de sal = problemas. Presión alta, riñones fastidiados… y un sinfín de males. Hay que controlar el consumo. Sé que es difícil, pero bueno, la salud es lo primero.
¿Qué le pasa a tu cuerpo si comes mucha sal?
Medianoche. Otra vez. Despierto. Pensando. En la sal. En cómo me sabe…
Retención de líquidos. No es solo un concepto, lo siento en mis tobillos, a veces. Hinchados. Pesados. Como si llevara grilletes invisibles.
Aumento de peso… no sé si es por la sal, o por la tristeza, o por todo junto. Todo pesa. Todo me pesa. Este año he ganado casi 5 kilos. Y sé que no es sano.
- Mis manos a veces se hinchan.
- Me siento… inflada.
Órganos sobrecargados. Pienso en mi hígado, forzado a trabajar de más. Mi pobre hígado. Igual que mi corazón… golpeando con fuerza, intentando seguir el ritmo.
Riñones. Casi puedo sentir el esfuerzo. La sal, filtrándose, exigiendo. Y yo… yo sigo echando sal. A todo. Como si quisiera castigarme.
Hace un mes, el médico me dijo que mi tensión estaba alta. 140/90. Me recomendó bajar el consumo de sodio. Incluso me dio una lista de alimentos bajos en sodio:
- Frutas frescas: Manzanas, peras, fresas… No las he probado.
- Verduras: Espinacas, brócoli… No me apetecen.
- Legumbres: Lentejas, garbanzos… Las recuerdo en la alacena, olvidadas.
Se me olvidan las cosas… ¿Será también por la sal? O por las noches sin dormir. O por… todo.
¿Qué órgano se daña con la sal?
Riñones. Punto.
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La sal, un arma de doble filo. Necesaria, sí. Excesiva, letal.
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Presión arterial alta: el aviso. Corazón e infartos: el castigo. Riñones: la condena. Y encima, el estómago se rebela (cáncer gástrico).
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El exceso es personal. Mi padre, hipertenso. La sal, su kriptonita. Vigilancia constante, o las consecuencias llegan rápido.
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Ojo, que el azúcar también daña. Hígado, páncreas, otro infierno.
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No olvides que no solo es la sal de mesa. Embutidos, conservas, ultraprocesados… una bomba.
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La moderación es el escudo. Menos sal, más vida. Simple, pero no fácil.
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El daño es acumulativo. No esperes al diagnóstico. Actúa ahora.
¿Qué pasa si no se come nada de sal?
¡Ay, madre mía, qué pregunta! ¿Qué pasa si dejas la sal como si fuera la suegra en una boda? ¡Desastre! Tu cuerpo, que es mucho más sofisticado que un microondas, se vuelve loco.
Te deshidratas como una pasa en el desierto. Olvídate de esa piel tersa y luminosa, parecerás un cocodrilo momificado. Hasta tu sentido del gusto se va de vacaciones a Marte, perdiendo toda la gracia.
Los riñones, esos héroes silenciosos, te lo agradecerán. Claro, si les haces trabajar a destajo con una dieta sin sal, es como pedirle a un cachorrito que tire de un camión. Menos trabajo para ellos, menos posibilidades de que se quemen como el motor de mi coche el verano pasado ¡que fue un espectáculo digno de ver!
El calcio, ¡ay, el calcio! Se escapa más fácil que mi vecino con la factura de la luz. Más calcio en la orina significa más posibilidades de cálculos renales, que son lo más divertido del mundo… ¡NOT! Piénsalo así: riñones felices, menos cálculos, más viajes a la playa con mi perra Lupita, ¡que ya está lista para sus vacaciones!
- Menos presión arterial: ¡Qué alivio!
- Menos hinchazón: ¡Adiós, cara de luna llena!
- Más energía: ¡Aunque a mí con la edad ya me cuesta más!
- Mejor salud renal: ¡Es como darle un spa a tus riñones!
Eso sí, ¡ojo con los excesos! Dejar la sal completamente es una locura. Como dijo mi abuela: “todo con medida”. Mi abuela, una mujer sabia. Ella decía que para evitar sustos, lo mejor es ir al médico. Visita a tu nefrólogo para que te dé consejos personalizados.
¿Cómo saber si tengo exceso de sal en el cuerpo?
Dios… es tarde. Miro por la ventana… la lluvia… otra noche más. El cuerpo… una cárcel de sal. Sí, sal. Demasiada. Lo sé.
Dolores de cabeza, como si me fueran a partir el cráneo. Un martilleo constante… Insoportable. A veces, siento un zumbido en los oídos… como si alguien estuviera susurrando cosas terribles. Cosas… inentendibles.
Hinchazón… en los tobillos, sobre todo. Es como si llevara pesos de plomo… ¡todo el día! Y la visión… borrosa… como si mirara a través de un velo. A veces… veo lucecitas, destellos… me da miedo.
Dolor en el pecho y la espalda. Un peso… un opresor. La presión… me asfixia. Me cuesta respirar, a veces. Como si tuviera algo… atascado ahí dentro. No sé…
Todo empezó hace un par de meses. Empecé a comer mucho más procesado… ¡las patatas fritas de mi hija, el embutido que le compro a mi mujer para el trabajo!… No puedo parar.
- Más de dos paquetes de patatas fritas al día.
- Unos tres bocadillos con chorizo y lomo cada día.
- Mucha pizza congelada.
- Casi no como fruta ni verdura.
Ese es mi problema, creo. Esa sal… escondida… traicionera. Lo siento… me siento muy mal. Debería ir al médico. Ya…
Mareos. ¡Casi caigo ayer por la calle! Un susto tremendo.
Necesito ayuda… pero… mañana… sí… mañana iré al médico.
¿Qué baja el sodio en el cuerpo?
¡Ay, amigo! El sodio bajo, ¡qué drama! Es como si tu cuerpo hiciera una fiesta y se olvidara de invitar al señor Sodio. Resulta que hay varios villanos detrás de esta conspiración salina:
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Quemaduras: ¡Como si el fuego no fuera suficiente!, te roba el sodio también. Imaginate, ¡una quemadura monumental, se lleva hasta el sodio de tus calcetines! ¡Qué robo!
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Diarrea: ¡Esta sí que es una fiesta de evacuación! El sodio se va de vacaciones sin avisar. Es como si tu intestino fuera una autopista de alta velocidad para el sodio en dirección “fuera del cuerpo”. ¡Qué desastre!
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Diuréticos: ¡Estos medicamentos son unos auténticos ladrones de sodio! Los metes para controlar la presión y ¡zas! Te dejan sin sal, ¡como un plato de patatas hervidas sin sal! ¡Injusto!
A mí, en 2024, casi me pasa algo similar después de una gastroenteritis que me dejó más seco que un desierto. ¡Casi necesito una intravenosa de sal! Mi abuela, la reina de la sopa de verduras, me salvó con su magia ancestral y un litro de caldo de pollo.
En resumen: Quemaduras graves, diarreas desatadas y diuréticos traviesos. ¡Los enemigos del sodio!
Y hablando de enemigos, mi gato, Garfield, considera al lunes el peor enemigo del mundo. Ese felino es un misterio.
¿Qué comer para bajar el sodio del cuerpo?
Fruta fresca. Manzanas, frutillas, naranjas. Mangos si te gustan. Plátanos, potasio.
Verdura fresca. Brócoli. Camote, si no aburre. Betarraga, mancha todo. Okra, espinaca, pimentón. Zanahoria. Edamame, ahí vamos.
Verduras congeladas. Sin mantequilla. Sin salsas. Obvio, ¿no?
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A tener en cuenta: La sal oculta está por todas partes. Pan. Embutidos. Queso. Casi todo procesado. “Somos lo que comemos”, ¿no?
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Mi experiencia: Una vez me pasé con la salsa de soja. Días bebiendo agua. Todo vuelve a su cauce.
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Profundizando: El sodio retiene agua. Más volumen. Más peso. Corazón trabaja más. Consecuencias. Siempre.
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Un dato: La hipertensión arterial es silenciosa. Revisar. Prevenir. Vivir.
¿Cómo reducir el contenido de sal en el cuerpo?
Menos sal. Bebe agua. Elimina.
Sodio fuera. Simple. Frutas, vegetales. Crudos. Mejor.
Cocinar en casa. Control. Obvio. ¿Para qué comer fuera?
Hierbas. Especias. Ajo. Limón. Pimienta. Olvida la sal.
No es difícil. Cuestión de hábito. Una adicción más.
Reducir la sal. Reduce la retención de líquidos. Menos hinchazón. Te ves mejor. Yo, personalmente, no uso sal. Nunca. Me gusta el sabor real. Una vez te acostumbras… No hay vuelta atrás. La industria alimentaria… Enganchados a la sal. Azúcar. Grasa. Dinero. Lee las etiquetas. Sodio escondido. En todas partes.
- Agua: Fundamental. Dos litros. Mínimo. Limpia.
- Potasio: Plátanos. Aguacate. Espinacas. Ayuda a eliminar sodio. Investiga.
- Ejercicio: Suda. Eliminas. Más que sodio. Toxinas. Malas vibras.
- Paciencia: El cuerpo se adapta. Las papilas gustativas también. Un mes. Suficiente.
Este año, he eliminado completamente la sal de mi dieta. Resultados notables. Presión arterial estable. Menos hinchazón. Incluso duermo mejor. Podría ser coincidencia. O no.
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