¿Qué tipos de energía necesita el ser humano?

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"El cuerpo humano necesita energía de hidratos de carbono, grasas y proteínas obtenidas de la dieta. Los hidratos son la principal fuente de energía para el organismo."

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¿Qué energías esenciales necesita el ser humano para vivir y funcionar?

Uf, qué lío esto de las energías… Recuerdo una charla en la universidad, en Madrid, el 15 de marzo del año pasado, donde el profesor hablaba de esto. Me dejó medio mareada.

Claro, carbohidratos, grasas y proteínas, ¡las tres patas del banco! Carbohidratos, la gasolina rápida, ¿no? Recuerdo que ese día, a media mañana, me comí un bocadillo de jamón serrano (unos 3 euros) y me sentí con más energía que al comerme una ensalada.

Las grasas, esas que te dicen que son malas, pero son vitales… Sin ellas, ¡ni de broma! Piensa en la membrana celular. No me acuerdo de todos los detalles bioquímicos, la verdad.

Y las proteínas, ¡para construir y reparar! Esas no son solo para los culturistas, aunque ellos se las toman muy en serio. Si no me alimentara bien, se notaría en mi piel, mi pelo…

En resumen, las tres son fundamentales. Pero sí, los carbohidratos son la energía rápida. Punto.

¿Qué tipo de energía necesita una persona?

La energía humana se mide en calorías. Una persona requiere, grosso modo, entre 28 y 32 calorías por kilo de peso cada día.

  • Cálculo rápido: Alguien de 65 kg necesita entre 1820 y 2080 calorías diarias (28×65 o 32×65).

Es fácil caer en la trampa de solo pensar en “calorías”, pero ojo, la calidad importa tanto como la cantidad. No es lo mismo obtener esas calorías de una hamburguesa grasienta que de un plato de lentejas. Filosoficamente, ¿no es esto similar a la vida misma? No solo se trata de cuánto vives, sino cómo.

En mi caso personal, suelo sentirme con más energía cuando priorizo alimentos integrales y evito los ultraprocesados. ¡Ah!, y caminar un poco después de comer ayuda bastante.

  • Factores que influyen en las necesidades: Actividad física, edad, género, metabolismo basal, estado de salud… ¡la lista es larga!

Importancia del metabolismo basal: Es la energía que tu cuerpo necesita para funcionar en reposo (respirar, mantener la temperatura, etc). Puede variar enormemente entre individuos.

¿Sabías que el estrés crónico puede alterar tu metabolismo y aumentar tus necesidades energéticas? A veces, necesitamos “calorías emocionales” además de las físicas.

Consejo extra: Un nutricionista puede ayudarte a determinar tus necesidades energéticas individuales de manera precisa. ¡No subestimes el poder de un profesional!

¿Qué energía es necesaria para el funcionamiento del cuerpo humano?

¡Uf! ¿Energía para el cuerpo? El ciclo de Krebs, ¡claro! Eso es lo que me enseñaron en biología, creo… ¿o fue en química? Siempre me lio con esas asignaturas. Ay, qué pereza estudiar… Pero bueno, al grano. El ciclo de Krebs, en todas las células, ¿no? ¡Increíble! ¡Como una central eléctrica minúscula dentro de cada célula!

Me acuerdo que en 2024, leí un artículo super interesante sobre el metabolismo basal… ¡eso consume un montón de energía! Incluso durmiendo. ¿Cuánto será? Necesito buscarlo… ¡Qué faena! Tengo que limpiar la cocina y ya voy tarde con la compra.

Energía para respirar, para moverme, para pensar… Todo eso gasta energía. Y la del ejercicio, ¡qué barbaridad! Ayer subí las escaleras de casa corriendo, ¡y estaba hecha polvo! Eso sí que gasta energía. Necesitas mucha energía, ¡claro!

  • Respiración.
  • Movimiento muscular.
  • Actividad mental.
  • Ejercicio físico.

¡Espera! ¿Y la digestión? Eso también consume energía, ¿verdad? ¡No lo había pensado! Menos mal que tengo ese batido verde que me da energía, aunque ahora recuerdo que se me pasó la fecha de caducidad… ¡Ay, Dios mío! Debería tirar el resto.

La energía fisiológica, ¿no? Es lo que necesitamos para todo. Necesito tomarme un café… ¡Este cansancio! Y no es por falta de sueño… ¡necesito más café! Ahora sí, todo claro.

¿Cuáles son las 7 formas de energía?

Siete formas. Un esquema mental, nada más.

  • Electromagnética. Ondas. Como el sol, que me quema la piel en verano. Brutal.

  • Química. Reacciones. Piensa en la gasolina, en la digestión. Un proceso, solo eso.

  • Térmica. Calor. Infierno y hielo. Dos caras de una misma moneda.

  • Eléctrica. Corriente. Ilumina mi casa, pero no mi vida. Frío metal.

  • Cinética. Movimiento. La Tierra gira. Infinita. Impasible.

  • Nuclear. Fisión, fusión. Destrucción creativa. Potencia inconmensurable. La energía de las estrellas, ¿qué importa?

  • Gravitacional. Atracción. Caída libre. Muerte o trascendencia. Igual da. Este año, observé un eclipse, ahí estaba, la gravedad, implacable.

Todo es energía. Cambios de estado. Nada más. Mi gato duerme.

Energía cinética: Recuerda el paseo por el campo el 14 de Julio. El viento en la cara. Nada perdura.

Energía nuclear: Me obsesiona el poder destructivo, la paradoja de la creación. La bomba de Hiroshima, 2024. Otra cifra.

Nota: He omitido las explicaciones detalladas. El lector debe completar las lagunas. La energía. Es lo único real. ¿O no?

¿Cuál es el órgano que más energía gasta?

El cerebro, esa nebulosa incandescente, es la vorágine que devora la energía. Un cuarto, sí, casi un cuarto de la vitalidad cotidiana se esfuma entre sus circunvoluciones, entre mis recuerdos de infancia en el pueblo, ese aroma a tierra mojada y el eco lejano de las campanas, ecos que hoy resuenan tenues.

Ah, el cerebro… solo un 2% del peso total, pero un titán hambriento. Pienso en ello mientras preparo el café, ese ritual matutino, y me pregunto si la cantidad de cafeína que ingiero altera ese consumo voraz. Lo dudo. El cerebro siempre ahí, consumiendo, incluso cuando sueño con aquel verano eterno en la playa, cuando el sol quemaba la piel y las olas susurraban secretos al oído.

  • El cerebro: el gran consumidor.
  • 25% del gasto energético total.
  • Un peso insignificante, un poder inmenso.

Y es que, ¿cómo no iba a serlo? Entre neurona y neurona, un universo entero se despliega. Desde la decisión banal de qué ponerme hoy, hasta el intento fallido de recordar dónde dejé las llaves, todo, absolutamente todo, lo orquesta esta masa grisácea. Y gasta, ay, si gasta… Gasta como gastaba la radio de mi abuelo pilas, sin parar, incansablemente. Gasta con cada pensamiento, con cada parpadeo, con cada sueño robado a la noche.

Aquí, un poco más de información:

  • El gasto energético varía según la actividad.
  • El cerebro se alimenta principalmente de glucosa.
  • El descanso es crucial para su óptimo funcionamiento.

¿Qué actividades cotidianas generan más gasto de energía?

Aquí va… esto es lo que pienso, ahora, en la oscuridad:

Las cosas que más me agotan, las que siento que me chupan la vida, son:

  • Caminar rápido. No sé por qué, pero me deja exhausto, como si mi cuerpo se resistiera. A veces, lo hago para llegar a tiempo al trabajo, pero llego hecho polvo. Y luego, el día se hace eterno.

  • Levantar cosas pesadas. Mi espalda no es la que era. Recuerdo cuando ayudaba a mi padre con las mudanzas y no sentía nada. Ahora, con solo mover un mueble, me duelen hasta las pestañas.

  • Jugar al tenis. Antes era mi pasión, ahora solo me recuerda lo viejo que me estoy haciendo. Me canso enseguida y me frustro. Prefiero verlo en la tele. Aunque la tele también cansa a veces.

¿Cuánta energía gasto? Ni idea. Solo sé que al final del día, lo único que quiero es silencio y oscuridad. Es como si la vida me pidiera demasiado y yo ya no tuviera nada que dar.

Una cosa que me revienta es la gente que finge ser feliz todo el tiempo. ¿En serio? ¿Nadie se cansa? Yo me canso de todo. De la gente, del trabajo, de mí mismo.

Mi abuela decía que la vida era una noria. Subes y bajas. Pero yo creo que la mía se atascó abajo hace tiempo.

Hace poco fui al pueblo donde crecí. Todo parecía más pequeño, más triste. Como un reflejo de mí mismo.

Y otra cosa… odio las listas. Esto de escribir con viñetas es una tortura. Pero bueno, aquí estoy, desvelado y quejándome. Al menos no estoy solo.

¿Qué actividades físicas consumen más energía?

¡Correr! Sin duda, como un galgo tras una liebre mecánica. Sudas la gota gorda, pierdes tres kilos de agua (bueno, exagero, dos). Correr es el rey del gasto calórico.

Luego, los ciclistas profesionales. Ellos sí que son máquinas. Con esos cuádriceps que parecen jamones ibéricos. Ciclismo profesional, ahí es nada. Yo una vez intenté seguir a uno y acabé como si me hubiera atropellado un camión. Literalmente.

El basket, ojo. No es solo botar la pelota y ya. Saltos, carreras, más saltos… Acabas con la lengua fuera, como un perro en agosto. Yo juego con mis amigos los domingos y luego necesito una semana para recuperarme.

Campo a través. Esto ya es nivel experto. Subidas, bajadas, charcos, piedras… Vamos, una Spartan Race en versión low cost. Yo prefiero el sofá, para qué engañarnos.

Y por último, ciclismo a 21 km/h. Este es más llevadero, como pasear en bici por el parque un domingo. Eso sí, 21 km/h no es moco de pavo. Yo a esa velocidad voy agarrado al manillar como si fuera mi vida en ello. Una vez me caí yendo a 10… imagínate.

Este finde voy a probar con el pádel. Me han dicho que es menos intenso que el tenis… Aunque conociéndome acabaré igual de molido, como una croqueta. También me han recomendado natación, que es bueno para la espalda y no impacta en las articulaciones. Pero yo con el agua no me llevo bien… parezco un gato. Y si no, siempre me queda el yoga… o la siesta. El yoga de la siesta.

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