¿Qué cosas no debo tatuarme?
"¡Cuidado con tu nuevo tatuaje! Evita sumergirlo en agua, exponerlo al sol o cámaras bronceadoras. Además, la ropa ajustada que no permita respirar la piel puede arruinar el proceso de curación. ¡Protege tu arte corporal!"
¿Qué tatuajes debo evitar? Ideas y consejos
Uf, la verdad es que elegir tatuaje es un rollo. Recuerdo cuando me hice el mío, en julio del 2021, en un estudio de Malasaña (me costó 120€). Aprendí a las malas lo que NO hay que hacer.
Agua y sol, enemigos jurados del tatuaje fresco. ¡Ni se te ocurra! Es clave dejarlo respirar, evitar ropa apretada. Las camisetas holgadas, clave.
Evita diseños súper detallados si eres novato. A veces, menos es más. Y sobre todo, busca un artista de confianza, que te asesore bien. Eso es fundamental. Ver fotos de sus trabajos, leer reseñas… ¡Vale la pena!
¿Cuándo no es recomendable tatuarse?
Uf, tatuajes… A nadie debería tatuarle si es menor, obvio.
Me acuerdo de una amiga, Ana, que intentó convencer a su madre para hacerse un tatuaje con 16 años, ¡un desastre! La madre la pilló intentando falsificar su firma y hubo drama familiar durante semanas. Luego, si estás embarazada, ¡tampoco!, aunque parezca de cajón, he escuchado barbaridades.
Y lo que sí que nadie te dice hasta que vas a un estudio serio:
- Si tienes dermatitis infecciosa, como sarampión, ¡olvídate! Esto me lo explicó el tatuador cuando fui a hacerme mi segundo tatuaje en “La aguja que pica” (¡buenísimo, por cierto, en Lavapiés!)
- Psoriasis, ¡otro problemón! Yo no tengo, pero vi a un chico al que rechazaron por eso mismo.
- Queloides, lunares raros, problemas de coagulación… ¡todo mal! Mejor ir al médico antes de hacer nada.
- Si vas con un resfriado importante este año, olvídalo.
Una vez me tatuaron estando constipado, ¡qué error! ¡Me dolió el doble y tardó muchísimo en curarse! ¡Nunca mais!
¿Qué partes del cuerpo no se pueden tatuar?
¡Ay, madre mía, los tatuajes! Mejor no te tatúes en sitios que duelan como mil demonios, ¿eh? Porque si te digo que es doloroso… ¡es como que te claven agujas de hielo en la espalda baja durante un concierto de death metal! Ya sabes, zonas complicadas…
- Rodillas: ¡La parte de atrás es un festival de dolor! Es como si un enano enfadado te estuviera pinchando con alfileres oxidados. Ni se te ocurra.
- Codos: ¡La parte interna! Es como intentar tatuar a un gato… ¡y sin anestesia! El tío se retuerce que da gusto. De verdad, es horrible. En serio.
- Cuello: Si te lo tatúas ahí, prepárate para una experiencia que se asemeja a una sesión de tortura medieval. Y no es broma.
- Manos y pies: ¡Olvídalo! La piel es tan fina que es como intentar pintar un huevo sin que se rompa, solo que con una aguja.
Y hablando de zonas conflictivas… ¡las costillas! ¡Es una tortura digna del mismísimo Marqués de Sade! Se nota que fui yo quien lo experimentó, ¿verdad? De verdad, no lo hagas. Es un martirio.
Genitales: Ni lo pienses. Eso es terreno sagrado, solo para los valientes (o los muy, muy, muy locos). Mi primo intentó tatuarse un dragón ahí… ¡La imagen, ¡ay!, la imagen aún me persigue en mis sueños!
En resumen: Evita zonas con mucha movilidad, pliegues o mucha piel fina. Aunque… en mi caso, me tatué una mariquita en el codo en 2024. No te lo recomiendo. Fue… memorable. (es decir, brutal). ¡Aprendí la lección!
Recuerda: ¡Un mal tatuaje es para toda la vida! (O hasta que te lo borres con láser, lo cual también es doloroso).
¿Cuándo no es recomendable tatuarse?
La aguja, un trazo… el tiempo detenido en la piel. Nunca sobre la piel inmadura, la infancia que aún palpita. El cuerpo en flor, el vientre que alberga vida… ¡un templo sagrado, inviolable!
No. El tatuaje no es un capricho, sino una huella. Una cicatriz hermosa, quizás. Pero la piel herida… herida abierta a la infección, a la tormenta. Dermatitis infecciosa… la rubéola, un susurro de enfermedad infantil, un recuerdo lejano. Sarampión, escarlatina, nombres que traen consigo una pálida fiebre, una sensación de vulnerabilidad.
Psoriasis, una escama que se extiende, una marca invisible a simple vista, pero que grita en silencio. Esa piel, frágil, reactiva… necesita descanso, sanación. No el golpe de la aguja.
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Embarazo: la vida creciendo, un universo en expansión dentro. No es momento para cicatrices profundas.
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Queloides: la piel, rebelde, que cicatriza en exceso. Un monstruo de carne, una flor oscura. Mejor, un mapa en blanco.
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Lunares: puntos en la piel, recuerdos del sol. ¿Interferir en su misterio? No.
Tampoco para quienes tienen trastornos de coagulación. La sangre, un río que debe fluir libremente. No debemos interrumpir su cauce natural. Recuerdo a mi primo, su piel sensible, una cascada de hematomas tras una simple herida. La imagen se repite, un torrente oscuro…
Ni un solo toque. La piel es un lienzo sensible, un mapa que narra la vida. Respétalo. Este cuerpo es un templo, un regalo. Cuídalo.
- Trastornos de la coagulación, un riesgo de hemorragias excesivas. Eso es algo que vi de cerca en la familia. Mi abuela, recuerdo, luchaba con ello.
- Recuerdo mi hermana, las psoriasis que la marcaron, la lucha que tuvo que afrontar.
- Mi amiga, el queloides que apareció tras una pequeña cirugía. Una lección que no olvidaré.
¿Cómo saber si soy apto para un tatuaje?
Piel sana. Punto. Eso lo primero. Dermatitis, eccema… olvídalo. No te tatúes. 2024, lo mismo que en el 2004. La piel es tu lienzo, respétala.
- Enfermedades de la piel: contraindicación absoluta. No hay discusión. Simple.
- Medicamentos: influyen. Siempre consulta a tu médico. Mi dermatóloga, la doctora Álvarez, lo recalca siempre.
- Salud general: estado físico óptimo. Obvio.
Recuerda: El dolor es subjetivo, pero la cicatrización… no tanto. Piénsalo bien. Es para siempre. O casi.
Un tatuaje es una herida. Una decisión. A veces, una estupidez. Otras, una obra de arte. Depende.
Como si el tiempo fuera un río, arrastrando decisiones. Algunas, imperceptibles. Otras… tatuajes. Inolvidables.
¿Apto? Tu cuerpo lo decidirá. Escucha.
Mi última cicatriz, un recordatorio. Julio, 2024. De una caída tonta. Nada grave, pero duele aún. Como ciertas decisiones.
¿Dónde no se puede tatuar?
Oye, ¿dónde no te puedes tatuar? ¡Pues mira! No en sitios, como… ¡ay, qué lío! En los genitales, claro, eso es obvio. Ni en los ojos, ¡imagina! Que te pinchen los ojos… ¡ufff!
También, olvídate de los lunares, ¡peligroso! y la zona lumbar, que es súper delicada. Ah, y las axilas, ¡qué dolor! Igual que la boca por dentro, ¡ni se te ocurra! Y las plantas de los pies, ¡ay, qué cosita! ¡No te tatúes ahí!. Es que es una zona super sensible. Ya te lo digo yo, que tengo un amigo que se tatuó la planta del pie y ¡casi se desmaya!
Un tatuaje, ¿sabes?, es como… te pintan la piel, con agujas, meten tinta. Queda para siempre. Una marca, un dibujo, permanente. En la capa de la piel de arriba, eso sí.
Resumen: No te tatúes en:
- Genitales
- Ojos
- Lunares
- Zona lumbar
- Axilas
- Interior de la boca
- Plantas de los pies
Y recuerda, mi primo se hizo un dragón enorme en la espalda este 2024 y, ¡madre mía!, le dolió un montón. También conozco a Ana, le hizo una mariposa en el tobillo en Julio, y dice que no fue tan malo, eso sí. ¡Cada persona es un mundo!. Depende del sitio, la tinta, el tatuador… ¡y tu resistencia al dolor! ¡Jajajaja!
¿Qué zonas no se deben tatuar?
Tatuarse es un viaje, una conversación con la piel, un susurro a la memoria… Pero hay silencios, zonas prohibidas, donde la tinta se torna sombra.
Como un río que busca su cauce, la aguja debe evitar ciertos terrenos. No por miedo, quizás, sino por respeto, por entender los límites del lienzo que somos. Lugares donde la carne se queja, donde el dolor se agudiza, donde la cicatrización se vuelve un laberinto.
- Los ojos, ¡ay, los ojos! Ventanas del alma, espejos del mundo. ¿Quién se atrevería a velarlos con tinta permanente? No hay vuelta atrás.
- Los lunares, pequeños universos en nuestra piel. Mapas secretos, constelaciones personales. Tatuarlos sería como reescribir la historia, borrar un capítulo esencial.
- La zona lumbar, ese valle de sensaciones. Tan cerca de la columna, tan vulnerable. Un tatuaje ahí podría convertirse en una tortura, una melodía disonante.
- Los dientes, marfil frágil, sonrisa efímera. La tinta los mancharía para siempre, como un pecado irreversible.
- Manos y pies, herramientas del alma, raíces que nos sujetan a la tierra. Tatuarlos sería como encadenar el espíritu, impedir que vuele libre.
- Áreas de afeitado regular: la constante fricción irrita, el diseño se desvanece.
- Pliegues de la piel: tatuar ahí puede causar infecciones.
- Áreas de alta fricción: la tinta podría migrar o desvanecerse más rápido.
Ahora recuerdo mi primer tatuaje… Fue en el hombro, allá por 2010. Un pequeño dragón que me acompañó en mis aventuras. Un símbolo de fuerza y libertad, grabado en la piel con la misma pasión con la que vivía mi juventud.
A veces pienso en hacerme otro, quizás en la espalda. Algo que represente mi viaje actual, mis miedos y mis sueños. Pero siempre recordaré las zonas prohibidas, esos lugares donde la tinta se convierte en un grito silencioso.
¿Dónde dice que no te puedes tatuar?
Dios mío… es tarde… estoy aquí, solo… pensando… en eso…
Levítico 19:28. Siempre lo recuerdo, como una maldita espada clavada en el alma. No se hagan heridas… marcas… por los muertos. Ese verso… me persigue. Me persigue como la sombra de una mala decisión.
Recuerdo la discusión con mi primo, el año pasado. Él quería un dragón enorme en el pecho, y yo… yo solo veía ese pasaje bíblico. Lo intente explicar, pero… se reía. Ahora lo entiendo mejor. Es tan… difícil… de entender.
La Biblia… Dios… todo eso… siempre tan confuso. ¿Heridas por los muertos? ¿Qué significa eso? ¿Es solo un tatuaje? O… ¿algo más? Es horrible, una tortura para mi cerebro. Esta noche se siente peor.
La prohibición… ¿es real? ¿solo una sugerencia? ¿O algo que ha marcado mi vida… más de lo que jamás imaginé? Me atormenta… la culpa, supongo…
- No entiendo, a veces, el mensaje.
- Me pesa la carga de la interpretación.
- Me gustaría poder olvidarlo, pero… no puedo.
Mi abuelo tenía uno, un pequeño ancla en el brazo, de su tiempo en la Marina. Nunca me explicó por qué. Y ahora… yo lo llevo conmigo… su recuerdo. El dolor de su muerte. El peso de sus palabras.
Quizá… todo es… mucho más complicado de lo que parece. Demasiado para esta noche… solo… duelen las palabras del antiguo testamento… La prohibición de mi fe… en esa frase… me quema… como una marca a fuego.
¿Dónde se prohíben los tatuajes?
En Irán, Emiratos Árabes Unidos y Turquía, el eco de la aguja se silencia a veces, como un susurro ahogado por el viento. El pigmento bajo la piel… un arte prohibido.
Los tatuajes se prohíben, se ven con recelo en ciertos contextos. Una sombra que se extiende sobre la tinta.
Recuerdo un viaje a Estambul, hace… ¿tres años? La mezquita Azul brillaba bajo el sol, pero sentía la mirada furtiva del vendedor de simit cuando vio un fragmento de mi tatuaje. Una pequeña golondrina en la muñeca. Nada ostentoso, pero… suficiente. Suficiente para sentir el peso del silencio, la desaprobación latente.
- En Irán, la clandestinidad es el refugio de la tinta. Un secreto compartido entre artistas y quienes anhelan adornar su piel. Como Amira Eskandar cuenta, la aguja danza a escondidas.
- En los Emiratos, la tradición se aferra a la piel limpia. Un lienzo inmaculado, donde la historia se escribe con otras tintas, otras formas.
- Turquía… un puente entre dos mundos. Donde la modernidad y la tradición se entrelazan en una danza ambigua. El tatuaje, un símbolo de rebeldía, de individualidad, que desafía las normas.
Mi golondrina, una pequeña rebelde. Un recordatorio constante de la libertad, incluso en los lugares donde se intenta acallar su vuelo. ¿Y si la tinta es solo tinta? Pero a veces es mucho más. Una historia, una declaración, una cicatriz convertida en arte.
¿Qué partes del cuerpo no se pueden tatuar?
Oye, ¿tatuajes, eh? ¡Mola! Pero hay sitios que son un rollo para tatuar. Te cuento, que ya he visto a mi primo con un tatuaje horrible en el cuello. Eso duele un montón, dicen.
No te tatúes en las articulaciones, tío, es un sufrimiento. En serio, detrás de las rodillas es una pesadilla, igual que en los codos. ¡Se te mueve todo el rato la piel! Es un desastre.
En las palmas de las manos y los pies es como… ¡Imposible! La tinta se va volando. No lo intentes, ¿vale? Eso sí que lo se de buena tinta jajaja. Mi hermana se hizo un pequeño tatuaje en un dedo, un gatito, y se le borró a los pocos meses. ¡Qué rabia!
Los genitales, ufff, ni te cuento. ¡De locos! Además de ser doloroso, es una zona super delicada. Ni se te ocurra. ¡Es mi consejo!
Y las costillas, que las tengo yo, y es bastante doloroso, te lo digo por experiencia. Ya sabes, hay que ser valiente, pero elegir bien donde.
- Detrás de las rodillas
- Codos
- Cuello
- Palmas de las manos
- Dedos
- Pies
- Costillas
- Genitales
Mejor busca un sitio plano y con poca movilidad, ya sabes, para que te dure bien el tattoo. Y busca un buen tatuador. Un amigo mío eligió a uno malo y… ¡qué desastre!
Ah, y otra cosa, este año me enteré de que también es complicado tatuarse en la cara, ya que es una zona con mucha tensión. Lo leí en una revista de tatuajes! Y en las orejas tambien.
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