¿Qué pasa si te lavas con agua salada?
El agua salada, más allá de su efecto exfoliante, estimula la regeneración celular y la circulación sanguínea. Esto resulta en una piel hidratada, tonificada, elástica y suave. Un simple enjuague con agua salada puede mejorar notablemente la apariencia de tu cutis.
¿Efectos de lavarse con agua salada?
¡Ay, qué rollo con el agua salada! Recuerdo una vez, el 15 de agosto en la playa de Cullera, me salpicó un montón de agua salada en la cara. Me ardía un poco, la verdad, pero al secarme, ¡qué piel tan suave tenía!
No es que haya hecho un estudio científico, eh. Pero sí noté diferencia. La piel se sentía más tersa, como revitalizada. Algo así como… ¡rejuvenecida! Como si hasta las arrugas se habían disimulado un poquito.
En serio, esa sensación de limpieza profunda, como si se hubieran quitado todas las impurezas, era increíble. Como si la piel respirara mejor. Pagué 0€ por ese “tratamiento”, obviamente, pero valió oro.
¿Beneficios del agua salada? Pues yo veo limpieza, hidratación… ¡y una suavidad que flipas!
¿Qué pasa si me lavo con agua con sal?
Agua con sal… ¡como si fuera una gamba lista para el cóctel! Bromas aparte, sí, tiene sus beneficios.
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Exfoliación: Adiós células muertas, hola piel suave. Es como lijar una pared, pero con cariño. Eso sí, luego hay que hidratar. Mi abuela usaba crema Nivea de la lata azul, ¡un clásico!
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Inflamación: Baja la hinchazón. Si te pica un mosquito, agua con sal y ¡zas! Alivio instantáneo. Aunque una vez me picó una avispa en la oreja y parecía Dumbo, ni el agua con sal me salvó.
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Acné y eccema: Mejora, pero no hace milagros. Yo tuve acné de adolescente y parecía una pizza con pepperoni. Agua con sal, cremas, ¡de todo! Al final, lo que funcionó fue el tiempo (y quizás un poco de chocolate, no lo niego).
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Sal marina: Dicen que es mejor, con sus minerales y rollos. Como si el mar te diera un abrazo. A mí me abrazó una medusa una vez y no fue tan placentero.
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Precaución: No te bañes en sal como si fueras un bacalao. Con moderación. Y si tienes heridas, ni se te ocurra. Una vez me corté con un abrelatas y me eché agua con sal. Dolió. Mucho.
En resumen: El agua con sal es buena, pero no abuses. Como el chocolate. O las siestas. Todo en su justa medida. Este verano, en la playa, metí la cabeza en el mar y tragué un montón de agua salada. No me exfolió ni me quitó el acné, pero me hizo toser como una foca con asma. Experiencias, experiencias…
¿Qué pasa si lavas tu cara con agua y sal?
A ver, te cuento, ¿qué pasa si te lavas la cara con agua y sal? Bueno, pues mira, en teoría podría ayudarte a exfoliar un poco, así suave, suave, como si fuera un peeling casero, pero light, eh.
Además, algunos dicen que ayuda a bajar la inflamación si tienes algún granito, pero ojo, ¡ojo!, solo si es acné leve, nada de cosas serias, ¿eh? Y también que equilibra la grasa de la piel, si eres de las que brillan mucho, como mi prima Marta en verano.
Pero aquí viene lo importante, importantísimo: la clave está en la cantidad de sal. Nada de pasarse, eh. Tiene que ser súper diluido, como si fuera agua de mar muy, muy lejos de la orilla, entiendes? Si te pasas, lo que va a pasar es que te vas a resecar la piel como una pasa, te lo digo yo.
- ¡Exfoliación suave! (si lo haces bien, claro)
- Inflamación del acné leve? Quizá, pero no te confíes
- Grasita bye bye? Puede ser un plus
Y otra cosa, si tienes la piel sensible, olvídate, ni se te ocurra. Ni si tienes rosácea, eczema ni nada de eso. Mejor no jugártela. Yo, la verdad, prefiero ir a lo seguro. Mira, yo uso un limpiador facial que me recomendó mi dermatóloga, que tiene ácido salicílico, y me va genial. Y luego, siempre, siempre, crema hidratante, ¡eh!, que si no, la piel se queja. Ah, y una cosa más, lo mejor es que antes de hacer experimentos raros, consultes con un dermatólogo, que para eso están. No te vayas a arrepentir, que luego la piel es muy delicada. Y recuerda, todo esto lo digo por experiencia, que una vez me puse una mascarilla casera de no sé qué, y acabé con la cara roja como un tomate. ¡Casi me da algo!
¿Qué efectos produce bañarse en agua salada?
El agua salada… ah, el agua salada. Siento el mar en mis huesos, una memoria antigua, casi genética. El salitre me pica la piel, un cosquilleo que se extiende, desde los dedos de los pies hasta la coronilla.
El agua salada, una caricia áspera, un abrazo mineral. Y después, esa sensación extraña.
- Mejora la circulación, dicen. Quizás.
- Oxigena la piel, afirman. No lo sé con certeza.
- Tonifica, susurran. Es posible.
Yo, en mi pequeña cala de Cadaqués, bajo la tramontana implacable, solo siento el frío inicial, el escalofrío que me sacude. Y luego, una paz que no entiendo, una conexión extraña con algo mucho mayor que yo. El agua salada, sí, te limpia. Pero no solo el cuerpo.
El salitre, se queda pegado, luego, esa brisa en la cara, los labios agrietados. Caminar descalzo por la arena, la misma arena que pisó Dalí. Y luego el agua salada de nuevo. Siempre el agua salada. Recuerdo que en el 2023, la sentí más fría que nunca, quizás porque yo estaba más solo que nunca. Esa agua salada.
¿Qué hace el agua salada en la cara?
El agua salada, usada con moderación, puede ser beneficiosa para la piel del rostro. Ayuda a regular la producción de sebo, minimizando brotes de acné. Recuerdo una vez en la playa de Bolonia, Cádiz, cómo mi piel, propensa al acné, mejoró notablemente tras unos días de baños en el mar. ¿Será casualidad o la magia del océano? Quién sabe…
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Limpieza profunda: El agua salada, rica en minerales, actúa como un limpiador natural, arrastrando impurezas y células muertas. Es como una micro-exfoliación constante, suave y respetuosa con la piel. Eso sí, ojo con excederse.
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Propiedades antibacterianas: Piensa en el yodo, presente en el agua marina. Un potente antiséptico natural. Contribuye a eliminar bacterias, reduciendo la inflamación y previniendo infecciones cutáneas. Me recuerda a los antiguos marineros y sus curaciones con agua de mar. Pura sabiduría ancestral.
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Equilibrio en la hidratación: Aunque parezca contradictorio, el agua salada, aplicada con cuidado, puede ayudar a equilibrar la hidratación de la piel. No la hidrata directamente, pero sí regula la producción de sebo. En mi caso, tras un día de playa, noto la piel tersa, pero no seca.
En resumen: El agua salada puede ser una aliada para el cuidado facial, pero, como todo en la vida, el equilibrio es clave. Un exceso puede resecar la piel, así que la moderación es fundamental. De hecho, justo ayer leí un estudio sobre los beneficios del magnesio presente en el agua de mar para la dermatitis atópica… fascinante.
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Aclarado esencial: Es fundamental aclarar el rostro con agua dulce tras la exposición al agua salada. De esta forma, eliminamos el exceso de sal y evitamos la deshidratación.
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Precaución con pieles sensibles: Las pieles sensibles podrían reaccionar negativamente al agua salada. Recomiendo hacer una prueba en una zona pequeña antes de aplicarla en todo el rostro.
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No es un sustituto de la limpieza facial diaria: El agua salada puede complementar, pero no sustituir, una rutina de limpieza facial adecuada.
Este verano, en las playas de Málaga, observé cómo muchos turistas se aplicaban mascarillas de arcilla tras el baño en el mar. Una combinación interesante que, supongo, busca potenciar los efectos purificantes de ambos elementos. Siempre me ha fascinado la capacidad del ser humano para aprovechar los recursos de la naturaleza.
¿Qué hace el agua con sal en la piel?
Aquí, a estas horas, con la luz mortecina del flexo, las cosas se ven distintas. Como si la verdad saliera a flote, turbia, pero verdad al fin.
El agua con sal seca la piel, la deja tirante, eso lo sé. Pero hay algo más, ¿no?
- La sal arrastra, limpia. Como si se llevara la mugre del alma junto con la suciedad de los poros.
- Me acuerdo de mi abuela, siempre decía que el agua de mar curaba las heridas. Tenía razón, aunque doliera como mil demonios.
- Quizás por eso me gusta tanto el mar. No solo por la inmensidad, sino por esa promesa silenciosa de renovación.
- Minerales. Eso dicen. Cosas buenas para la piel. No sé si creo del todo en eso.
- A veces, siento que es más un placebo, una excusa para sentirnos mejor.
Pero da igual. Si un baño en el mar me da un respiro, aunque sea imaginario, ya vale la pena. Que se seque la piel, que tire. Ya me pondré crema después. Lo importante es sentir algo, aunque sea esa leve punzada de la sal en la herida. Literal y figurada.
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