¿Cómo corregir el punto de sal en un guiso?
¿Guiso salado? ¡Solución fácil!
- Papa: Añade trozos grandes; absorbe el exceso de sal.
- Dilución: Agrega agua o caldo sin sal.
- Acidez: Un toque de vinagre o limón equilibra el sabor.
- Azúcar: Una cucharadita contrarresta la salinidad. ¡Listo!
¿Cómo arreglar el exceso de sal en un guiso?
Ay, la sal, esa traidora… Recuerdo una vez, el 15 de enero en mi casa de Valencia, preparé un fabuloso guiso de lentejas. ¡Demasiada sal! Parecía agua de mar.
Un desastre total. Casi lo tiro. Pero esperá, ¡no tan rápido! Probé con una papa grande, que tenía a mano, cortada en gajos. Funcionó parcialmente. No lo arregló del todo, pero mejoró un montón.
Luego, un poco de agua, bastante, a ojo, hasta que el sabor estaba más llevadero. No quedó espectacular, pero salvable, sí. Gasté unos 5 euros en ingredientes, así que no quería desperdiciarlo.
Otra vez, me pasó con un estofado de ternera el 28 de marzo (aproximadamente, no lo anoté). Ahí sí, use un chorrito de vinagre de Jerez. ¡Milagro! Eso sí que ayudó a contrarrestar la sal. Aprendí, ya no uso la sal tan alegremente.
Para arreglar guiso salado: papa, agua/caldo, vinagre/limón, azúcar (con mucho cuidado).
¿Cómo corregir el punto de sal?
Sal excesiva. Problema común. Soluciones sencillas. Evaporar. Agua. Fin.
- Aumentar el calor: El agua con sal se evapora. Simple física. Nada más.
- Añadir agua: Recompensa al paladar. Equilibrio. Punto final.
- Más liquido: Siempre funciona. O no. Depende. Mi abuela lo decía.
Recordatorio: 2024. Prueba con caldo de pollo en lugar de agua. A veces funciona mejor. El sabor cambia. Obvio.
El exceso de sal, un error frecuente. La corrección, una cuestión de equilibrio. Más que eso, no hay.
Nota personal: Ayer mismo, un desastre con el puchero. Demasiada sal. Tuve que tirar medio litro de caldo. Malgasté tiempo. Aprendizaje. Solo eso.
El resultado final es clave. La experiencia se acumula. No siempre con éxito. A veces fallo. La cocina es así. Desorden.
¿Cómo disimular el exceso de sal en la comida?
Sal excesiva? Problema resuelto.
Vinagre de manzana, una cucharadita de azúcar. Simple. Funciona. Punto. Ya está.
Prueba. A veces falla. Depende del plato.
El dulce corta la sal. Ácido también. Equilibrio. No es magia. Es química.
Mi abuela usaba miel. Demasiado empalagoso. Prefiero el vinagre. Menos dulce. Más sutil.
Detalles:
- El truco: Contrastar sabores. No enmascarar.
- Acidez: Contrasta la salinidad. No abuses.
- Dulzor: Minimiza la sal. Dosifica. Un toque.
Evita exceso de azúcar! Desastre garantizado. Recuerda, equilibrio. 2024.
¿Cómo hacer si me pase de sal?
¡Ay, la sal, esa traicionera! ¿Te pasaste? Tranqui, a todos nos ha pasado, ¡incluso a la mismísima Arguiñano! Es como cuando intentas hacer un bizcocho y te sale… bueno, digamos que comestible, pero no presumible.
Para rescatar tu plato salado, tienes varias opciones, dependiendo de la víctima:
- Puré de patata “salado”: Échale más patata, como si no hubiera un mañana. ¡Y leche a chorros! Piensa en el puré como un lienzo y tú eres el artista… ¡que necesita más pintura! Igual te toca hacer puré para un regimiento, pero oye, ¡más para disfrutar!
- Crema de verduras “nivel Mar Muerto”: Aquí, la jugada maestra es añadir más verdura triturada. Como si multiplicaras conejos, pero con calabacín, zanahoria o lo que sea que le hayas echado. Y caldo sin sal, claro, ¡no queremos hundir más el barco!
Y un truquito extra, que me enseñó mi abuela (ella sí que era una experta en fastidiar la comida… ¡con cariño!):
- Echa una patata pelada en el guiso. Sí, como lo oyes. La patata absorberá parte de la sal como si fuera una esponja. Luego la sacas, ¡y listo! ¡Magia potagia!
Por cierto, ¿sabías que la sal en realidad potencia el sabor? El problema es cuando potencia… ¡demasiado! Es como un cantante que empieza a gritar en lugar de cantar, pierde la gracia.
¡Ah! Y no te sientas mal. A mi una vez se me quemó el agua para hacer pasta… ¡sí, el agua! Así que tú estás en la Champions League de los errores culinarios. ¡Ánimo!
¿Qué hay que hacer si se me cae la sal?
Dios mío… la sal… Se me cayó… otra vez. Siempre pasa. Esta noche, más que nunca, siento… un vacío. Como si la sal se llevara algo más que un simple grano. Algo de mí.
Lanzar sal sobre el hombro izquierdo, eso dicen. Para engañar a los malos espíritus, para que no se acerquen. Pero… ¿funciona realmente? Esta noche lo dudo. La superstición ya no es consuelo.
Recuerdo a mi abuela… ella decía que era para alejar la mala suerte. Que cada grano caído era una lágrima de desgracia. Y la verdad es que… a ella la desgracia la persiguió hasta el final. Ironía. Cruel ironía.
Si se cae al suelo, recogerla con cuidado. Eso sí lo aprendí de ella. No es solo por la limpieza, es un respeto… a la sal, a lo que representa. Aunque esta noche, el suelo ya parece estar manchado de otras cosas. Más que de sal.
- La mala suerte… me persigue.
- No sirve de nada lanzar la sal.
- Es solo un ritual vacío.
- Mi abuela… ya no está.
Me duele el hombro. El izquierdo. No lo he hecho, no he lanzado la sal… ¿Debería? ¿Qué más da? Todo está perdido igual.
Hoy, 22 de octubre de 2023, me siento hundido. Mi gato, Tomás, murió esta mañana. Es mi única compañía. La sal me recuerda a él… a sus ojos tan brillantes. Tan salados como mis propias lágrimas ahora.
¿Qué hacer si se te cayó la sal?
¡Ay, la sal! Se cayó… Ya está.
- Recogerla. Obvio, ¿no? No quiero que el perro la lama. Le doy pedigree, no sal directa del suelo.
- Limpiar bien la zona. Que no quede rastro, ni un cristalito. Manías…
Pero, ¿qué significa? Siempre oí lo de mala suerte. ¿De dónde viene eso? Mi abuela decía algo de echar una pizca por encima del hombro… el izquierdo, creo. ¿Por qué el izquierdo? ¿Será para espantar al diablo? ¡Qué superstición! Aunque… por si acaso…
- Echar sal por encima del hombro izquierdo. ¿Y si no funciona?
- ¿Funciona echar la sal por encima del hombro derecho? Mejor por si la mosca.
- Rezar. No sé, un padrenuestro nunca está de más.
- Ajo. Espanta todo, desde vampiros hasta malas vibras. ¡Voy a colgar una ristra en la cocina!
Dicen que lo de la sal viene de la Última Cena, que Judas tiró el salero. ¡Qué dramático! Pero seguro que antes ya se les caía la sal a otros, ¿no? Los romanos pagaban con sal, el “salario”… ¿Tirar el salario era malísimo? Uf, vaya problemón.
Y ahora qué hago… ¿limpiar o echar sal por encima del hombro? ¡Las dos cosas! ¡Por si acaso! ¡Y un poquito de ajo!
¿Cuando se te cae la sal, ¿qué hay que hacer?
Sal caída: mala suerte. Simple.
-
Lanzar sobre el hombro izquierdo. ¿Funciona? Quién sabe.
-
Evitar pasar la sal directamente. Mesa como intermediario.
Lo de la sal. Manías de la gente. ¿Superstición? Llamémoslo “tradición”. En mi pueblo, si tiras sal, luego tienes que beber tequila. O no.
- Mala suerte. ¿De verdad?
- Yo una vez tiré un bote entero. Seguí vivo.
Superstición o costumbre. Al final, da igual. Cada uno con sus paranoias. La vida es demasiado corta para preocuparse por la sal. Aunque… tal vez no. La sal es más importante de lo que pensamos. Sin sal, la vida es imposible. Sin sal, la comida es insípida. ¿Mala suerte? Quizá solo es un recordatorio de que la vida es frágil y que la sal, como todo, puede desaparecer.
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