¿Cómo saber si algo tiene sal?
Para saber si un alimento contiene sal, lee la etiqueta nutricional. Busca el valor de sodio por porción en los productos envasados. Así identificarás aquellos con mayor contenido.
¿Cómo saber si un alimento contiene sal?
Uf, la sal, un tema que me trae recuerdos de mi abuela y sus recetas… Recuerdo perfectamente el 14 de febrero del año pasado, en casa de mi tía en Toledo, ella usaba mucha sal en sus fabulosas empanadas (¡qué ricas!). Aprendí algo ese día: la clave está en leer la etiqueta.
La etiqueta nutricional, es fundamental. Ahí, clarito, te dicen cuánta sal (o sodio, que es lo mismo) tiene cada porción. En miligramos, normalmente. A veces, la letra es pequeña, ¡ojo con eso!.
Por ejemplo, unas galletas que compré, el 27 de marzo, en el Mercadona, mostraban 200 mg de sodio por ración. Bastante, ¿no? Ahora ya miro con más atención. ¡No quiero pasarse con la sal!
¿Cómo saber si algo es una sal?
Saber si algo es sal es menos complicado de lo que parece. Cristales y agua, esa es la clave.
- Forman cristales: Como la arena, pero más ordenados. No hay más.
- Solubles en agua: Se disuelven, desaparecen. ¿Magia? No, química.
- Puntos de fusión altos: Necesitan mucho calor. Como el rencor.
- Conducen electricidad: En agua, claro. Como un rayo embotellado.
- Baja dureza, baja compresibilidad: Son fáciles de romper, al contrario de lo que pueda parecer.
¿Sencillo, no? Pues no siempre. Algunas “sales” son más traicioneras. La vida misma, supongo.
Información adicional:
- Ejemplos comunes: Cloruro de sodio (sal de mesa), bicarbonato de sodio, sulfato de magnesio (sales de Epsom).
- No todas las sales son blancas: El color depende de los iones que las forman. Azules, rosas, incluso negras.
- Reacciones: Las sales se forman en reacciones de neutralización (ácido + base). Un equilibrio químico, como debería ser todo.
- Mi abuela usaba sulfato de cobre para las plantas. Decía que las hacía más fuertes. No sé si era verdad.
- Si una sal no se disuelve en agua, prueba con un disolvente polar diferente. A veces, la persistencia da sus frutos. A veces, no.
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