¿Cómo puedo reducir el sodio en mi cuerpo?

Ay, el sodio… ese enemigo silencioso que se cuela en todo, ¿verdad? Llevo un tiempo intentando reducirlo, y créanme, ¡es una batalla! No es fácil, sobre todo cuando uno ama una buena sopa de lentejas como la que hacía mi abuela, ¡cargada de sal! Pero bueno, la salud es primero, ¿no? Así que me puse manos a la obra.

¿Cómo reducir el sodio en mi cuerpo? Pues mira, lo primero que aprendí – y esto me costó, ¡eh! – es que no se trata sólo de dejar de echar sal a la comida. ¡Ni de broma! Es que hay sodio escondido en todos lados, en los procesados, en el pan, incluso en algunas cosas que uno considera “saludables”.

Una nutricionista, una chica encantadora por cierto, me recomendó potenciar el potasio. Dice que es como el “anti-sodio”, que ayuda a que tu cuerpo lo elimine mejor. Y me explicó cosas que nunca me había planteado. Por ejemplo, ¿sabían que un simple boniato tiene una barbaridad de potasio? Yo, la verdad, no. Ahora, como boniatos asados, ¡qué ricos! Además de papas, claro, y tomates (¡pero salsas bajas en sodio, ojo!), frijoles… ¡hasta yogur! Me hago batidos de plátano y melón, ¡un desayuno de reyes!

Recuerdo un día que me hice una tortilla de patatas con una pizca de sal, ¡mínima!, y me supo a gloria, y eso que antes me parecía soso. La verdad, te acostumbras. Al principio, todo sabe raro, como sin gracia. Pero, ¡ay!, la sensación de que estás haciendo algo bueno por tu cuerpo… no hay precio.

Claro, no es magia. No vas a eliminar todo el sodio de golpe. Pero poco a poco, viendo cómo me siento mejor, con menos hinchazón, menos retención de líquidos… Eso sí que motiva. Ya verán, ¡funciona! Inténtenlo. Y si alguno tiene algún otro truco, ¡que lo comparta, por favor! Porque esta lucha, amigos, ¡la libramos juntos!