¿Cuando tienes Helicobacter puedes comer huevo?

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Con Helicobacter, el huevo es tolerable, preferiblemente la clara al inicio. Opta por carnes blancas (pollo, pavo, conejo) y pescados blancos (merluza, bacalao). Evita rojas, procesadas y pescados azules. Lácteos naturales y bajos en grasa como yogur y quesos frescos son recomendables.

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¿Helicobacter y huevos? ¡Ay, qué lío! Recuerdo cuando me diagnosticaron, la verdad es que me entró un pánico… ¿qué podía y qué no podía comer? El doctor me explicó todo lo de la dieta, pero la verdad es que se me olvidaba la mitad. Como a la mayoría, imagino. ¿Y los huevos? ¿Se podían o no se podían?

Bueno, al final me enteré de que sí, se pueden. Pero con calma, ¿eh? Al principio, mejor solo la clara. Yo empecé así, con una simple tortilla francesa de clara de huevo, y la verdad, me supo a gloria. Un pequeño triunfo después de tanto malestar. Después de unas semanas, ya probé con el huevo entero, con mucho cuidado, claro. Y todo perfecto.

Claro que, a parte de los huevos, hay otras cosas que hay que tener en cuenta. Las carnes blancas, ¡benditas carnes blancas! El pollo a la plancha se convirtió en mi mejor amigo, al igual que el pavo. El conejo también lo probé un par de veces, aunque la verdad, no es mi favorito. Pescados blancos, sí, merluza sobre todo, la preparo de mil maneras, es muy versátil. El bacalao también está genial, aunque un poco más seco, ¿no crees?

Lo que sí que está totalmente prohibido, al menos al principio, son las carnes rojas, ni hablar. Jamón, chorizo, salchichas… ¡ni se me ocurren! Las procesadas, también un no rotundo. Me acuerdo de cuando me comí una hamburguesa “sin querer” (mentira, tenía mucha hambre), y el malestar que me dio… ¡Uf! Ni lo recuerdes. Y los pescados azules, igual. Un poco más adelante, el doctor me dijo que con moderación, pero al principio…mejor ni probar.

Los lácteos, otro tema. La verdad es que yo soy más de yogures naturales, y quesos frescos, con poca grasa, claro. Me ayudan mucho con la digestión. A veces me daba pereza buscar alternativas, pero la verdad es que la diferencia es enorme, ¿sabes?

En resumen, con el Helicobacter, la cosa es ir poco a poco, escuchar a tu cuerpo, y ser paciente. No es un sprint, es una maratón, y la comida juega un papel importantísimo. ¡Y recuerda, siempre es mejor consultar con tu médico o nutricionista! No me hago responsable de ninguna mala experiencia gastronómica, ¡eh! 😉

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