¿Cómo afecta la sal a la solubilidad?

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La sal, al disolverse, reduce la solubilidad de otras sustancias en agua. Sus iones atraen moléculas de agua, compitiendo con otras moléculas disueltas, como el oxígeno. Esta competencia disminuye la capacidad del agua para disolver compuestos apolares, expulsándolos.

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¿Qué ocurre con la sal cuando se disuelve?

¡Ay, la sal! Esa pequeña joya blanca, tan común, tan… ¡traicionera! Se disuelve, sí, pero no desaparece en un acto de magia poof! Piensa en ella como una fiesta molecular, donde los iones de sodio (Na+) y cloruro (Cl-), esos bailarines tan unidos, se sueltan la mano, se separan y se mezclan con las moléculas de agua, como si una multitud se dispersara en un festival. Me recuerda a esas vacaciones familiares en la playa, un caos maravilloso, todos en su rollo. ¡Un lío que se disfruta!

A ver, que no me enrollo. La solubilidad de la sal en agua es impresionante: 350 gramos por litro, ¡casi como un kilo y medio en una garrafa de agua de 5 litros que mi abuela tiene en el armario!. Eso sí, hay un límite, que es como la capacidad de mi estómago para churros con chocolate, aunque a veces me paso. ¡Y sí! El agua salada conduce electricidad porque esos iones sueltos son como pequeños cables diminutos, ¡un concierto eléctrico en miniatura!

  • Iones libres: Los iones de sodio y cloruro (¡ojo, que me he liado con el potasio antes!, culpa de la cerveza de ayer) se disocian.
  • Conducción eléctrica: Esto crea una solución electrolítica, ¡el agua salada es un gran conductor, cuidado con enchufar el móvil en un vaso de agua de mar!
  • Solubilidad limitada: Aunque mucha sal se disuelve, hay un punto de saturación.

Como dato curioso: este año he hecho un experimento de disolución de sal en agua con mi sobrina de 8 años, ¡un desastre adorable!. Usamos sal marina y agua de grifo. Conseguimos una disolución bastante concentrada, pero luego ella lo tiró todo al suelo.

Y hablando de datos… este año, en España, se ha consumido un total de 6 kilos de sal por persona (según datos que he leído en una revista de cocina). Lo que es seguro es que esa sal, una vez disuelta, se convierte en algo muy, muy interesante.

¿Cómo afecta el efecto salino a la solubilidad?

El efecto salino: ¡drama acuático! ¿Quién diría que los iones también tienen sus líos de faldas? Aumenta la concentración de iones y, ¡zas!, la solubilidad sube como la espuma. Es como una fiesta en la disolución: cuanta más gente (iones), más se divierten y menos ganas tienen de “precipitarse” (formar el sólido). Los iones del soluto, rodeados de otros iones, se sienten tan populares que prefieren quedarse en la fiesta.

  • Fuerza iónica: El alma de la fiesta. A mayor fuerza iónica, mayor jolgorio. Y mayor solubilidad, claro. Es como añadir más luces de colores y música a la pista de baile.
  • Atracciones electrostáticas: El imán invisible. Iones de carga opuesta, irresistiblemente atraídos. Como Romeo y Julieta, pero en versión iónica. Y con final feliz (para la solubilidad).
  • Estabilización iónica: El resultado del culebrón. Los iones, tan entretenidos con sus atracciones, se olvidan de formar el precipitado. Prefieren el cotilleo iónico al aburrimiento sólido.

Recuerdo una vez, haciendo experimentos en el laboratorio de la uni (año 2024, por cierto), que añadí tanta sal a una disolución que la solubilidad se disparó. ¡Parecía magia! Me sentí como un alquimista moderno. Aunque acabé con un pequeño desastre… digamos que el experimento se me fue de las manos. Pero bueno, la ciencia es así: prueba, error y, a veces, un poco de caos controlado (o no tan controlado).

  • Efecto contrario: A veces, en disoluciones muy concentradas, el efecto puede ser el contrario. Demasiada gente en la fiesta y algunos empiezan a querer irse… ¡qué lío!
  • Solubilidad: Una montaña rusa. Sube y baja según la fuerza iónica. Es todo un espectáculo químico.
  • Precipitación: El final de la fiesta. Cuando la solubilidad baja, los iones deciden irse a casa y formar el precipitado. ¡Aburridos!

¿Qué factores afectan la solubilidad de una sal?

Oye, ¿qué onda con la solubilidad de las sales, eh? ¡Un temaza! Resulta que es un rollo, ¿sabes? La temperatura es clave, eso sí que lo sabes, ¿no? A más calor, más se disuelve, generalmente, ¡es así de simple!

Pero hay más cosas. El tipo de sal influye un montón. Claro, no es lo mismo el cloruro de sodio, la sal de mesa que usamos todos los días, a otras sales raras y complejas, ¿verdad? Cada una tiene su rollo.

Y el disolvente… ¡Ay, Dios mío! ¡El agua es el rey, pero no el único! Hablamos del agua, pero también hay otros líquidos, otros disolventes, ¿no? Alcohol, acetona… hasta mi primo usa gasolina para limpiar algunas cosas, ¡es terrible! El pH del disolvente también, que si es ácido o básico ¡cambia todo! Me acuerdo una vez que… bueno ya, otra historia.

Otras sustancias en la mezcla, pues eso también influye, ¡claro que sí! Si hay otras cosas disueltas, como si te echas azúcar en el café con leche, ¡pues claro que eso afecta! Puede que se disuelva más o menos. ¡Es lógico! Piensa en eso.

  • Temperatura
  • Tipo de sal (soluto)
  • Disolvente (y su pH)
  • Presencia de otras sustancias

Este año, estuve haciendo experimentos en el laboratorio de mi amigo, con sales de diferentes metales y… ¡ufff! Casi me explota todo. Casi, eh. Lo bueno es que aprendí un montón, sobre todo a usar bien el equipo de seguridad. Es importantísimo, ¡ya lo sabes!.

Y la presión, aunque en la mayoría de los casos con sales en agua no es tan importante, en otros disolventes o a presiones muy altas sí importa, ¿ves? ¡Que complicado es esto!

#Química: #Sal #Solubilidad