¿Qué pasa si dejo la sal?

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Reducir el consumo de sal (sodio) suele resultar en una presión arterial más baja.

Esto ayuda a disminuir el riesgo de eventos cardiovasculares graves, como infartos y accidentes cerebrovasculares.

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¿Qué pasa si dejo de usar sal?

¡A ver, a ver! ¿Qué pasa si le digo adiós a la sal? 🤔 Pues, te cuento desde mi experiencia, que no soy doctora ni nada, pero algo he investigado y vivido.

Bajarle al sodio generalmente implica una presión arterial más tranquila. Y eso, a la larga, ¡es oro molido! Menos chances de que el corazón te dé un susto o, peor aún, de un ACV.

Pero, ¡ojo!, no es tan simple como quitar el salero y listo. Hay que leer etiquetas, porque el sodio se esconde en mil sitios, ¡hasta en los dulces a veces! Recuerdo una vez, en la panadería de mi barrio, allá por el 2018, que me llevé un pan pensando que era sano y ¡zas!, ¡cargadísimo de sodio! 😡 Aprendí la lección a las malas.

Ahora, ¿que si te sientes mejor al dejar la sal? ¡Depende! Yo, por ejemplo, al principio me sentía un poco chof, como sin energía. Pero luego, mi cuerpo se adaptó y empecé a notar que mi presión arterial estaba más estable. Eso sí, siempre es bueno hablar con un médico antes de hacer cambios drásticos en la dieta. No vaya a ser que la liemos parda. 😉

Información de preguntas y respuestas:

¿Qué ocurre al dejar de consumir sal?

Disminuir el consumo de sodio puede resultar en una presión arterial más baja.

¿Cuáles son los beneficios de reducir el sodio en la dieta?

Puede ayudar a prevenir ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares.

¿Qué pasa si falta sal en el cuerpo?

Uf, la sal, ¡qué tema! Te digo, el año pasado, bueno, este año, en realidad, con esto del calor infernal de Sevilla, casi me da un chungo por falta de sal.

Literalmente, sentía que mi cuerpo se apagaba. No era solo sed, era como si las conexiones fallaran. Mareos, una fatiga que no se iba ni con siestas de tres horas…

  • Dolor de cabeza constante.
  • Debilidad muscular extrema.
  • Náuseas raras.

Ahora entiendo por qué mi abuela siempre me decía: “Niña, ¡échale sal a la vida!”. No era solo por el gazpacho.

Me fui al ambulatorio y la doctora, muy seria, me dijo que mis niveles de sodio estaban por los suelos. Hiponatremia, me soltó. Me explicó que si la cosa empeora, podía haber tenido… ¡convulsiones! Imagínate, yo, convulsionando en medio de la Feria de Abril. ¡Qué horror!

Me recetó unas pastillas de sal y, sobre todo, me insistió en que bebiera Aquarius y comiera aceitunas, ¡muchas aceitunas! Reconozco que el Aquarius me daba un poco de asco, pero las aceitunas… ¡ay, las aceitunas! ¡Me salvaron la vida!

Conclusión: Ojo con la sal, que no solo sirve para darle sabor a las patatas fritas. Si sudas mucho, especialmente con este calor, repón el sodio. Y si te sientes raro, como si te fallara la batería interna, ¡corre al médico! No te confíes.

¿Qué le pasa a mi cuerpo si no como sal?

¡Ay, Dios mío! ¿Sin sal? Mi cuerpo… ¡qué locura! Se me ocurre que… ¿qué pasa si no como sal? ¡Ups! Me estoy desviando… Primero, el tema, ¡claro!

La presión arterial se va a las nubes, sin sal. ¿O no? Es que… ¿y si es al revés? ¿Me bajo la tensión? No lo sé, necesito buscar más datos. Me acuerdo de mi abuela, siempre con problemas de tensión… ¿Será por la sal?

Retención de líquidos ¿verdad? Eso sí lo sé. Es como si mi cuerpo se hincha. Recuerdo hace dos semanas, me puse como un globo después de una pizza con exceso de queso… ¡Qué asco! Igual tiene que ver.

¿De verdad 9.4 millones de muertes al año por la hipertensión? ¡Increíble! ¿Y cuántas por la falta de sal? Necesito buscar datos sobre eso, la información es demasiado poco concisa.

  • Hipertensión: Peligroso, sí, pero… ¿qué más?
  • Deshidratación: ¿Se relaciona? Tengo que investigar…
  • Debilidad muscular: ¡No lo había pensado!
  • Problemas con los riñones: Seguro. Mi padre tiene problemas con los riñones, ¡ay, qué miedo!

¡Tengo que investigar más a fondo este tema! Necesito datos actuales, 2024. Ya encontré algunos artículos.

En resumen: la falta de sal puede ser peligrosa. Pero necesito más información para entenderlo completamente. Hoy es lunes, 27 de Agosto, 2024… y sigo preocupada por mi salud y la de mi familia.

¿Cómo saber si me hace falta sal?

¡Uy, uy, uy! ¿Que te falta sal, dices? ¡Pero si eso es más claro que el agua del grifo! Si te sientes como una acelga sin alegría, aquí te va la movida para saber si tu cuerpo pide más salero:

  • Calambres musculares: Si tus músculos se retuercen como un espagueti al dente, ¡ojo! Podrías estar más soso que un plato de tofu sin marinar. Yo que tú, me zamparía unas patatas fritas, ¡así, sin anestesia!
  • Fatiga nivel “oso perezoso”: ¿Te arrastras como caracol en cuesta arriba? Igual necesitas un chute de sodio. ¡Ponte las pilas y añádele sal a la vida!
  • Náuseas y vómitos: ¡Ay, madre! Aquí la cosa se pone seria. Si tu estómago se rebela como un adolescente en plena rabieta, podría ser por la falta de sal.
  • Mareos de noria: ¿Te da vueltas la cabeza como si hubieras bebido tres litros de sangría? La presión arterial baja puede ser la culpable, y la sal, tu salvación.
  • Presión arterial baja: Si tu tensión está por los suelos, más baja que los pantalones de un reguetonero, ¡dale caña a la sal! Pero ojo, ¡con moderación, que no queremos infartos!
  • Antojos salados: ¡Eureka! Si te lanzas a la nevera como un lince a por el salchichón, es que tu cuerpo te está gritando “¡SAL!”. ¿Será que eres más de salado que un percebe?

Información adicional, ¡de la buena!:

  • ¿Sabías que… la sal es esencial para que tus nervios funcionen como una moto? ¡Sin ella, tu cerebro estaría más desconectado que un enchufe oxidado!
  • ¡Ojo al dato! Si haces mucho ejercicio y sudas como un pollo asado, ¡necesitas reponer esa sal que pierdes!
  • ¡Truquito de la abuela! Un pellizco de sal en el agua de cocción de la pasta la hace más sabrosa. ¡Y a ti te da un subidón de sodio!
  • Y una cosa más… ¡No te pases con la sal! Que luego vienen los problemas de tensión alta y te toca hincharte a pastillas. ¡Equilibrio, amigo, equilibrio!
  • El otro día… me comí un bocata de jamón serrano tan salado que casi me da un calambre en la lengua. ¡Pero qué rico estaba, oye!

¿Cuando tu cuerpo te pide sal?

¡Ay, madre mía, la sal! Cuando tu cuerpo te pide sal a gritos, como si fuera la última rebanada de pizza del mundo, ¡es que algo anda mal! No es que seas una salchicha humana de repente. Es el estrés, mi querido Watson. O sea, tu cuerpo es un drama queen y el cortisol, ese jefe implacable de las hormonas, está haciendo horas extras. Y la pobre sal, inocente ella, se convierte en la heroína de esta telenovela hormonal.

Te cuento mi experiencia: El otro día, después de discutir con mi suegra sobre la mejor manera de freír un huevo (¡¿huevos fritos con aceite de oliva?! ¡La barbaridad!), me entró un antojo de sal que ni te imaginas. Parecía que un oso polar se había instalado en mi lengua pidiendo su ración de sal. Y claro, el cortisol estaba de fiesta, el pobre.

¿Qué más puede pasar? ¡Ah! Pues que tengas un desequilibrio electrolítico de esos que parecen sacados de una película de ciencia ficción. ¡Como si fueras un robot con pilas agotadas! El sodio es importante, ¡ojo! No es solo para adobar patatas fritas; ayuda a que tus nervios funcionen (los míos, ¡por ejemplo, funcionan a base de café y sal!), regula tu presión arterial…

  • Desequilibrio electrolítico: ¡Drama!
  • Estrés elevado: ¡Más drama!
  • Fluctuaciones hormonales: ¡Aún más drama!

Y si el antojo es INSOPORTABLE, no dudes en consultar a un médico. O a tu abuela, que ella sí que entiende de remedios caseros… Aunque mejor un médico, eh.

¡Pero ojo! No te conviertas en un salero andante, que luego te sale la presión como un cohete. ¡Moderación, amigos, moderación!

Dato extra: Mi gata, Luna, también sufre de antojos de sal. Le doy un poco de pescado con bajo contenido en sodio y parece que funciona. (Sí, soy de esas personas que hablan con sus mascotas. ¿Algo que objetar?)

#Comida #Sal #Salud