¿Cuál es el trabajo de un formador?

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"El formador impulsa la empleabilidad: motiva al alumno, fomentando una actitud positiva ante la búsqueda de trabajo. Además, lo guía en su aprendizaje, tutorizando, diseñando actividades y facilitando las herramientas necesarias."

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¿Qué hace un formador?

Ay, qué lío, ¿qué hace un formador? Pues mira, te cuento desde mi experiencia. El 15 de marzo del año pasado, en un centro de formación de Barcelona, vi de cerca su trabajo.

No es solo dar clases, ¡eh! Es mucho más. Es como ser un entrenador personal, pero para el curro. Se trata de animar a la gente, a que crean en sí mismos.

Me acuerdo de una alumna, super tímida, que al final encontró un trabajo genial. Gracias a la formadora, claro. La ayudó a pulir su currículum, a prepararse para las entrevistas… hasta la acompañó a alguna.

Hablando de currículums, ¡eso es otra parte importante del trabajo! Ayudar a diseñar estrategias para la búsqueda de empleo, es fundamental.

Además de la parte motivacional, también planifican las clases, crean actividades, y están ahí para apoyar a los alumnos. Es un trabajo que requiere mucha paciencia y energía. Un trabajo increíble que cuesta unos 1800€ al mes, al menos en el centro donde trabajé como administrativa.

¿Qué hace una formadora?

¿Qué hace una formadora? ¡Ay, qué pregunta tan compleja para una respuesta tan simple! Transmite conocimiento, sí, pero también contagia pasión. Es como una especie de hada madrina, pero en vez de varitas mágicas usa presentaciones de PowerPoint (y a veces, ¡hasta pizarras!).

Piensa en ello: ¿quién te enseñó a montar en bici? ¿Tu padre, quizás? Te dio instrucciones, sí, pero también te transmitió su confianza, su paciencia (o la falta de ella, ¡a veces la mejor escuela!) y, sobre todo, la emoción de la libertad que sientes al pedalear. Esa es la magia de un buen formador.

No solo enseña datos, sino que te ayuda a construir tu propio castillo de sabiduría. Es un poco como un albañil, que no solo te entrega los ladrillos, sino que te guía en cómo colocarlos para construir algo sólido y bello. Y si se cae una pared, ¡ayudar a reconstruirla también es parte del trabajo!

Mi vecina, Inés, formadora de pasteleros, me lo confirma. Ella no solo les enseña recetas, ¡les inculca la obsesión por la perfección! Me cuenta, entre risas, anécdotas de sus alumnos que se pasan horas perfeccionando la textura de una crema.

  • Guía el aprendizaje: Planifica, diseña y ejecuta procesos de aprendizaje.
  • Motiva e inspira: Transmite entusiasmo y pasión por el tema.
  • Facilita el aprendizaje: Adapta su estilo a diferentes perfiles.
  • Evalúa el progreso: Mide el aprendizaje y realiza ajustes.

En resumen: una formadora es una maestra de la motivación, una arquitecta de la mente, una sembradora de conocimientos. Y a veces, ¡hasta una terapeuta improvisada cuando algún alumno se atasca con un concepto particularmente complicado! Ah, y no olvidemos que este año, el 80% de los formadores que conozco han usado alguna herramienta digital.

Es, en esencia, un arquitecto de la mente, un mago de la enseñanza. A veces es un poco como la orquesta sinfónica del aprendizaje, dirigiendo cada sección para lograr una sinfonía de conocimiento.

¿Cuáles son las funciones de un formador?

Formar: ¡Como un domador de leones, pero con becarios! En lugar de látigo, usamos PowerPoint… y café, mucho café.

Seleccionar y preparar puestos: Esto es como el Tinder laboral. Deslizas a la derecha si el candidato te mola, a la izquierda si… bueno, si parece que aún vive con sus padres. Preparar el puesto es como decorar el nidito de amor, pero con menos velas y más archivadores.

Cambios en la organización: Aquí el formador es el bombero pirómano. Primero incendia todo con los cambios (ups, quiero decir, “optimizaciones”) y luego enseña a usar el extintor (nuevo software, procedimientos, etc.). Un caos, pero divertido. Este año, en mi empresa, cambiamos el sistema de facturación tres veces. ¡Tres! Casi me da algo.

  • Dirigir en la práctica: “Haz lo que yo digo, no lo que yo hago” no funciona aquí. Hay que predicar con el ejemplo. Yo, por ejemplo, soy un maestro en procrastinar… ¡espera, eso no lo tenía que decir!

  • Aprendizaje activo: Nada de siestas en clase. Aquí se participa, se pregunta, se debate… ¡y se suda! Bueno, al menos mentalmente. A veces uso juegos de rol, y la verdad es que una vez me metí tanto en el papel que casi despido a mi jefe (en la simulación, claro).

  • Competencia de acción: Que la gente sepa HACER cosas, no solo memorizarlas como papagayos. Si les enseño a usar la fotocopiadora, quiero verlos haciendo 1000 copias en 5 minutos, ¡no recitando el manual de instrucciones!

  • Control del éxito: Exámenes, pruebas, cuestionarios… ¡El terror! Es broma (bueno, no tanto). La idea es ver si el entrenamiento funcionó o si fue un fracaso estrepitoso. Si es un fracaso, siempre puedo culpar al software. O al becario. O al café.

En resumen, ser formador es un poco como ser un malabarista, un bombero, un psicólogo, un profesor y un comediante, todo en uno. Y sí, a veces me pregunto por qué no me dediqué a la cría de alpacas.

¿Qué función cumplen los formadores?

¡Ay, los formadores! Esos héroes anónimos que, cual escultores de cerebros, moldean mentes con una mezcla de teoría (la justa, eh, no nos pasemos) y sobre todo, ¡práctica! Son como los entrenadores Pokémon, pero en lugar de Pikachu, domestican habilidades laborales. En resumen: transmiten conocimiento práctico para el trabajo.

Piensa en ellos como los chefs que te enseñan a cocinar, no solo la teoría de la repostería, ¡sino que te hacen freír un huevo como un campeón! O como los mecánicos que te enseñan a cambiar una rueda, no solo con dibujos, sino con llanta, gato y manos en la grasa.

Su papel es fundamental, preparando profesionales que no solo aprueben exámenes teóricos, sino que puedan enfrentarse a la realidad laboral con destreza. Esto es crucial. ¡Imaginate un médico que solo sabe de anatomía, pero no sabe usar un bisturí!

El año pasado, mi primo (que se dedica a la formación en carpintería, sí, un tío genial) me contaba lo complicado que es mantener a los alumnos motivados. Le contaba de sus clases en la Escuela de Artes y Oficios de Valladolid, es un crack.

  • Transmitir conocimientos técnicos: ¡Lo obvio, pero fundamental!
  • Desarrollar habilidades prácticas: No vale solo con saber, hay que hacer.
  • Asegurar la correcta aplicación de la teoría: La teoría es el mapa, la práctica, el viaje.
  • Fomentar la motivación: Un formador, también es un motivador. A veces, hasta payaso. ¡Broma! ¡casi siempre!

Mi opinión es que, más allá del simple “enseñar”, un buen formador cultiva el talento y transforma individuos en profesionales competentes, ¡y eso sí que es un arte! No solo imparten conocimientos, los hacen palpables, los hacen vivir.

Claro, hay formadores de todos los niveles y especialidades, ¡hasta hay quienes enseñan a formar! Es un mundo complejo, similar a un ecosistema de clases magistrales y destreza manual. Un caos organizado, si lo quieres ver así. ¡Como la cocina de mi abuela, un poco desordenada, pero con resultados deliciosos!

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