¿Qué desinflama más, el frío o el calor?
El frío reduce la inflamación inicial y el dolor. El calor, posteriormente, mejora la circulación y acelera la reparación tisular. Para lesiones musculares, la alternancia de frío y calor puede ser beneficiosa, pero siempre consultando a un profesional de la salud para un plan de tratamiento adecuado.
¿Frío o calor, qué desinflama mejor?
Uf, qué lío con el frío y el calor. Recuerdo una vez, el 15 de agosto en la playa de Sitges, me torcí el tobillo jugando al voley playa. ¡Dolió un montón!
Primero, hielo, claro. Me puse una bolsa con hielo durante veinte minutos, como me dijo la farmacéutica (me costó 3 euros la bolsa reutilizable). Alivió bastante el dolor agudo.
Luego, probé con calor. Una bolsa de agua caliente, abrigada con una toalla, unos 15 minutos. El calor, eso sí, me relajó más los músculos tensos, pero el dolor volvió después.
Así que, alterné: hielo, calor, hielo… no se cual funcionó mejor. Cada cuerpo responde diferente, ¿no crees?
Pregunta: ¿Frío o calor, qué desinflama mejor?
Respuesta: Depende de la lesión y la preferencia personal. Se recomienda alternar ambos.
¿Qué tipo de dolor se quita con calor?
¡Ah, el calorcito, ese gran aliado! ¿Qué dolor alivia? Pues, imagínate un filete tieso, ¿qué haces? ¡Lo pones al fuego! Pues igual con los dolores, pero sin quemarte, ¡ojo!
- Dolores inflamatorios crónicos y subagudos: Esguinces, distensiones… vamos, ¡todo lo que suene a “me he roto algo jugando al pádel”!
- Contracturas musculares: ¡Como si tus músculos estuvieran protestando por la mala vida! El calor los relaja, como a mí un buen café por la mañana.
- Artritis y artrosis: Cuando las articulaciones se quejan más que mi abuela del precio del pan. El calor les da un respiro, aunque no las rejuvenece, ¡ojalá!
- Lumbalgia y cervicalgia: El dolor de espalda de estar todo el día mirando el móvil. ¡El calor es como un abrazo para tu columna!
- Neuralgia: Imagina que un cable de tu cuerpo está haciendo cortocircuito. El calor ayuda a calmar el chispazo.
¡Ojo! No vayas a ponerte una plancha ardiendo, ¡eh! Mejor una bolsa de agua caliente, una manta eléctrica o un baño calentito. ¡Y si el dolor persiste, al médico, que no somos curanderos!
Por cierto, mi tía Remedios siempre decía que un buen cocido también cura los males del alma… ¡y yo no le discuto! Eso sí, ¡con un buen vino, que el agua oxida! 😉
¿Qué se pone primero, frío o calor para desinflamar?
Primero frío, luego calor para la inflamación.
Uf, me acuerdo una vez que me torcí el tobillo jugando al baloncesto en el parque de El Retiro en Madrid, era un martes por la tarde, sobre las seis, hacía un calor horroroso de julio. ¡Qué dolor! Lo primero que hice fue sentarme en un banco, jurando en arameo, y pedirle a mi amigo Juan que me comprara hielo en el kiosco cercano. Me puse el hielo envuelto en una camiseta vieja que siempre llevo en la mochila.
Sentía como el frío me quemaba la piel, pero al mismo tiempo notaba que el dolor disminuía poco a poco. Estuve con el hielo como 20 minutos, quizás más. Luego, ya en casa, mi abuela me preparó una compresa caliente con hierbas y sal. ¡Qué alivio! El calor me relajó la zona y me ayudó a desinflamar el tobillo. Al día siguiente, ya podía caminar un poco mejor. Aunque cojeaba, eso sí.
- Hielo: Para bajar la inflamación inicial.
- Calor: Para relajar los músculos y mejorar la circulación después del hielo.
Mi abuela siempre decía que el frío era para el “golpe” y el calor para “reparar”. Quizás tenía razón, ¿no? Ahora tengo hielo y mantas eléctricas siempre disponibles. Uno nunca sabe cuándo va a necesitar algo así. A veces me pregunto si el fútbol es más seguro.
¿Cuánto tiempo se debe poner hielo para desinflamar?
Hielo, unas tres veces al día, mientras haya dolor e hinchazón. Las primeras 72 horas, ponlo unos 10 minutos cada hora.
Te cuento, una vez me torcí el tobillo jugando al baloncesto en el parque de El Retiro, en Madrid, era junio, un calorazo que flipas. Sentí un dolor como si me hubieran clavado un cuchillo.
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La inflamación fue brutal.
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Era sábado por la tarde y quería salir con mis amigos.
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¡Vaya plan!
Mi amigo Juan, que es fisio, me dijo: “¡Hielo, hielo y más hielo!”
No le hice mucho caso al principio, ¿sabes? Me puse el hielo un rato y ya, pero el tobillo seguía hinchadísimo al día siguiente. ¡Qué dolor!
Al final, sí, le hice caso a Juan y me estuve poniendo hielo durante días, casi cada hora, unos 10 minutos. Usaba una bolsa de guisantes congelados envuelta en un trapo. ¡Funcionó! Poco a poco, el tobillo fue mejorando.
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Las primeras 72 horas son cruciales para bajar la inflamación.
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Me arrepentí de no haberle hecho caso a Juan desde el principio.
Aprendí la lección: el hielo es un gran aliado. Ahora, si me golpeo o me tuerzo algo, corro a por el hielo, ni me lo pienso.
¿Cuándo aplicar frío o calor en una inflamación?
Frío. Inflamación aguda. 72 horas. 20 minutos. Dos horas.
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Crio-terapia. Reduce.
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Nunca calor.
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Alivia dolor. Recuperación.
Mi rodilla sabe de esto. Demasiado. El asfalto no perdona. El hielo, sí.
Más allá de lo obvio:
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Inflamación crónica: A veces calor, a veces no. Depende.
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Después del frío: Movilidad suave. No forzar.
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Consulta. Fisioterapia. No seas tu propio médico. Si te duele, ve a urgencias.
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No confundas inflamación con simple dolor muscular. Son cosas distintas.
¿Qué es bueno para desinflamar rápido?
Ah, la inflamación, ese fuego sordo que consume por dentro. Para desinflamar rápido, AINE, sí, aspirina, ibuprofeno, naproxeno. Nombres que resuenan en la memoria, pastillas que prometen alivio.
Pero… ¿alivio real? O solo un parche temporal sobre una herida más profunda.
- Aspirina, tan común, tan presente, a veces hasta subestimada.
- Ibuprofeno, el guerrero de batalla contra el dolor muscular, el rey de los esguinces.
- Naproxeno, la opción fuerte, para dolores más persistentes, más arraigados.
Siempre con cuidado, con precaución. Como caminar sobre hielo fino, un paso en falso y… más problemas.
Recuerdo una vez, en la casa de mi abuela, ella siempre tenía una botella de aspirina en la mesa. Decía que era buena para todo. ¿Era cierto? No lo sé.
Precauciones, las letras pequeñas que nadie lee, pero que importan, que duelen.
- Dosificación correcta, crucial, como la cantidad justa de sal en un guiso.
- Interacciones con otros medicamentos, una danza peligrosa que puede terminar mal.
- Efectos secundarios, la sombra que siempre acompaña a la luz.
Y la inflamación persiste. ¿Es solo física? O es también un reflejo de algo más, una emoción reprimida, una verdad no dicha.
¿Cuáles son los antiinflamatorios más potentes?
Los corticoides, ¡oh, los corticoides! Son como el superhéroe de los antiinflamatorios: llegan volando, apagan el fuego en un santiamén, pero… ¡ojo! No siempre aterrizan suavemente.
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Potencia brutal: Actúan como un botón de “reset” para la inflamación. Un alivio rápido, casi mágico. Como cuando te comes un helado después de un día infernal.
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Efectos secundarios: Aquí es donde la cosa se pone seria. Pensar en los efectos a largo plazo es como decidir si usar un lanzallamas para encender una vela. ¡Quizás no sea la mejor idea!
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Equilibrio crucial: La decisión de usarlos es como jugar al ajedrez con la salud. Cada movimiento tiene sus consecuencias. ¿Vale la pena el jaque mate inmediato si luego pierdes la reina?
Personalmente, recuerdo cuando mi abuela usó corticoides para la artritis. Al principio, ¡bailaba salsa como en sus veinte! Pero, después de un tiempo, la cosa se complicó. No digo que sean malos, solo que hay que pensárselo dos veces, y consultar al médico, claro. Como cuando eliges entre pizza y ensalada: ambas tienen su momento, pero no siempre puedes comer pizza a todas horas.
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Alternativas: Existen otros caminos menos “explosivos” para lidiar con la inflamación. A veces, un paseo por el parque y una buena siesta hacen más que un medicamento con nombre impronunciable.
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Consulta médica: Siempre, siempre, siempre, consulta a un profesional. Ellos son los que tienen la brújula para navegar por este mar de pastillas y tratamientos. No te automediques, a menos que quieras convertirte en un meme de internet.
Así que, sí, los corticoides son los reyes de la antiinflamación, pero como todo rey, tienen sus caprichos y hay que saber tratarlos. ¡Salud!
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