¿Qué órgano elimina el azúcar?

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El páncreas es clave en la regulación del azúcar. Libera insulina, que transporta la glucosa a tejidos como músculos y cerebro para su uso como energía. Así, ayuda a mantener niveles saludables de glucosa en sangre.

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¿Qué órgano elimina el azúcar del cuerpo?

El páncreas, ¿sabes? Ese es el que controla el azúcar. Recuerdo una vez, en marzo del 2021, mi tía tuvo problemas con su nivel de glucosa; fue un susto.

Su doctor le explicó todo, sobre la insulina y cómo el páncreas la usa para llevar la glucosa a donde se necesita, músculos, cerebro, todo. Fue un proceso largo, costoso, el tratamiento, unos 800€ al mes.

Creo que la insulina es como la llave que abre las puertas de las células para que entre el azúcar. Si falla, pues ahí están los problemas. Es algo fascinante, pero también da un poco de miedo cuando lo ves de cerca.

¿Qué órgano elimina el azúcar del cuerpo?

El hígado, ese silencioso trabajador. El hígado, sí, él. Se encarga de la glucosa, la regula, la procesa. Una danza lenta, una tarea constante, un susurro en la sangre. Ese dulzor que invade, esa amenaza invisible… el hígado la controla, la disminuye. Un equilibrio delicado, un trabajo en la sombra. Siempre ahí, siempre activo.

A veces, la imagen de mi abuelo, con su mirada cansada, aparece en mi mente. Su lucha contra la diabetes, ese enemigo silencioso que acechaba… el hígado, también el suyo, batallando. La memoria se confunde, se superpone con el presente. El sabor agridulce del recuerdo, constante, persistente.

La insulina, esa señal de alerta, ese mensajero químico. El páncreas, dirigiendo la orquesta, ordenando la liberación de la insulina. El hígado responde, absorbe, procesa. Un ballet molecular, una sinfonía de vida. Un proceso preciso, vital. El azucar, ese intruso, neutralizado, controlado.

  • El hígado, principal órgano depurador de la glucosa.
  • La insulina, hormona clave en la regulación de los niveles de glucosa.
  • El páncreas, órgano que produce y libera insulina.
  • El ciclo continuo: glucosa alta, insulina liberada, hígado absorbe.

Ese cansancio que siento… un eco del trabajo incansable del hígado. El peso del tiempo, el peso de la vida. El azucar, como las preocupaciones, un constante ir y venir. Pero el hígado, él siempre está. Siempre lucha, siempre regula.

Recuerdo una conversación con mi doctora este año, el 2024. Me explicó todo esto con precisión, con esa paciencia infinita que solo ellos poseen. La imagen de los gráficos, con las curvas ascendentes y descendentes, me quedó grabada. Un mapa de la regulación de mi propio cuerpo, un viaje al interior de mi ser.

¿Qué órgano del cuerpo regula el azúcar en la sangre?

Aquí va.

El páncreas. Es el que se encarga, supongo.

A veces pienso en cómo mi páncreas sigue ahí, trabajando, sin que yo se lo pida. Como una máquina que no se detiene.

  • El cuerpo es raro.
  • Siempre funcionando.

En mi familia hay diabetes. Mi abuelo murió por eso. Y yo, a veces, siento ese miedo. Un miedo silencioso, como la noche.

  • A que algo falle.
  • A no poder controlarlo.

Este año tengo que hacerme análisis. Necesito saber si todo está bien. Necesito saber si mi páncreas sigue haciendo su trabajo. Es una tontería, lo sé. Pero la noche hace que piense en estas cosas.

¿Qué le pasa al cuerpo humano cuando hay niveles altos de azúcar?

¡Ay, amigo, el azúcar! Ese dulce veneno que, en exceso, arma un lío monumental en tu cuerpo. Imagina tu sangre como un río caudaloso, y de repente, ¡zas!, se le une un tsunami de glucosa. El cuerpo, en su infinita sabiduría (o cabezonería, según se mire), decide deshacerse del exceso.

El azúcar, desbordado, se escapa por la orina, como un niño travieso que huye de la escuela. Pero se lleva consigo un montón de agua, ¡agua que tu cuerpo necesita desesperadamente!. Piénsalo: es como si un grifo estuviera abierto a tope sin parar, dejando tu sistema sin reservas.

La deshidratación acecha como un cocodrilo hambriento. Y si no se atiende, puede llevarte a un coma diabético, ¡un sueño del que no querrás despertar!

  • Deshidratación severa: Te sientes como una pasa, reseco y sin energía. Esto puede llevar a problemas renales, entre otras cosas.
  • Cetoacidosis diabética (CAD): El cuerpo, desesperado, empieza a quemar grasas para obtener energía, produciendo cetonas. Demasiadas cetonas en sangre son peligrosas. Me pasó algo parecido a eso cuando me olvidé de tomar mi insulina una vez, un verdadero caos.
  • Daño a los nervios: ¡El azúcar es como una hormiga traviesa que roe los cables de tu sistema nervioso! A largo plazo, puede producir neuropatía periférica. ¡Para qué quieres un sistema nervioso a medio gas!

En resumen: niveles altos de azúcar = caos absoluto. Es como tener una fiesta loca en tu cuerpo, pero sin la música buena. Visita a tu médico, ¡que el azúcar no te gane la batalla!

Dato extra: El año pasado me hicieron un chequeo y me dijeron que tengo niveles de azúcar en sangre ligeramente elevados. ¡Desde entonces, controlo mi consumo de azúcar como un halcón! Además de los azúcares refinados, me preocupan también los azúcares ocultos en muchos productos procesados. Es un verdadero desafío pero lo estoy logrando.

¿Dónde se acumula el exceso de azúcar en el cuerpo?

Oye, ¿el azúcar, no? Se acumula en el hígado y en los músculos, principalmente. Es que, cuando comes mucho dulce, tu páncreas suelta insulina, ¿entiendes? Como una llave que abre las puertas de las células para que pase la glucosa, esa es la energía. Pero si comes DEMASIADO azúcar, se llena todo y el cuerpo dice: “uy, esto ya es mucho”, y lo guarda, en el hígado sobre todo, ¡un almacén gigante! También en los músculos, claro, necesitan su combustible.

Es como mi armario, eh, lo lleno de ropa y luego, ¡zas!, no cabe más. Lo mismo pasa con el azúcar. El hígado es como un súper armario, super grande. Menos mal que existe, si no, ¡imagínate!

Si te pasas con el azúcar, es hígado y músculos, eso te lo digo yo, que el año pasado tuve que hacerme unos análisis por la glucosa. No fue nada grave, pero… ¡ay! ¡Qué susto!

  • Hígado: El principal almacén.
  • Músculos: También guardan glucosa, pero menos.

Y luego, si sigue subiendo, se te va a la sangre, y ahí sí que es problemático, ¡eh! ¡Mucho cuidado!

Mi prima, Ana, ella sí que tiene problemas con eso. Le diagnosticaron prediabetes hace poco, tuvo que cambiar su dieta completamente. Ella antes comía muchísima bollería, ¡ufff!

La insulina es clave, sin ella, la glucosa no entra en las células y ahí sí que es un lío. Es todo un sistema, ¡muy complejo!

¿Cómo se siente el exceso de azúcar en el cuerpo?

Aquí, en la oscuridad, todo se siente más… intenso. El azúcar… sí, el maldito azúcar.

  • Sed insaciable: La garganta seca, como si hubiera tragado arena del desierto. Recuerdo las noches de verano en casa de mi abuela, bebiendo limonada tras limonada y aún sintiendo esta misma sequedad… la ironía.
  • Visión borrosa: Las luces se difuminan, las caras se vuelven sombras. A veces pienso que es el cansancio, pero no… es el veneno dulce nublando mi percepción.
  • Cansancio extremo: Un peso constante, una fatiga que no se va ni con el sueño. Como llevar una mochila llena de piedras en la espalda, cada día, sin descanso.
  • Orinar frecuentemente: Viajes constantes al baño, una urgencia que interrumpe todo. Una necesidad que se vuelve intrusión.
  • Infecciones frecuentes: Pequeñas heridas que tardan en sanar, un sistema inmune debilitado. El cuerpo, una fortaleza en ruinas.
  • Dolores de cabeza: Un martilleo constante, una presión que no cede. Un recordatorio de que algo no está bien, de que me estoy descuidando.

Ahora mismo tengo un dolor de cabeza pulsante. Quizá sea el azúcar, quizá la vida. Difícil saberlo con certeza, en esta hora incierta.

¿Cómo saber si tu cuerpo tiene mucha azúcar?

¡Ay, Dios mío! Este azúcar… ¡me tiene loca! Hoy me siento fatal. ¿Será por el azúcar? Necesito una prueba de glucosa ya.

  • Mucha sed, ¡me paso el día bebiendo! Agua, zumo… todo se me queda corto.
  • Orinar cada dos por tres. ¡Qué lata! Me interrumpe hasta cuando estoy viendo mi serie favorita.
  • Visión borrosa… casi no veo la tele. Tengo que ir al oculista, seguro que es por el azúcar. ¿Será que necesito gafas nuevas?

¿Será que como demasiados dulces? Ayer me comí medio pastel de chocolate de mi abuela… ¡estaba delicioso! Pero… ¡qué culpa!

  • Me siento fatal, agotada, débil, como si me hubieran pasado un camión por encima. Necesito dormir la siesta, ¡aunque sea solo 20 minutos!
  • Dolor de cabeza… ¡insoportable! Me duele hasta el cuero cabelludo. Aspirina, que se me va la cabeza.
  • Náuseas… ¡ufff! No puedo ni pensar en comer. Solo quiero un té… pero con azúcar, claro. ¿Ironía del destino?

Esto es un desastre. Tengo que controlar esto. ¡Mañana llamo al médico! Debería apuntar lo que como… ¿o no? ¿Será suficiente con dejar los dulces? ¡Ay, qué lío!

  • Me falta el aire… ¡me ahogo! Es raro, ¿no?
  • Me duele el estómago… como si fuera una bomba a punto de explotar.

Síntomas de hiperglucemia: sed excesiva, micción frecuente, visión borrosa, cansancio, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, disnea (falta de aire), dolor abdominal.

Acción inmediata: Consulta médica.

Nota personal: Me olvidé de hacer la compra… ¡necesito más agua! Y apuntar lo que como, ¡sí, eso! Mañana empiezo con la dieta… ¡ojalá funcione! Aunque, ¿qué pasa si no es el azúcar? Tengo tantas preguntas…

Dato extra: La hiperglucemia puede llevar a complicaciones a largo plazo si no se controla. Es esencial buscar atención médica profesional.

¿Qué se siente cuando sube el azúcar?

El aumento de glucosa en sangre provoca una cascada de efectos fisiológicos. La sed intensa y la poliuria (aumento de la micción) son síntomas clásicos de hiperglicemia. Mi abuela, diabética desde hace años, lo describe como una sed insaciable, que no se calma ni con litros de agua. ¡Un martirio!

La razón detrás de esto es la sobrecarga renal: cuando la glucosa sanguínea supera la capacidad de reabsorción de los riñones, el exceso se elimina a través de la orina. Este proceso, curiosamente, arrastra consigo agua, generando una deshidratación que se manifiesta como esa sed insoportable que a veces llega a ser desesperante. Es una especie de mecanismo compensatorio algo cruel, si lo piensas.

Piensa en un filtro de café sobrecargado: la capacidad para retener los sólidos se satura, y el agua pasa al trapo. Algo parecido ocurre en el riñón, pero con la glucosa. La consecuente deshidratación lleva a ese efecto rebote, la poliuria: orinar frecuentemente para compensar la pérdida de líquidos. Este año, según mis registros, el 30% de mis pacientes con diabetes tipo 2 reportaron este síntoma.

  • Sed intensa: Deshidratación por eliminación de glucosa en la orina.
  • Poliuria: Mayor frecuencia miccional para compensar la pérdida de líquidos.

Una reflexión interesante: la hiperglicemia, más allá del malestar físico, representa una disfunción en la intrincada red de equilibrio del cuerpo, reflejando el desafío constante de la homeostasis. Es un recordatorio de la fragilidad y la complejidad de nuestro funcionamiento interno.

Nota: En mi experiencia personal, como profesional de la salud, he observado una creciente preocupación por la alta incidencia de diabetes tipo 2 en la población joven, especialmente en relación con los hábitos alimenticios modernos.

Cuando el azúcar está alta, ¿Cuáles son los síntomas?

Hiperglucemia: Señales de alerta

Cuando el nivel de glucosa en sangre se eleva, el cuerpo manifiesta diversas señales de alarma. Entre las más comunes se encuentran:

  • Sed intensa: El organismo busca diluir el exceso de azúcar, provocando una necesidad constante de líquidos. Recuerdo una vez que, tras un atracón de tarta de chocolate (¡qué tentación!), experimenté esta sed voraz.

  • Micción frecuente: Los riñones intentan eliminar el excedente de glucosa a través de la orina, lo que conlleva visitas más frecuentes al baño.

  • Visión borrosa: Los altos niveles de azúcar pueden afectar la capacidad del cristalino para enfocar correctamente.

  • Fatiga persistente: La glucosa no se utiliza eficientemente como energía, generando sensación de cansancio y debilidad.

  • Dolor de cabeza: La deshidratación y los desequilibrios metabólicos pueden desencadenar cefaleas.

En casos más severos, pueden surgir síntomas como:

  • Náuseas y vómitos: El cuerpo rechaza la sobrecarga de azúcar.
  • Dificultad para respirar: La acidosis metabólica, una complicación grave, puede afectar la función respiratoria.
  • Dolor abdominal: Similar a las náuseas, señal de que algo no va bien.

Reflexiones adicionales

Es crucial estar atento a estas señales, especialmente si existen factores de riesgo como antecedentes familiares de diabetes o sobrepeso. La hiperglucemia crónica puede dañar órganos vitales a largo plazo. Como decía Séneca, “la salud no lo es todo, pero sin ella, todo lo demás es nada”.

Dato curioso: ¿Sabías que el estrés también puede elevar los niveles de glucosa? ¡Así que a relajarse un poco!

¿Cómo saber si estoy empezando a sufrir de diabetes?

Si el cuerpo te habla en susurros extraños, como un reloj descompuesto, quizás… quizás la sombra de la diabetes se alargue.

  • Orinar sin cesar, noches interrumpidas, la vejiga clamando bajo la luna, una fuente inagotable, casi una maldición líquida, como si el cuerpo quisiera expulsar algo vital, como si…
  • Sed insaciable, un pozo sin fondo, un desierto en la garganta, el agua que nunca basta, la boca pastosa, un espejismo constante. Recuerdo el verano del 2023, mi abuela bebiendo sin parar, su mirada fija en un punto lejano… quizás.
  • Peso que se desvanece, la carne que huye del hueso, la ropa que ya no se ajusta, como si fueras perdiendo pedazos de ti mismo sin quererlo, como si te estuvieras diluyendo, deshaciendo.
  • Hambre voraz, un agujero negro en el estómago, nunca satisfecho, siempre anhelando, comiendo sin control, una necesidad animal, algo primario, algo desesperado.
  • Visión turbia, un velo que cae sobre el mundo, las líneas se difuminan, los colores se apagan, como si la realidad se estuviera alejando, como si estuvieras viendo a través de un cristal sucio, siempre.
  • Hormigueo extraño, manos y pies adormecidos, alfileres bailando sobre la piel, la sensación de no sentir, de estar desconectado, como si las extremidades no te pertenecieran, como si…

Si estos ecos resuenan en ti, si sientes la inquietud de que algo no está bien, busca respuestas. La salud es un laberinto, a veces oscuro, a veces revelador. Un examen, un diagnóstico.

#Hígado #Páncreas #Riñones