¿Cómo hacer sal marina en casa?

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Obtenga sal marina casera evaporando agua de mar en una bandeja al sol. Recolecte los cristales formados, séquelos y guárdelos. El tiempo de evaporación depende del clima. Un ligero sabor amargo puede eliminarse enjuagando la sal antes de secarla. ¡Simple y natural!

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¿Cómo hacer sal marina casera?

Verano del 2022, Tenerife. Recuerdo estar fascinada con la idea de hacer mi propia sal. Compré una bandeja enorme, creo que me costó unos 15 euros, y la llené de agua de mar.

El sol canario hizo su magia. Dejé la bandeja días y días, impaciente. No recuerdo el tiempo exacto, pero fue más de lo que esperaba. El agua se evaporó lentamente, dejando una capa blanquecina.

Raspe con cuidado los cristalitos, un poco húmedos todavía. Los extendí sobre un paño para que terminaran de secarse. Tenían un sabor intenso, a mar, con un toque… ¿amargo?

Leí que podía enjuagarlos con agua dulce. Lo hice, y el amargor disminuyó bastante. Los guardé en un botecito de cristal, orgullosa de mi sal marina casera.

¿Cómo hacer sal marina casera?

Evaporar agua de mar en bandeja bajo el sol. Recoger cristales, secar y guardar.

Información adicional:

El tiempo de evaporación varía. El sabor puede ser amargo por impurezas. Enjuagar con agua dulce mejora el sabor.

¿Cómo se hace sal marina?

¡Ah, la sal marina! El caviar del pobre, pero con más sabor a mar y menos posibilidades de arruinarte. Producirla es tan sencillo que hasta una ostra lo podría hacer (si tuviera manos y un plan de negocios). Básicamente, dejas que el sol haga el trabajo sucio y voilà, ¡cristales salados!

  • Evaporación natural: Imagina un jacuzzi gigante con agua salada. El sol, como un mayordomo gigante con una toalla, seca el agua. ¡Magia! (O física, como quieras).
  • Menos proceso, más mineral: La sal marina es la versión “sin filtrar” de la sal. Mantiene esos oligoelementos que la sal de mesa desprecia, como el potasio, el magnesio y hasta un poquito de calcio para que tus huesos te lo agradezcan. Yo una vez leí que hasta tiene litio, ¡imagínate, un antidepresivo natural en tu ensalada! ¡Qué locura!
  • Cristales y sabores: ¿Fina o gruesa? Depende de si quieres sentir un crujido salado o una sutil caricia marina. Y el sabor… bueno, cada sal es un mundo. La de mi pueblo (Alicante), tiene un sabor a Mediterráneo que te transporta a la playa.

Información extra, porque sí:

  • La sal rosa del Himalaya, aunque no es técnicamente “marina”, también mola. Dicen que tiene 84 minerales diferentes. ¡Ochenta y cuatro! Yo no los he contado, la verdad.
  • Este año, 2024, las salinas de mi pueblo han tenido una producción espectacular. ¡Para salar el mundo entero!

En resumen, la sal marina es la demostración de que las cosas buenas de la vida son simples (y saladas).

¿Cómo hacer sal marina casera?

¡Uf, qué lío! Me pediste sobre sal marina casera, ¿no? Pues mira, yo lo intenté una vez en 2024, en mi apartamento de Valencia, cerca de la playa de la Malvarrosa. ¡Qué calor hacía ese día, madre mía! Sudaba como un pollo. Tenía el aire acondicionado roto, una verdadera tortura.

Necesitabas agua de mar, obvio. Fui con un cubo, un colador y mi mejor amiga, Patricia, a recogerla. La recogimos cerca de un espigón, pero esa agua estaba… sucia. Había algas, plásticos… un asco. Filtramos lo que pudimos con el colador, pero quedaron arenitas. ¡Que asco! Tenía la piel pegajosa. Luego, al sol, ¡horas y horas evaporando el agua! El olor a sal era intenso, impresionante. Tenía la nariz quemada de tanto olor a mar. Me picaban los ojos. Patricia se fue a su casa, ya no podía más con el sol.

Al final, quedó una fina capa de sal, bastante… eh… arenosa. No era la blanca y fina que venden en el supermercado. Era áspera, con restos de… bueno, no sé qué era, pero no era pura sal marina. ¡Menuda decepción! ¡Para qué hacerla casera! ¡Fue un trabajo infernal!

  • Materiales usados: Cubo, colador, paciencia infinita.
  • Lugar: Playa de la Malvarrosa, Valencia.
  • Fecha: Verano 2024.
  • Resultado: Sal impura, arenosa. Un fracaso absoluto.

Hacer sal marina casera es más complicado de lo que parece. No lo recomiendo, la verdad. Prefiero comprarla, así no sudo ni me quemo al sol. Y además, el resultado no es ni parecido a la sal marina de calidad que encuentras en las tiendas. Mucho esfuerzo para muy poco.

Ahora, lo de la pasta de dientes casera… eso sí que es una historia. Otra vez. Otro día te lo cuento. ¡Pero la sal… ni se me acerca!

¿Qué ingredientes tiene la sal marina?

Sal marina: Cloruro sódico, sí. Pero es más que eso.

  • Oligoelementos: Sulfato, magnesio, potasio.

  • Otros: Azufre, calcio, bromo, bicarbonato, estroncio. Un cóctel del océano.

Es como la vida misma, ¿no? Cloruro sódico es la base, pero lo interesante está en las pequeñas cosas. Los detalles.

Recuerdo una vez en Cádiz, viendo las salinas. El sol pegaba fuerte. Un trabajo duro, extraer la sal.

  • Evaporación: El proceso clave. El sol hace su magia.

  • Color y sabor: Depende de la procedencia. Cada sal es única. Reflejo de su origen.

La sal de Ibiza, por ejemplo, tiene algo especial. Quizá el paisaje, el viento. O simplemente marketing. Quién sabe.

“Somos lo que comemos”, dicen. Pero también somos lo que salamos. Una pizca de océano en cada plato. Una pizca de verdad.

¿Qué es la sal marina y dónde se compra?

¡Ay, amigo, la sal marina! Es sal, pero ¡con glamour! Sacada directamente del mar, como si las sirenas la hubieran filtrado con sus colas (que yo sepa, no, pero suena bonito, ¿no?). Más rica en minerales que una ensalada de espinacas con quinoa y ¡un toque de caviar! (Exageración poética, pero casi). Su sabor? ¡Más intenso que un concierto de rock en tus tímpanos!

¿Dónde comprarla? Pues mira, no te voy a mentir, no es tan complicado como encontrar el Santo Grial.

  • Supermercados: Allí está, en la sección de especias, entre la pimienta rosa (que a mí me sabe a nada) y el pimentón de la Vera (que sí que tiene un saborazo).
  • Mercadillos: ¡Más artesanal que un sombrero de paja tejido a mano en la playa! A veces, hasta encuentras sal con algas, ¡una pasada!
  • Tiendas gourmet: Si eres de esos que van de sibarita y te gastas un riñón en aceite de trufa… esta es tu opción, seguro que la presentan en un frasco con una etiqueta que parece un cuadro impresionista.
  • Internet: ¡Claro! El rey Midas de las compras online te lleva hasta la sal, aunque te cobren más por el envío que por la sal en sí. ¡Ojo con los gastos de envío! A mí me pasó el año pasado con un envío de sal ahumada… aún lo recuerdo, ¡una estafa!

En resumen: es sal del mar, sabrosa y se compra en cualquier sitio que venda comida. Simple, ¿no?

Este año, mi suegra, experta en salmueras caseras (¡sí, es un mundo!), me contó que la sal marina de las costas de Galicia es la mejor del planeta. Ella sí que sabe de sales… y de cosas de abuelas, claro está.

¿Qué diferencia hay entre sal marina y sal del Himalaya?

La sal del Himalaya y la sal marina difieren principalmente en su origen, composición mineral y procesamiento.

  • Origen geográfico: La sal del Himalaya proviene de minas en Pakistán, mientras que la sal marina se obtiene evaporando agua de mar.

  • Composición mineral: La sal del Himalaya contiene trazas de minerales como hierro, que le da su color rosado característico. La sal marina, aunque también tiene minerales, puede variar según el mar de origen. Un dietista señaló que la sal del Himalaya puede ser baja en yodo, un nutriente esencial.

  • Procesamiento: La sal marina a menudo se procesa menos que la sal de mesa común, pero más que la sal del Himalaya, que se considera mínimamente procesada.

Consideraciones adicionales (¡ojo!)

¡Ojo! No todas las sales son iguales. Recuerdo cuando estuve en las salinas de Ibiza. Me explicaron que el proceso de evaporación natural influye mucho en el sabor final. Y la sal del Himalaya, con su fama, no siempre es mejor. Es como el debate del café de especialidad: al final, lo que importa es lo que te gusta a ti. Yo prefiero usar sal marina gruesa para asados; creo que le da un toque especial. La sal del Himalaya la tengo más como “adorno” culinario, para darle un toque de color a algún plato. Pero vamos, que al final es sal.

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