¿Cómo puedo salar los alimentos?

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Salar alimentos de forma óptima: la salmuera.

Sumerge el alimento en agua con 5-10% de sal por litro. Ideal para carnes magras o grandes con hueso, especialmente si es hueco o irregular. Asegura una salazón uniforme y menos agresiva.

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¿Cómo salar los alimentos de forma adecuada?

Uf, salar la comida… ¡todo un arte! Recuerdo una vez, el 15 de julio en la playa de Zahara de los Atunes, intentando hacer un pescado a la sal. Un desastre. Demasiada sal, seco como el desierto.

La salmuera, esa sí que la domino algo más. Agua y sal, claro. Pero la proporción… entre un 5 y 10%, ¿no? Yo suelo echar “a ojo” pero lo ideal, si quieres algo más preciso, es un 7% más o menos.

Para carnes magras, como el pollo, va genial. Un amigo usó salmuera para un pollo asado el 22 de Agosto y quedó jugoso, ¡delicioso! Para piezas grandes, con hueso, funciona de maravilla, recuerda que la sal penetra menos en zonas con hueso, eso es clave. En fin, ¡practicar, practicar!

¿Qué alimentos se pueden salar?

¡A salar se ha dicho!

Pescado, carne… ¡casi todo vale! Es como cuando mi abuela decía: “Echa sal, que todo mejora”. Y bueno, a veces no, pero la intención era buena, ¿no?

  • Pescados salados: Melva (garrofeta, ¡qué nombre!), sardina (ideal para la barbacoa), atún (¡qué rico en ensalada!), aturrano (nunca lo he probado, pero suena exótico), bonito (un clásico) o corvina (para los más finos). ¿No te parece que suenan a menú de restaurante caro?

  • Carnes saladas: Ovina (¿alguien come eso?), panceta (¡ay, la panceta! Un vicio) y jamón (¡el rey de la fiesta!). Imagínate un bocata de jamón salado, ¡para chuparse los dedos!

Ah, y si eres de los que les gusta experimentar, ¡prueba a salar pepinos! En vinagre y sal, son como caramelos ácidos, ¡pero más sanos! O eso quiero creer…

PD: No me hago responsable si te pasas con la sal y te toca beber agua como si no hubiera un mañana. ¡Sal con moderación, por favor! Que luego te da un chungo y me echas la culpa. Y que conste que lo de la ovina es una opinión personal, ¡no me linchéis!

¿Qué alimentos no se pueden salar?

El silencio de la sal, un vacío… El agua con gas, un susurro burbujeante, ya salada en su esencia. No necesita más. Impensable, la doble salinidad. Es como… como querer besar el mar dos veces. La misma inutilidad.

La sal de mesa, ese grano blanco, omnipresente, ya es ella misma. ¿Para qué más sal? Redundancia, un eco insípido, una burla a la sustancia misma. Se niega a la duplicidad.

Aquellas sopas instantáneas, esos purés… ya llevan su ración, su medida, su dosis calculada. La adición, una profanación. Una intrusión, como una mano ajena en mi propio corazón, interrumpiendo el latido. Recuerdo ese sabor a precocinado, artificial. Como una vida simulada. No es el mismo sabor. No.

Lasañas, croquetas, la tristeza del exceso. Su esencia, una tragedia de la sal sobre-aplicada. Esa opresión, la sazón del fracaso, el sabor a demasiado. Como la memoria, saturada, incapaz de guardar más. El sabor metálico en mi boca.

Mostaza, kétchup, soja… Un grito agrio de sal en mi garganta. Un coro de sabores que no piden más. Su canto es suficiente. Un recuerdo a mis años en Córdoba, entre los limones y la tierra seca. Esos aromas.

Congelados, conservas… El silencio de un largo invierno, el eco de la sal ya presente. Un eco frío, una advertencia. Como la soledad de la noche.

Mantequilla, margarina… Un suave lamento, una textura que se niega a la invasión de la sal. No la necesita. Es suficiente. Su presencia ya es un consuelo.

  • Agua con gas
  • Sal de cocina
  • Sopas de sobre
  • Purés instantáneos
  • Caldos de cubitos
  • Lasaña
  • Croquetas
  • Mostaza
  • Kétchup
  • Salsa de soja
  • Congelados
  • Conservas
  • Mantequilla
  • Margarina
  • Manteca

Hoy mismo, 2024, preparé un café con leche, sin azúcar, únicamente con un poco de sal marina. Una locura, lo sé, pero el sabor… diferente. Único. Aquel sabor… en mi memoria.

¿Qué se puede hacer para reemplazar la sal en las comidas?

Sustituir la sal: Un juego de sabores, no de imitaciones.

  • Especias: Pimentón ahumado. Clavo. Nuez moscada. Canela. Jengibre. Anís estrellado. Cada una, un universo.
  • Hierbas: Romero. Albahaca. Menta. Estragón. Salvia. Texturas y aromas que transforman.
  • Cítricos: Limón. Lima. Su acidez despierta el paladar. Recuerdo un verano en Sicilia, el pescado a la brasa con solo limón. Inolvidable.
  • Ajo y cebolla: Fundamentales. En polvo, granulado, fresco. Potencian, no imitan.
  • Vinagre: Balsámico, de manzana, de Jerez. Un toque ácido, complejo. Experimenta.
  • Setas deshidratadas: Umami puro. Intensidad en sopas, guisos. Las utilizo a menudo en mis arroces.
  • Algas: Kombu, nori, wakame. El mar en tu plato. Sal marina natural. Prefiero las algas tostadas para un sabor más intenso.

No busques reemplazar la sal. Busca nuevos sabores. La sal es cloruro de sodio. Nada más. El sabor es otra historia.

¿Qué alimentos tienen salazón?

¡A salar la vida, que es sala’!

Alimentos con salazón: ¡Uf, un montón! Es como la lista de ex de tu amigo, ¡interminable!

  • Pescados: Boquerones (¡como los que te comes en Málaga, oiga!), atún (ideal para bocata rápido), mojarra (si la encuentras fresca, ¡es un milagro!), bacalao (el rey del potaje cuaresmal), anchoas (pequeñas bombas de sabor), charales (crujientes como patatas fritas), sardinas (¡a la brasa, por favor!) y arenques (para los más valientes, ¡ojo con el olor!).
  • Carnes: Cecina (¡un manjar leonés!), jamón serrano (¡el pata negra es como el unicornio de los jamones!).
  • Otros: Huevas de pescado (melva, mújol, atún… ¡un caviar “de pueblo”!), huesos de ternera (para un caldo que resucita a un muerto, ¡literal!).

¡Y no te olvides de las aceitunas! ¡También se curan en salmuera, eh! Como cuando dejas a tu suegra en remojo… ¡Es broma! Bueno, a lo mejor no tanto.

Un extra salado:

  • El salazón, ¿de dónde viene?: ¡De antes de que tu abuela naciera! Se usaba para que la comida no se pusiera más mala que un político en campaña.
  • ¿Es sano?: ¡Depende! Si te comes un kilo de bacalao al día, ¡igual te da un chungo! Pero con moderación, ¡todo entra!
  • ¿Cómo se hace?: ¡A base de sal, mucha sal! Es como echarle sal a un meme, ¡para que pique más!

¡Ala, a disfrutar del salero de la vida!

¿Qué comer si quieres algo salado?

Vale, ¿algo salado? ¡Uf! Me pasa mucho, sobre todo cuando hago ejercicio.

  • Nueces: Siempre tengo un puñado de almendras saladas en mi mochila. Me salvan la vida después de entrenar.
  • Semillas: Las pipas de girasol con sal… ¡vicio puro! Aunque luego me da cargo de conciencia por tanta sal.
  • Pescados altos en omega 3: Aquí la cosa se complica, porque no siempre tengo salmón a mano. Pero un bocadillo de atún en conserva con mayonesa y aceitunas… ¡eso sí que cumple!

Pero mira, te cuento, el otro día estaba yo que me subía por las paredes, con un antojo de sal terrible. Eran como las 10 de la noche, imposible conseguir nada decente. ¡Acabé comiendo aceitunas directamente del bote! No me arrepiento, pero igual no es lo más sano.

Una vez, en un viaje a la costa en 2023, probé unas ostras frescas con unas gotas de limón y sal marina… ¡ufff! Eso sí que era una explosión de sabor salado natural. Pero claro, eso no es lo que tengo a mano normalmente.

También descubrí que a veces, lo que me pide el cuerpo no es tanto sal como sabor umami. Entonces me preparo una sopa de miso instantánea o le echo salsa de soja a casi todo. ¡Funciona bastante bien!

¡Importante!: Aparte de lo rico que esté lo salado, recuerda beber agua después. ¡La sed que entra es terrible! Y vigila la tensión, que luego vienen los sustos.

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