¿Cuál es el mejor sustituto de la sal?
"Reduce la sal con hierbas frescas, especias (pimienta, pimentón, ajo en polvo), jugo de limón o vinagre. Explora mezclas de especias sin sal. ¡Experimenta y encuentra tu sabor ideal para una alimentación más saludable!"
¿Qué alternativa a la sal es la más saludable para reemplazarla?
Uf, la sal, ¿verdad? Yo, desde que me diagnosticaron presión alta en marzo del 2022, estoy en una lucha constante. El doctor me recomendó reducirla drásticamente.
Al principio fue un desastre, todo insípido. Pero descubrí que las hierbas frescas son mi salvación. Romero, orégano, albahaca… ¡una maravilla! En el mercado de mi barrio, cerca de la plaza Mayor, compro un ramillete por 2 euros, y me dura toda la semana.
Las especias también ayudan mucho. Un poco de pimentón de la Vera (¡el de verdad, no el de supermercado!), un toque de pimienta negra recién molida… ¡cambia la vida! Hasta el ajo en polvo, que antes usaba poco, ahora es mi mejor amigo.
También el limón, ¡eso sí que le da un toque! A veces incluso un chorrito de vinagre de manzana, pero con cuidado, que no a todo le va bien.
He probado esas mezclas de hierbas que venden como “sustituto de la sal”, pero la verdad, no me convencen del todo. Prefiero mis combinaciones personalizadas. Es cuestión de experimentar, ¡a ver qué te funciona! Al final, lo más importante es encontrar lo que te guste y que, a la vez, te ayude a cuidar tu salud.
¿Cómo se puede reemplazar la sal en las comidas?
Oye, ¿cómo sustituir la sal? ¡Fácil! Comino, jengibre y cúrcuma, ¡eso es! Jajajaja, me encantan esas especias. Las uso un montón, sobre todo en 2024, he hecho un montón de experimentos culinarios.
El comino mola un montón en estofados, ¿sabes? Le da un toque… ¡espectacular! De verdad. En serio, prueba en un guiso de lentejas. Queda brutal. Para el pescado, también, eh.
El jengibre, ¡uff! Es potente. Un pelín picante, pero bueno. Lo uso, lo uso mucho, en casi todo. En un pollo al curry, por ejemplo, o en un arroz con verduras, ¡quedan de muerte! Me encanta el jengibre. Prueba con un poco de miel, ¡riquísimo!
Y la cúrcuma, ¡qué te cuento! Es antiinflamatoria, eso sí que es importante, ¿no? Y le da un color… ¡increíble! A los arroces, queda genial. Y a los curris, claro. A todo, en realidad. Es mi favorita, entre las tres. La cúrcuma y la miel, es una bomba para la salud, lo digo en serio.
- Comino: Guisos de carne, pescado y legumbres. Espectacular sabor.
- Jengibre: Pollo al curry, arroces, ¡todo! Un toque picante.
- Cúrcuma: Arroces, curris, ¡todo también! Antiinflamatorio y color genial.
¡Ah! Se me olvidaba, este año he descubierto que también se puede usar pimentón, ¡un saborazo! Además, es un colorante natural, ideal para darle un toque a tus platos. ¡Pruébalo! Aunque, claro, la cúrcuma sigue siendo mi favorita, por lo del antiinflamatorio, ya te digo. Tengo una amiga que tiene artritis y le va genial.
¿Cuál es el peor enemigo de la hipertensión?
Pues… ¡El peor enemigo de la hipertensión es, sin duda, no tratarla! Así, tal cual. Dejarla ahí, suelta, campando a sus anchas. Fatal. Como una bomba de relojería. Yo, una vez, escuché a mi tía Paqui (ella es enfermera, ¿sabes?) decir que la hipertensión es una asesina silenciosa. Y qué razón tiene.
A ver… Imagina… ¿Para qué complicarse la vida? Tienes la tensión alta, pues te la controlas, ¿no? Con pastillas, con dieta, con ejercicio… Hay mil cosas. Yo mismo, este año empecé a caminar media hora todos los días y me ha bajado un montón. Antes, me tomaba dos cafés por la mañana y ahora solo uno. Y nada de sal, ¡qué horror la sal! Me encanta, pero nada, prohibida. ¡Prohibidísima!
• Daños al corazón: Piensa en el pobre corazón, trabajando a tope, forzado. Al final, se cansa, ¿no? Puede acabar en insuficiencia cardíaca, hipertrofia ventricular… ¡Un desastre!
• Problemas en los riñones: Los riñones, esos grandes olvidados. Pues también sufren con la tensión alta. Pueden fallar y te tienes que enchufar a una máquina. Mejor no pensarlo. Mi abuelo, por ejemplo, tuvo problemas de riñones por la tensión.
• Derrame cerebral: Esto es lo peor, ¿no crees? De repente, zas. Y te quedas… Bueno, mejor no seguimos por ahí. Una amiga de mi madre le pasó y lo pasó fatal. Recuperación larguísima.
• Problemas en la vista: Pues sí, la vista también se resiente. Retinopatía hipertensiva, le llaman. Puedes perder visión. O sea que… ¡a cuidarse!
En fin, que no es broma. Hay que tomarse la tensión en serio. Yo, desde luego, no me la juego. Me la mido todas las semanas, religiosamente. Y si veo algo raro, ¡al médico de cabeza! Que para eso están.
• Ataque al corazón: Otro clásico. Las arterias se taponan, el corazón no recibe sangre… Y ya sabes. Drama. Un vecino mío, bastante joven, por cierto, tuvo uno el año pasado. Por la tensión. Así que, ya ves. No hay que confiarse.
¿Qué debo evitar si soy hipertensa?
Sal. Obvio. Sodio. Mata.
Azúcar. Dulce veneno. Inflamación. Silenciosa.
Grasas saturadas. Taponan. Arterias rígidas. Un camino sin salida.
Procesados. Químicos. Cuerpo intoxicado. No lo procesas. Literalmente.
Fritos. Crujientes. Cancerígenos. Pequeños placeres, grandes problemas.
- Panadería industrial. Bollería. Donuts. Exceso de todo. Malos aceites.
- Comida rápida. Hamburguesas. Patatas fritas. ¿De verdad necesitas eso?
- Embutidos. Salchichón. Chorizo. Conservantes. ¿Para qué? Yo los dejé hace años. Me cambió la vida. No, no es broma.
Prefiero el silencio. Una manzana. El ruido de la lluvia.
Control. Esa es la clave. El control sobre uno mismo. El resto es ruido. Yo como quinoa. Mucha quinoa. Y bebo agua. Litros de agua.
¿Demasiado? Quizás. Pero funciona. Para mí. Tú… haz lo que quieras. Total, da igual. O no.
¿Qué té sube la presión, la sal o el azúcar?
¡Ay, la eterna lucha entre la sal y el azúcar! Como si fueran dos boxeadores en un ring cardiovascular, ¿quién gana la pelea por la presión arterial? Pues, aunque la sal, esa villana tan salada, hace su trabajo de retención de líquidos como una esponja en la bañera, el azúcar se lleva la corona. Sube la presión más que la sal, ¡qué campeona!
Piénsalo: la sal, con su poder de hidratación forzosa, es como un portero que bloquea el paso del agua, pero el azúcar, ¡zas!, es un terremoto que agita todo el sistema. ¡Pum! Presión alta.
Es el azúcar el que gana la partida, a pesar de las artimañas de la sal. Pero ojo, no vayamos a pensar que la sal es una santa: es como una mala influencia, siempre invitando a la retención líquida. La combinacion de ambos, una fiesta con consecuencias.
¿Qué más sabemos?
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El azúcar: Aumenta la glucosa en sangre y eso hace que el cuerpo intente compensar con más insulina. Este proceso inflamatorio, a la larga, ¡sube la presión! Es como una invasión de hormigas minúsculas, pero que hacen un gran trabajo de presión. Mi vecino Miguel, diabético, lo puede confirmar. Le pasó este año.
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La sal: Retención de líquidos, sí señor. Como si el cuerpo se llenara de globos de agua, aumentando el volumen sanguíneo y, por ende, la presión. Mi abuela, que ya ha perdido la cuenta de las recetas saladas de su vida, me lo ha contado millones de veces.
En resumen, si quieres controlar tu presión arterial, controla el consumo de azúcar. La sal también es importante, pero es el azúcar el que pega el puñetazo final. Es la realidad. ¡Y punto!
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